Café Montaigne 297: Generación Woke y la crisis de la literatura contemporánea
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Lo he platicado aquí en varias ocasiones: corría la década de los años noventa del siglo pasado. Amén de ir con mucha frecuencia a la Ciudad de México, por allá viví en dos periodos cortos. Ya luego y por una larga temporada en la ciudad de Monterrey. En la Ciudad de México conocí a una serie de escritores con los cuales en su momento compartí tertulias de café y cantina. Eran buenos y mejores tiempos a estos, los cuales nos desbaratan de a poco en poco.
Tan es así que muchos de esos buenos y apreciados amigos escritores han muerto. Han muerto jóvenes, según la línea de vida. No estoy seguro del todo en la torpe afirmación que voy a hacer, pero a mi generación y a la inmediata anterior se la está llevando el alcohol y los excesos en el no dormir, alimentarse poco y mal, vivir como si uno fuese eterno y rasparse la vida de tan singular manera, que todos están muriendo. ¿De qué mueren? Pues caray, de tanto vivir.
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Lo repito, en los años noventa del siglo pasado (pudo haber sido a finales de los ochenta) me la pasaba la mar de bien en compañía de Francisco Cervantes, Armando Oviedo, Francisco Conde Ortega, Eduardo Cerecedo, Eraclio Zepeda, Guillermo Fernández, Enzia Verduchi, Ignacio Trejo Fuentes. En una de esas mesas de café y lecturas llegó un jovencísimo Ignacio Padilla con un legajo bajo el brazo para la corrección y apostillas a uno de sus textos, de los cuales aún no publicaba en libro ninguno. Quien le corrigió esa tarde el manuscrito fue Ignacio Trejo Fuentes, uno de los mejores lectores y crítico puntilloso del staff del legendario suplemento “Sábado” de UnomásUno. Y hoy para desgracia de todos, el gran Nacho Trejo ha muerto (1955-2024). Se fue joven, ignoro las causas de su muerte.
Publicó varios libros de cuento y novelas, pero quien esto escribe lo recuerda por sus detallistas y ácidas críticas de los libros que se publicaban por aquellos días como novedades editoriales. Y ese tipo de crítica, apreciaciones objetivas y hasta la diatriba misma, hoy están ausentes en el panorama no sólo literario, sino en cualquier manifestación del arte en México. Vaya, la crisis de lectores es tan brutal que hoy las nuevas generaciones (y las no tanto, vea usted en lo que se ha convertido la generación o los seguidores de lo llamado “Woke”) se educan en la pantalla plana de un celular “inteligente”, cuando ellos ya dejaron de serlo.
De un buen tiempo a la fecha se recurre a las etiquetas, a encorsetar en clichés y en frágiles paréntesis y corchetes a las generaciones de muchachos (y los no tanto) que deambulan sobre la tierra, los cuales no tienen ideología, inteligencia ni mentalidad propias, sino que les son impuestas no pocas veces por un mercado ávido los cuales los toma como un producto más para comercializar. Son la generación o movimiento “Woke”, los “Millennials”, los “Z”, los “Centennials”, los Ninis”, las “feministas”, los neo entes que se autollaman “No Binarios”, los abiertamente gays, las lesbianas, las “Nenis”... ¿Lo nota? Estamos viviendo en la tiranía de la corrección política en un mundo donde en teoría ya no hay razas, género ni sexo. Todos lo pueden ser todo. Ya no es biología, dicen, sino elección.
Internet ha moldeado nuestros sentidos. También nuestra sexualidad. Todavía en la década del 2000 al 2010, un tiempo remoto, sin duda, nacer hombre o mujer tenía que ver con nuestros cromosomas, era algo biológico y natural (el género) determinado por la naturaleza. Una especie de “hardware”. Pero con Internet, ahora se ha puesto de moda y es una moda avasallante (vea usted el fatídico “8M” anual) decir que ser hombre o mujer o un neo ente, no lo da la biología, sino que es una elección (un “software”) o el resultado de “actuaciones sociales continuas”, según el analista Douglas Murray.
ESQUINA-BAJAN
Bajo la tiranía de lo políticamente correcto, ¿ha notado usted que de cinco años a la fecha sólo se premia a “mujeres” escritoras en los concursos de literatura en el mundo? Aunque le estoy preparando un texto al respecto, creo recordar que aquí en Coahuila, hace un año, se otorgó el Premio novela o cuento bajo el patrocinio de Amazon, a una mujer de la cual ya nadie recuerda su nombre. Y creo, ni la han leído.
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Hay dos premios internacionales recientes que se acaban de fallar, el “Reina Sofía” en España y el de novela “Lumen” también en la península. Ambos fueron para dos mujeres: el primero para Piedad Bonnett y el segundo para Natalia Litvinova. La primera poeta aquí nombrada gana el premio por el conjunto de su obra, la cual se destaca por ser “luminosa, aun cuando trata temas arduos como el desamor, la guerra, la pérdida o el duelo”.
La segunda ganó el premio de novela al tratar el tema de “Chernobyl”, la guerra, la inmigración, la vida en Bielorrusia, la resistencia de las mujeres... María Fasce, directora de la editorial Lumen, dijo, es “una novela luminosa y radioactiva”. ¿Lo nota? Son el mismo adjetivo para definir a dos escritoras tal vez políticamente correctas hoy, pero ¿y su literatura y valor el día de mañana?
LETRAS MINÚSCULAS
Esto de lo “Woke” gana terreno hoy, pero su valor tal vez sea cero en pocos meses más. “Stay woke”: “mantente despierto” (Letra de una canción del blusero Lead Belly).