Café Montaigne 300: La obra de Michel de Montaigne

Opinión
/ 11 julio 2024

El mundo ya no es como yo lo he conocido, como yo lo conocí todavía hasta algunos dos lustros. El mundo hoy en día muta diario. No hay freno ni bozal. Internet nos ha moldeado. Lo hace diario, insisto. Se nos ha hecho creer una engañifa: la rapidez, los memes y la “información” (no la reflexión) falsa, por lo demás, y la mayoría de las veces es lo de hoy. La inmediatez le gana al reposo y goce de los sentidos.

En un mundo donde aun en su vejez el futbolista Lionel Messi es comparado con Chaplin como una fuente de inspiración; donde Diego Armando Maradona (†) apeló en su momento a la mano de Dios para meter goles –luego cobraba una suma millonaria por repetirlo–, entonces afirmar y arriesgar decir que Michel de Montaigne es el mismísimo Dios empuñando una pluma de ganso para escribir sus portentosos ensayos, a nadie escandalizará.

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El Señor de la Montaña, como le dice el chileno Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931), apenas a los 25 años de vida ya se consideraba “viejo, cansado, en cierto modo acabado”. A los 55 años inició una relación misteriosa con una joven, Marie de Gournay, a quien no dudó en tenerla como “hija en adopción”, sin embargo, seguía casado y con cierto o mucho pudor mantenía con hilos apenas tejidos las costuras de su matrimonio, aunque un cierto escarceo erótico se desata entre el maestro, escritor de los célebres “ensayos” y la núbil admiradora, la cual no ceja en su deseo de conocerle hasta lograrlo y, al parecer, conocerle muy de cerca.

Michel de Montaigne (1533-1592). Parte de su vida, como lo cuenta Edwards en su novela “La Muerte de Montaigne”, transcurre en la soledad de su castillo, entregado a la lectura, a la redacción de sus ensayos y atento a la polución de sus ideas. Usted y yo los conocemos o denominamos como “Ensayos”, estos fueron la cristalización de una obra original, poderosa y portentosa a la cual rendimos tributo y fervorosa lectura.

Lo he contado antes: todo está contenido en la obra de los grandes autores. Uno de ellos es don Michel de Montaigne. No hay hoja de hierba la cual no levantó del pasto de la vida. Todos los temas le interesan, nada le es ajeno y todo cabe en todo. Todo cabe en un “Ensayo”: enrollar y desenrollar ideas y palabras. Todo el tiempo y, sin duda, sin poder agotar los temas planteados. ¿Cuáles temas? La vejez, la vida, la muerte, la experiencia, la juventud, la educación de los hijos, abordar el ocio creador, la gastronomía, los buenos vinos, el miedo, la cobardía, el tener conciencia... y claro, cómo no, el clima, el siempre veleidoso clima (el calor y sus sudores), el cual nos moldea y nos afecta sobremanera a nosotros los creadores.

Recluido en su fortín, “entre pocos, pero doctos libros” −para decirlo como el poeta−, Michel de Montaigne, según lo retrata Edwards en su novela, “poseía tierras, caballos y otros animales, viñedos, además de un castillo y una familia bien establecida y relacionada”. Ungido miembro en su juventud de una orden nobiliaria, fue miembro del Parlamento de Burdeos, fue alcalde de la ciudad en dos periodos de dos años cada uno; pero es recordado y está inserto en la historia de la humanidad por la redacción de sus célebres piezas literarias llamadas “Ensayos”. Textos de una perfección completa.

ESQUINA-BAJAN

Hoy, señor lector, el cual me hace favor de leer y coleccionar estos textos, arribamos al número 300 de esta entrega o saga donde usted y yo nos reunimos ya semanalmente para nuestra tertulia en este ya mítico y suyo “Café Montaigne”. ¿Son pocas o muchas letras? Al parecer, lo segundo. Se me han acercado editores con el fin de ya dejar estos textos en un libro o dos recopilatorios. Sin duda lo voy a hacer, pero necesito y quiero refilarlos, enrollar y desenrollar los temas, los ensayos aquí propuestos a su lectura.

Hoy arribamos a la cita 300 de este café y es un lujo y gozo para mí. Espero lo sea también para usted. Temas ha habido de todos. Y como hoy nos agobia el ingrato e infernal calor (olas o domos de calor se les dice), al releer aleatoriamente las brillantes páginas del maestro, he dado con una cita de escándalo donde De Montaigne se queja amargamente... del calor, sol jurado y sudores provocados. Habla de no poder concentrarse en sus estudios y habla de algo también padecido por quien esto escribe: no poder comer. Imposible sentarse a comer y degustar platos calientes.

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Un rápido fragmento, a reserva de luego demorarme en éste: “Temo el aire colado y huyo del humo mortalmente... la rudeza del verano es para mí más enemiga que la del invierno, pues aparte de que la incomodidad del calor es menos remediable que la del frío y a más que los rayos solares trastornan mi cabeza...”. Caray, no ando tan errado, son mis ideas hoy ya comprobadas sobre el calor, el sudor, el sol implacable: el infernal clima.

Acuse de recibo: hartos lectores se comunicaron con su servidor para tratar de conseguir una copia del libro “Mentiras completas, mitades y pocas verdades de los Ramosarizpenses”, de Francisco Cabriales. Al comentar de lo anterior con el alcalde de Ramos Arizpe, José María Morales, “Chema” Morales, él ha destinado varios para los lectores los cuales lo han solicitado. Gracias al alcalde de corazón, palabra y pensamiento por su generosidad.

LETRAS MINÚSCULAS

300 citas en este “Café Montaigne”. Espero usted siga en esta tertulia. Así sea.

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