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MIRADOR 16/08/2021
Jean Cusset, ateo siempre con excepción de la vez que su hijo pequeño enfermó de gravedad, dio un nuevo sorbo a su martini –con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Algunos predicadores hablan más del demonio que de Dios, y más del infierno que del Cielo. Y es que creen más en el mal que en el bien; y mueven más a la desesperación que a la esperanza. Quienes tal hacen se olvidan de la infinita misericordia del Señor. El mejor de todos los sermones, y el más verdadero, es aquel que consta de sólo tres palabras: Dios es amor. Yo confío en él y en su bondad. Me preguntan a veces si creo en la existencia del demonio, y ganas me dan de responder lo que aquel niño a quien alguien le preguntó eso mismo: si creía en el diablo. Respondió: “No sé. Crees en el demonio y luego resulta como con Santoclós, que es tu papá.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...