Block de Notas (67): La normalización de la violencia en México

Opinión
/ 21 julio 2025

Los norteamericanos lo saben todo sobre la clase gobernante del país y su amasijo de complicidad con los narcotraficantes. Cada vez más sádicos, cada vez más animales

¿Ya lo notó, señor lector? Los asesinatos diarios, las muertes violentas, donde se nombra a un ser humano, único e irremplazable, dejaron de ser noticia. Son basura, son “N”; pero todo mundo sabe de memoria las grandes o pequeñas tragedias de los grandes capos de la droga en el mundo. El mundo reducido a México y Colombia. Y de hecho, ya Colombia dejó de ser noticia en semejante arista.

Hagamos un poco de historia: la épica del narcotráfico. Tal vez, y sólo tal vez, todo empezó cuando los inconmensurables “Tigres del Norte” cantaron aquello de “Camelia la Texana”: cuando los protagonistas (Emilio Varela) iban en un carro rojo relleno de yerba mala, pero su acompañante era su amante, Camelia la Texana. Nunca deben mezclarse los negocios con el sexo y eso llamado amor... lo demás es historia, y usted lo sabe: no hay final feliz.

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Hoy, el país llamado México atraviesa, como siempre, por una crisis convulsa, la cual a nosotros, a usted y a mí, a nadie asusta. Siempre estamos en crisis. Siempre estamos en el filo de la vida y de la muerte. Nos hemos acostumbrado estúpidamente a vivir así. En fin. Una vez más y de nuevo inicio este texto: el agua pura y limpia, estancada, se pudre. Así es el poder. El poder se ejerce, no se teoriza. Y Donald Trump, el poderoso vecino del norte y dueño del mundo, ejerce el poder y no lo teoriza.

Una vez amenaza, al otro día, también. ¿México? México sólo obedece. Trump se burla de México una y otra vez, y los claques de Morena, de Claudia Sheinbaum y su padrastro, Andrés Manuel López Obrador sólo están tratando de capotear el temporal. Las brutales acusaciones de Estados Unidos, al señalar, decir y puntear lo obvio: en México hay un contubernio, amasiato o matrimonio entre el crimen organizado y Morena, a nadie asustan. Ya lo sabemos y lo padecemos. Todo mundo lo sabe desde hace años. Es letra común en los diarios.

Lo duro, rudo y brutal es Donald Trump, lo está usando como moneda de cambio para imponer su agenda. En todos los órdenes e ideas. ¿Y la Shein? Acomplejada. No puede ni tiene margen de maniobra. Se enfrenta tímidamente y tomando pésimas decisiones. Una de las últimas: va a demandar al abogado de Ovidio Guzmán, Jeffrey Lichtman, por difamación. Sólo una hay pequeño detalle lo va a demandar... aquí en México. Ya lo hizo. En fin.

Mientras esto sucede, los norteamericanos lo saben todo sobre la clase gobernante del país y su amasijo de complicidad con los narcotraficantes. Cada vez más sádicos, cada vez más animales. ¿Hace falta que lo repita? El mejor reportero del mundo, Jon Lee Anderson, lo dejó por escrito en 2010 en Zacatecas: “Ustedes, los periodistas mexicanos, tienen que averiguar qué es lo que enmascara a la sociedad mexicana para encerrar en su seno tanta violencia... no es posible que tanta violencia y que criminales tan sádicos, tan imaginativamente sádicos, hayan surgido de pronto en el panorama mexicano. Algo esconde la sociedad mexicana que lo fue incubando durante años y años”.

ESQUINA-BAJAN

Nota 1: ¿Escondemos algo los mexicanos? Tal vez, y sólo tal vez, esta maldad, este sadismo, esta brutalidad sea nuestro ADN perpetuo y desde siempre. Un ejemplo, digamos reciente, al azar: el primer narco internacional, digamos, a la mexicana, fue Alberto Sicilia Falcón, cubano-norteamericano, quien apenas en años se impuso en Tijuana y arregló el trasiego de drogas de mariguana y heroína a Estados Unidos. Fue tan escandalosa su figura que fue detenido en 1975. En abril de 1976 se escapó de Lecumberri, donde mandó a construir un “túnel perfecto”. El tristemente célebre, “El Chapo” Guzmán, haría lo mismo en este milenio.

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Nota 2: El siguiente fragmento es de una novela, la de William Burroughs, de tema “mexicano” –hacia 1937–, donde habla de “Lola la Chata” como “la más activa traficante de drogas, que prácticamente abastecía a los viciosos más empedernidos de la metrópoli, muchos de ellos pertenecientes a las clases acomodadas”. Una historia más: ya nadie lo recuerda, pero las matanzas, masacres o exterminios son cosa recurrente. En 1998 vino un Nobel de Literatura, José Saramago, a conocer de viva voz en Chiapas lo que fue la matanza de Acteal: 45 indígenas masacrados. En un artículo publicado a nivel internacional, escribió: “He visto el horror”.

Nota 3: Mientras el país se desmorona y afloran –como setas luego de la lluvia– los nexos de los políticos de Morena con los diversos cárteles de la droga y criminales, el trabajo de Manolo Jiménez Salinas, Javier Díaz y Tomás Gutiérrez Merino (el eje político vertebral de Coahuila) en materia de seguridad se agiganta. A partir de la próxima columna de este “Block de Notas” abordaremos puntillosamente eso llamado política comarcana. Es necesario y hace falta. ¿Torreón con Román Cepeda? En sus horas de vida más bajas. Comarca olvidada... por ellos mismos.

LETRAS MINÚSCULAS

La historia ha sido “el matadero en el que se han sacrificado la felicidad de los pueblos, la sabiduría de los Estados y la virtud de los individuos”: Hegel. Le creemos.

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