Árbol
Realista, oscura y pesimista, la obra del escritor checoslovaco Franz Kafka, ha sido descrita como una crítica social a la violencia y barbarie que se esconden debajo de nuestra rutina. La de Kafka pudiera ser una descripción perfecta de una humanidad que está extraviada de cualquier sentido racional y precipitándose al vacío, hacia su propia destrucción. El checo lo sabía y nos desenmascaró en su obra “Aforismos, visiones y sueños”, del año 1917, en donde un tanto atormentado, nos receta algunas de sus consideraciones sobre el pecado, asegurando: “No somos pecadores sólo porque hayamos comido del Árbol del Conocimiento, sino también porque no comimos del Árbol de la Vida”.
Pero los humanos logramos lo imposible: Talamos y quemamos el Árbol del Conocimiento y nos comimos el Árbol de la Vida. Esto lo dice un estudio elaborado por el doctor Thomas Crowther, del Instituto para la Energía y el Clima de la Universidad de Yale y que realizó bajo el encargo de la Iniciativa “Plantemos para el Planeta” del programa de la Organización de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Los resultados de esta investigación fueron publicados en la revista científica “Nature” y pudiéramos decir que son de consideraciones apocalípticas. Y es que hoy el estudio nos ha permitido conocer el número real de árboles que existen sobre la tierra: 3 trillones de árboles, a razón de 422 árboles por cada ser humano que vive en este planeta. La cifra que pudiera parecer alta, nos demuestra que no lo es, pues dice que, desde el inicio de la civilización humana, el número de árboles decreció un 46 por ciento.
Que la actividad humana es su gran destructora y que, en pocas palabras, los árboles caen a medida que aumenta la población de seres humanos sobre la tierra y que la deforestación, el cambio de uso de suelo y el manejo forestal, son los responsables de una cifra inimaginable de árboles destruidos por nosotros: 15 mil millones.
Para llegar a conocer estas terribles cifras, el doctor Crowther al frente de un equipo internacional de investigadores, mapeó las poblaciones de árboles en todo el mundo a nivel de kilómetros cuadrados utilizando una combinación de imágenes de satélite, inventarios forestales y las nuevas tecnologías de supercomputación.
El resultado ha sido la evaluación más completa de poblaciones arbóreas hasta la fecha, y nos ofrece además una perspectiva clara y nuevos conocimientos que, de aplicarlos, pudieran mejorar el ciclo de carbono y el cambio climático, para muchos el principal desafío que enfrentará la especie humana en los próximos años.
Crowther dice que “Los árboles se encuentran entre los organismos más importantes y críticos en la tierra, pues almacenan enormes cantidades de carbono y son esenciales para el ciclo de los nutrientes, el agua, la calidad del aire y muchos más servicios que dan a los humanos”.
Asegura que el estudio nos ayudará a establecer objetivos para futuras iniciativas de plantación de árboles, esfuerzos que hasta la fecha han dejado pobres resultados comparados con su destrucción sistemática, pero que la investigación tiene el potencial para informar a los científicos acerca de la estructura de los ecosistemas forestales en las diferentes regiones; y mejorar las predicciones sobre las concentraciones de dióxido de carbono y la biodiversidad en el mundo.
Hoy, gracias a la ciencia hemos podido conocer que nos bastaron apenas 10 mil años para acabar con la mitad de los árboles en el planeta. Así que haga la cuenta y piense, que como árbol que se derrumba, es cuestión de tiempo para que terminemos de destruir la otra mitad. Nuestra irracionalidad y ritmo de vida insaciable, son la fórmula perfecta para lograrlo. Mientras tanto, aquí mismo en Saltillo hace unos días, el fuego crecía sin dejar nada a su paso hasta que acabó por consumirse a sí mismo y no hubo nada más que quemarse. Quienes dirigían con su liderazgo los esfuerzos para combatirlo, con una mano en la bolsa y otra en un café, veían cómo se consumían 5 mil hectáreas de bosque, del cual nos va a faltar vida para ver la recuperación de cañones y valles como el de San Lorenzo.
Aun así, no pierdo la fe en el discurso idealista de Martin Luther King, que decía: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía plantaría un árbol”.
@marcosduranf