Café Montaigne 267: Dios o el Estado ¿quién debe enfrentar la violencia?

Opinión
/ 3 agosto 2023

El mundo es volátil. No hay asideros. No hay faros, guías, machos alfa que guíen a buen terreno a la manada. Al menor movimiento de olas bravas, todo mundo se achica. Ni se diga de ese continente de jóvenes, los cuales ven pasar el mundo a través de la pantalla plana de su celular “inteligente”. Ellos dejaron de ser inteligentes. Ahora lo son su computadora y su celular. Por esto y para evitar ser espiados por los chinos, los cuales están a punto de engullirse al mundo, el Gobierno del estado de Montana, en Estados Unidos, prohibió a sus ciudadanos, mediante ley de por medio, el uso de la aplicación de Internet llamada TikTok. Nunca es tarde para guiar a los ciudadanos a un mejor estadio de vida.

Decía que el mundo es volátil y México es un polvorín. A punto de finalizar el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, su frase huera y estúpida tiene un costo de miedo en vidas humanas en el país: “Abrazos y no balazos” a los delincuentes. Sí, el costo es brutal. Si el Estado no hace su parte y su trabajo, ¿lo debe de hacer Dios, lo debe de hacer el espíritu santo, lo debe de hacer la Divina Providencia? Para mi desgracia, periódicamente he dejado de lado lo importante. Y lo importante es lo siguiente: el año pasado el gran filósofo Baruch Spinoza llegó rozagante a sus primeros 200 años de vida. Y tratando de enmendar su terrible yerro y olvido, estoy leyendo lo poco que tengo de él en mi biblioteca: un deslumbramiento.

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Hay una frase célebre que todo mundo cita para referirse al autor de “Ética”, es la frase pronunciada por Albert Einstein. Cuando al científico le preguntaban si creía en Dios, respondía a rajatabla: “Sí, creo en el Dios de Spinoza”. Y este Dios no tiene nada que ver en el mundo violento, real y asfixiante que nos rodea en México por las pésimas políticas de nuestros gobernantes. Vuelvo a la anterior pregunta arriba deletreadas: Si el Estado no hace su parte y su trabajo, ¿lo debe de hacer Dios, lo debe de hacer el espíritu santo, lo debe de hacer la Divina Providencia?

Para el gran Baruch Spinoza, en voz de uno de sus especialistas, Jonathan Israel, negaba que hubiera un Dios benevolente separado de la naturaleza y que creó el mundo, y tampoco creía que el curso de los acontecimientos y lo que sucede en el mundo estuviera gobernado por una divinidad omnisciente. Para Spinoza no existe tal cosa como la Divina Providencia”. Siguiendo con la argumentación del especialista con base en una lectura detallada de la obra del filósofo, expulsado de su comunidad judía en su momento (Ámsterdam, Holanda, 1656): “...las Escrituras no eran algo divino, sino que fueron redactadas por personas reales que algunas veces tropezaron y hasta cometieron errores...”. Pues sí, es lo que aquí le he platicado una y otra vez, tanto en esta tertulia de “Café Montaigne” como en nuestro encuentro de “Hablemos de Dios”: los poetas, los narradores, los historiadores, los grandes fabuladores de la antigüedad escribieron ese libro de libros llamado la Biblia, y no hay ningún problema en ello. Es una virtud literaria e histórica que dejaran libro tan portentoso.

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Y usted lo sabe y anteriormente lo he dejado por escrito: sin usted, sin humanos, no existe Dios. Nunca al revés. Por eso Dios lo necesita a usted para existir y, digamos, vivir. Lea, es el Salmo 34: “Bendice mi alma a Jehová en todo tiempo... En Jehová se gloriará mi alma... Engrandeced a Jehová conmigo y ensalcemos su nombre en una sola voz...”. ¿Lo nota? Dios lo necesita a usted y a mí para estar sentado en su gran trono divino. Y claro que usted lo nota y creo lo sabe: Dios fue creado a nuestra imagen y semejanza porque nosotros los humanos, los poetas y rapsodas de la antigüedad, ya lo vimos con Spinoza, lo inventaron (lo inventamos). No al revés.

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ESQUINA-BAJAN

¿Hay muchos problemas en este México nuestro? Pues es eso, cosa de hombres, no cosa divina. Dios o los dioses están muy ocupados en sus cosas divinas. Leamos a un sabio de la antigüedad, Epicuro. Las divinidades pertenecen a un mundo con el cual no tenemos conexión alguna. Por ello, permanecen siempre ocupados en sus cosas. La gente piensa erróneamente que “los mayores males y los mayores bienes nos llegan gracias a ellos. Y no, nada de eso pasa realmente”. Hasta el mismo cura nacional, Miguel Hidalgo y Costilla, cuando confesaba a su devota Manuelita, le espetaba, “no creas en el infierno, eso son so flemas”.

Los dioses –escribió Epicuro– están permanentemente entregados a sus propias virtudes y consideran extraño a todo lo que les es diferente. ¿A qué se dedica Dios o los dioses? Vaya usted a saber. Pero definitivamente tienen muchas ocupaciones para estarse ocupando de cosas tan terrenas como pedir lluvia donde hay una seca de la chingada (Torreón, en mayo pasado y aún hoy). Deberían exigirle agua entubada a Andrés Manuel López Obrador y que cumpla sus promesas fallidas. En fin.

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¿Y la violencia, la maldad y la extrema violencia que azotan al país, y los suicidios y los feminicidios y las venganzas ya diarias y las masacres y...? Sí, es un poeta, como siempre, quien nos clarifica lo anterior. Es el gran José Emilio Pacheco. Lea usted sus versos poderosos...

LETRAS MINÚSCULAS

“Gran enigma es el Mal. / Sobre este punto Dios guarda silencio / y deja que hable el mundo en todo momento”. Le creemos al poeta. Siempre.

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