Hablemos de Dios 236: ¿Quién es su modelo a seguir e imitar?
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Como siempre, no me canso de agradecer que usted me lea. Esta sección o tema dentro de mis textos aquí en VANGUARDIA, es mérito y éxito suyo, no mío. Usted ha hecho suyo el platicar, el explorar, el hablar de Dios. Inicio de sopetón mí tirada de naipes de hoy: vienen días duros en el calendario, siempre habrá días duros por venir.
Aún hay secuelas de la maldita pandemia del virus chino de laboratorio. Una secuela ya ella misma otra pandemia más: los infartados por motivo de haberse puesto “N” vacunas de agua de horchata. La pandemia y su secuela se han llevado a muchos y grandes hombres y mujeres. Se los sigue llevando en sus alforjas al bosque de la nada llamada muerte.
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La lista de los muertos tal vez sea mejor a nosotros, los vivos. Esto llamada nueva vida. Pero, sin duda, siempre los muertos han sido mejores a los vivos. ¿Todo pasado ha sido mejor? Cada quien tiene su respuesta al respecto, para mí, casi lo afirmo. Es decir, casi, porque esta época en la cual vivo y existo, no la cambio por nada. Y como usted lo sabe, esas patrañas de la vida eterna ni me van ni me vienen. No me interesa en lo más mínimo. Yo con este golpe de vida tengo. No más.
Agua de horchata dije en las anteriores palabras. Y en el tema de la columna pasada, abordamos a vuela pluma el universo acuoso y su simbología en la Biblia y en algunos poetas los cuales usted y yo hemos explorado y analizado someramente. Pero, le decía de los muertos. Más vivos a los vivos. ¿Usted a quién admira vivo o muerto? ¿Quién es su modelo a seguir e imitar? Admiro a muchos seres humanos. La lista es larga. Me identifico con personajes altos, venosos, angulares, sobre los cuales se pueden construir edificios. ¿Un escritor, un político? Mirabeu. ¿Un escritor químicamente puro? Son muchos, Francis Scott Fitzgerald, Gabriel García Márquez, Tomás Eloy Martínez... ¿un escritor-periodista-sastre, como lo fue mi padre? Gay Talese.
¿Un guerrero? Alejandro, el más grande, el Magno: Alejandro Magno. ¿Un historiador-político? Nicolás Maquiavelo. ¿Un escritor, erotómano, pornográfico y libertino? Caray, sin dudar, el divino Marqués de Sade. ¿Un músico? Joseph Haydn, Johan Sebastian Bach... ¿Un personaje histórico, un ser humano, un ser divino a la vez? Jesucristo. Sin duda, el maestro Jesucristo.
Y aquí empieza la cuestión. Cómo tratarlo: ¿como ser humano o como ser divino? El tipo, el maestro de Cafarnaúm no es cualquier mortal, es el hombre que cambió la historia humana.
No poca cosa. Es la única “cosa”. Era un rebelde, un revolucionario, un Mesías; para nosotros los católicos, Dios mismo encarnado hombre para habitar entre los vivos y muertos y sentir lo mismo. Ser humano para sentir cómo hierve la sangre.
Cuando empezó todo esto de la Biblia y si creemos en ello, cuando Dios le entregó a Moisés la famosa tabla de las leyes (10 mandamientos para ser exactos, los cuales varían en la misma Biblia) derivó al tiempo de Jesús en alrededor de 613 leyes diarias para la vida cotidiana de los hermanos judíos. Sin duda algo complicado. Jesús vino a simplificar a tal modo esto, que por eso fue acusado de blasfemo.
ESQUINA-BAJAN
Puso en práctica la famosa regla de oro y dictó cátedra una y otra vez ante los sabios de la Torah. Pero también Jesucristo dictó cátedra o enseñó en un pozo de agua (a la samaritana), salvó de la lapidación a una señorita de muy buen ver (La Magdalena), pontificó en la ciudad, en el campo...
Jesús vino a modificar el eje de la tierra y a la humanidad toda. Y toda, toda la enseñanza de Jesucristo está en los Evangelios. La enseñanza del maestro no está en los discursos alambicados de los frailes los domingos en Misa de 12. Tampoco está en los cánticos y bailes carismáticos de los hermanos bautistas o metodistas, no; las enseñanzas de Jesús están en los Evangelios para que usted los medite, los haga suyos y claro, los ponga en práctica.
Ya me emocioné y ando divagando como siempre, y hoy, justo hoy le quería dar continuación al tema de la semana pasada: el agua como elemento, como símbolo y como motivo no sólo literario o religioso, no; sino como tema de la vida misma. Hace años, años, en un periódico de la ciudad de México, leí una entrevista de quien entonces era un Secretario de Estado en el país. El hoy amado y respetado Ernesto Zedillo: fue el primero en el vecindario en decirlo y predecirlo: “En el futuro, las guerras serán por agua”.
Y hoy, justo hoy el agua es un elemento de vida y muerte. Las dos cosas y sin contradicción de por medio. En la Biblia hay aguas santas o santificadas, aguas amargas, aguas de expiación, agua de celo, agua de purificación; incluso, hay una “Puerta de las Aguas”, es decir, una de las puertas de Jerusalén. Y como no, hay una figura, un oficio hoy olvidado, un oficio como tantos hoy que nadie sabe o conoce, la figura del “aguador”. Jaime Labastida, poeta olvidado hoy, tiene un bello poema titulado “Ciudad bajo la lluvia”. En un par de versos se lee: “Y el cielo desploma su ceniza,/ la facilidad de la muerte...” Esto y no otra cosa es hoy Texas.
LETRAS MINÚSCULAS
Todo lo anterior se cifra en lo siguiente: vía la mano fraterna del abogado don Gerardo Blanco Guerra, me ha regalado “El loco de Dios en el fin del mundo”, del ibérico Javier Cercas. Un libro en boca de todos donde despluma en algunos apartados, la relación del agua con Dios y claro, con nosotros...