Bill Gates: Cómo invierto mi dinero en un mundo que se calienta
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Los individuos, las empresas y los países ricos deben garantizar que las tecnologías ecológicas sean asequibles para todos, en todas partes
Por: Bill Gates
En vísperas de la COP28, la reunión mundial anual sobre el cambio climático que se celebrará en Dubái, hay dos corrientes de pensamiento dominantes, y ambas están equivocadas. Para una, el futuro es desesperanzador y nuestros nietos están condenados a sufrir en un planeta en llamas. La otra sostiene que todo va a estar bien porque ya tenemos todo lo necesario para resolver el cambio climático.
No estamos condenados ni tenemos todas las soluciones. Lo que sí tenemos es el ingenio humano, nuestro mejor activo. Sin embargo, para superar el cambio climático, necesitamos que los individuos, las empresas y los países ricos den un paso adelante con el fin de garantizar que las tecnologías ecológicas sean asequibles para todos, en todas partes, incluidos los países menos ricos que son grandes emisores como China, la India y Brasil.
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Empecemos por lo que los individuos ricos, como yo, podemos hacer para ayudar. Los inversionistas ricos tienen capital para asumir riesgos y, de hecho, deberían asumir más. Deberían invertir en empresas que estén desarrollando soluciones ecológicas transformadoras, en especial soluciones con potencial, pero que en la actualidad no tienen el financiamiento necesario como sucede con el hidrógeno ecológico y la gestión del carbono. Hace siete años, juntos con otras personas de alto poder adquisitivo, creé un fondo para respaldar empresas cuyos productos pudieran reducir al menos el uno por ciento de las emisiones mundiales, sabiendo a la perfección que la mayoría de las compañías en las que fuéramos a invertir iban a fracasar. No obstante, también sabía que era un riesgo que valía la pena correr.
Las personas muy ricas también deberían hacer cambios en su estilo de vida para acercar sus emisiones a cero. Si vuelas en un jet privado, como yo, puedes permitirte el costo adicional del combustible de aviación sostenible fabricado a partir de cultivos y residuos bajos en carbono. No solo reducirás tus propias emisiones, sino que también ayudarás a impulsar la demanda de combustible limpio, lo que aumentará la oferta y, con el tiempo, será tan barato que se le usará de forma más generalizada en los aviones comerciales. Eso cambiará las reglas del juego para reducir las emisiones de los viajes aéreos de larga distancia, los cuales siguen siendo uno de los problemas climáticos más graves.
En términos de escala, las empresas ricas y los gobiernos pueden hacer mucho más que los individuos e inversionistas más ricos. Pueden aprovechar su poder adquisitivo y comprar productos ecológicos para acelerar la adopción de nuevas tecnologías. Eso implica electrificar sus flotas de vehículos corporativos, comprar materiales bajos en carbono para los proyectos de construcción y comprometerse a utilizar un alto porcentaje de electricidad limpia.
Los líderes corporativos tal vez se opongan al gasto adicional, bajo el argumento de que su trabajo es maximizar el rendimiento para sus accionistas. Eso es verdad, pero muchas empresas ya financian iniciativas contra el cambio climático que no tienen tanto impacto como lo que yo propongo: reducir las que yo llamo primas ecológicas, los precios más altos que suelen tener las alternativas más compatibles con el medio ambiente. Si el dinero que ahora gastan en la lucha contra el cambio climático lo redirigen a la creación de mercados para productos limpios, le sacarán mejor provecho a cada dólar que gasten en el cambio climático.
Los países ricos también pueden hacer más con la política, por ejemplo, ayudando a que los productos limpios sean competitivos con sus homólogos convencionales mediante la creación de incentivos fiscales y un entorno favorable para las alternativas ecológicas. Una legislación como la Ley de Reducción de la Inflación en Estados Unidos es un ejemplo de inversión federal en el clima, diseñada para acelerar la descarbonización. Esto tiene una importancia especial para las industrias a las que les cuesta más abandonar los combustibles fósiles —como el cemento y el acero— y pone un ejemplo que otros gobiernos pueden seguir.
Tal vez sea necesario una especie de acto de fe para creer que podemos resolver el cambio climático. Sin embargo, el ser humano ya ha superado antes lo aparentemente imposible. Desde principios de siglo, la cantidad de niños que muere cada año en todo el mundo se ha reducido a la mitad. Este progreso fue en parte el resultado del trabajo conjunto de gobiernos, empresas y organizaciones sin fines de lucro para resolver el problema, al priorizar las innovaciones en ciencia y política a fin de reducir el costo de las vacunas que salvan vidas y que posibilitaron proteger a muchos más niños.
El progreso continuo del mundo en materia de salud y desarrollo tiene un vínculo inextricable con nuestra capacidad para resolver el cambio climático. Las personas sanas, con cierta estabilidad financiera, serán más capaces de hacer frente al calor extremo, las sequías y los incendios forestales y tendrán un mejor acceso a las tecnologías que frenen el cambio climático. Para los ricos, eso significa un compromiso continuo con la erradicación de la pobreza, la mejora de la salud y el financiamiento de programas que ayuden a la gente a adaptarse a un mundo más cálido.
Aunque los ricos son los principales responsables, a final de cuentas, cada uno de nosotros, como consumidores, empleados y votantes, deberá reducir a cero la prima ecológica. Cada vez que se opta por un producto compatible con el clima —ya sea un foco LED, la instalación de una bomba de calor, comer carne de origen vegetal o conducir un auto eléctrico— se está enviando una señal al mercado de que ese producto ecológico tiene demanda. A medida que aumenta el volumen, bajan los precios. No solo te beneficias de comprar productos ecológicos, sino que también formas parte de la solución al desafío más difícil al que se ha enfrentado la humanidad.