El 19 de noviembre se disputará la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Argentina, después de que este pasado domingo 22 de octubre se llevara a cabo la primera vuelta, en donde lograron pasar el filtro como los dos candidatos más votados Sergio Massa, peronista cercano a Cristina Fernández de Kirchner y por tanto, apoyado por el oficialismo de la izquierda moderada y Javier Milei, un libertario populista de derecha, que ha irrumpido de forma sorpresiva en la política argentina.
De hecho, la mayor parte de las proyecciones previas a la jornada daban a Milei como el probable ganador de la primera vuelta, pero de forma sorpresiva se impuso Massa con el 36 por ciento de los votos frente al 30 por ciento de Milei; Patricia Bullrich, del PRO, que representa a la derecha moderada, quedó en tercero con el 24 por ciento; Juan Schiaretti, de la disidencia peronista, con el 7 por ciento y la comunista Myriam Bergman, con el 2 por ciento.
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Es previsible que para la segunda vuelta los votos de Schiaretti y Bergman vayan casi en bloque para Massa, pero lo que realmente definirá la elección será el sentido de los simpatizantes de Bullrich, que al ser de derecha ideológicamente estarían más cercanos a Milei, el problema es que Milei es tan histriónico y sus propuestas en ocasiones son tan radicales, que varios de los votantes de Bullrich podrían verse tentados a optar por Massa a pesar de ser de izquierda.
Por ende, si Milei quiere ganar la elección tendrá que moderar su discurso, lo cual es complejo si analizamos su personalidad que tiende a polarizar, por lo que si bien se trata de la mayor sorpresa política de Argentina en los últimos tiempos, lo cierto es que los votantes moderados podrían poner un freno a sus aspiraciones y dar la victoria a Massa, que si bien representa más de la misma receta trillada y fallida, lo cierto es que los riesgos del populismo de Milei son mayores.
Esto debe invitarnos a reflexionar sobre el surgimiento de más proyectos populistas en la región, en donde el cansancio de gestiones fallidas le den la victoria a propuestas que hablan de fórmulas mágicas para resolver todos los problemas, cuando en realidad las soluciones son más complejas y necesitarían años para implementarse.
Brasil ya tuvo a Bolsonaro, México tiene a Obrador en la izquierda, pero sin duda es más moderado que Bolsonaro o Milei, pero tampoco estamos inmunes al surgimiento de políticos populistas de derecha, el propio Samuel García es un claro ejemplo de ello.
Argentina ha experimentado muy malas presidencias en los últimos años, que han traído efectos negativos en su economía, al incrementar de forma desproporcionada la inflación, aumentado la inseguridad, deteriorando la provisión de servicios públicos e impactando de manera negativa la educación.
Eso genera un buen caldo de cultivo para figuras como Milei, pero por raro que parezca, el optar por esta opción podría ser peor para el futuro de Argentina, dado lo arriesgado de las propuestas del mismo.
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