Aranceles a metales: ¿un golpe ‘devastador’ para México?

Opinión
/ 11 febrero 2025

Los misiles de Trump habían sido velados, en teoría, durante un mes, pero la tregua duró sólo una tercera parte de ese tiempo y hoy estamos a las puertas de una ‘guerra arancelaria’

La tregua duró solamente 10 días, aunque teóricamente se había pactado por un mes durante la llamada telefónica entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump del pasado 1 de febrero. Y aunque ya no se trató de la imposición de aranceles generalizados a todos los productos que exportamos hacia Estados Unidos, la medida ha sido calificada como “devastadora” por diversas voces.

Y es que los productos a los cuales el Presidente de los Estados Unidos decidió imponer un gravamen del 25 por ciento −el acero y el aluminio− son ampliamente utilizados por múltiples industrias y ello implica que las repercusiones de la medida serán múltiples.

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En el caso de nuestro país, la afectación llega por el lado del acero, pues somos el tercer proveedor global de Estados Unidos, solamente detrás de Canadá y Brasil. Las acereras mexicanas exportan al vecino país 3.2 millones de toneladas de dicho metal anualmente.

“...el golpe es devastador, sin precedentes y demoledor... es algo que nos tiene sorprendidos en forma no positiva a toda la clase empresarial e industrial del país relacionadas con el acero y el aluminio”, ha dicho al respecto, el expresidente de la Asociación de Industriales y Empresarios de Ramos Arizpe (AIERA), Antonio Domínguez Lara.

En línea con la consideración anterior, el presidente de la Canacintra Coahuila Sureste, Arturo Reveles, llamó la atención alrededor de un dato: en México, la industria del acero da empleo a unas 700 mil personas y dichos puestos de trabajo podrían entrar en riesgo a partir de esta medida.

Un dato importante sobre el cual han insistido diversas voces, desde que se dio a conocer la medida, es que en el caso específico del acero, Estados Unidos tiene una balanza superavitaria con México, es decir, nosotros le compramos más acero del que ellos nos compran a nosotros.

La lógica diría que bastaría imponer aranceles similares a las importaciones de acero estadounidense para no solamente “emparejar los cartones”, sino dejar claro el despropósito de la medida.

El problema es que, como ya se ha dicho a propósito de la intención de Trump de imponer aranceles generalizados, la aplicación de medidas recíprocas nos conduciría a una “guerra impositiva” de la cual nadie resultará ganador y en la cual todos terminaremos perdiendo pues, en el peor de los escenarios, el comercio bilateral se paralizaría.

Pero siendo eso cierto, no lo es menos que hoy ya no hablamos de una amenaza que “podría” materializarse, sino de una realidad tangible: el acero mexicano que se exporta a Estados Unidos tendrá un sobreprecio a partir del mes de marzo próximo.

Por ello, las tres semanas que siguen serán cruciales para definir una estrategia que impida la actualización de los peores escenarios de cara al futuro. El margen de maniobra es estrecho y por ello se requerirá de todo el talento de los estrategas del Gobierno mexicano.

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