Avatares de la lectura, los soportes electrónicos y la letra escrita

Opinión
/ 19 enero 2025

Es indiscutible esa especie de hechizo que pueden ejercer los misteriosos trazos que se enlazan y se desvanecen sobre un trozo de papel que puede hacer historia

Es sabido que la lectura no es, ni con mucho, una actividad realizada por niños, adolescentes, jóvenes un poco mayores y otras generaciones que podrían caber en el grupo de los denominados adultos jóvenes. Muy a pesar del extendido uso del celular y las aplicaciones que requieren de leer y escribir, y que en algún momento constituyeron la esperanza de una vuelta a la letra escrita como la herramienta más eficaz de la comunicación humana, la gente en general se niega a ejercerla.

La excepción no son ni siquiera los estudiantes, sino únicamente aquellas personas que desde niños convivieron con los libros, les gustó leerlos y los aceptaron como leales compañeros de vida. En agradable conversación con una querida amiga, la plática devino en el tema y en la afirmación de un profesor de informática sobre el resultado de encuestas realizadas a sus alumnos al respecto: si un video de TikTok dura más de 50 segundos, el usuario brinca al siguiente.

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Dentro del mismo tema de la lectura, en estos tiempos es difícil creer que el papel deje de ser útil como soporte para la escritura, luego de haber sido un instrumento que combinado con la imprenta sirvió a la humanidad durante casi cinco siglos. Se resiste uno a creer que imprenta y papel puedan ser desbancados por las pantallas y soportes digitales, como afirman los defensores a ultranza de la tecnología.

Hace poco más de una década, la escritura sobre papel le dio una lección al mundo. En la zona devastada por un furioso tsunami en Japón, sin electricidad ni internet, es decir, sin computadoras, correo electrónico, blogs, Instagram, WhatsApp y lo demás; sin teléfono fijo ni móvil, sin radio y sin gasolina, surgió el papel y la tinta como medio de comunicación con la gente, tan necesitada de información en momentos tan angustiosos.

En la pequeña ciudad de Ishinomaki, una de las más afectadas por el terremoto, el jefe de redacción del “Ishinomaki Hibi Shimbun”, único periódico del pueblo, expresó: “Cuando las personas sufren tragedias como esta, necesitan comida, agua y también información”, y al tercer día después del terremoto y durante nueve días más, publicó su edición en grandes hojas de papel blanco escritas a lápiz por él mismo y sus colaboradores. Su filosofía fue publicar temas relacionados con la esperanza para llevar consuelo a sus lectores.

En Sendai, otra población de casi un millón de habitantes, el dueño del periódico más importante de la ciudad, el “Kahoku Shimpo”, afirmó: “En condiciones como esta, nada tiene tanto poder como el periódico”, y a pesar de las condiciones adversas, ante la imperiosa necesidad de información de los residentes, siguió publicando el suyo: “Dependen de nuestro periódico como si fuera una cuerda de salvamento”, dijo. El “Kahoku Shimpo” publicaba información vital y noticias importantes, como las tiendas que estaban abiertas y los alimentos que tenían, las calles por las cuales se podía transitar y los bancos en los que había dinero.

Estos son dos ejemplos de cómo la letra escrita llenó el gran vacío que creó la ausencia de los medios electrónicos en el país más interconectado del mundo.

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Littera scripta manet. La letra escrita permanece, dice el adagio latino, y todavía hoy asombra esa permanencia. Maravilla saber, por ejemplo, que el manuscrito conocido como el Evangelio de Judas, escrito en el siglo dos y descubierto a fines del 20, pueda causar tal revuelo a principios del 21, en que salió a la luz su estudio y restauración. También que en algún momento, la casa Bonhams fijó como precio de salida entre 400 y 560 mil dólares la subasta del manuscrito de la canción de John Lennon para The Beatles: “I’m only sleeping”. Asimismo, que Sotheby’s remató en 422 mil 500 dólares el manuscrito de puño y letra de Bob Dylan, de la emblemática canción “The Times they are a changin”.

Es indiscutible esa especie de hechizo que pueden ejercer los misteriosos trazos que se enlazan y se desvanecen sobre un trozo de papel que puede hacer historia. Imposible imaginar lo que la letra escrita, tan desdeñada en estos tiempos, es capaz de provocar. La letra escrita, escrita permanece.

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