Campanas: Recibimos al Año Nuevo
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Antes yo hacía el 31 de diciembre propósitos de Año Nuevo que deshacía el primer día de enero. Supongo que para eso hace uno propósitos de Año Nuevo: para deshacerlos
- I -
Con doblar de campanas despedimos al año que se va. Con repique de campanas recibimos al nuevo año.
Fin de año... Antes las campanas doblaban por los muertos. Nos lo enseñó el inglés John Donne en sus “Devotions Upon Emergent Occasions”, de donde sacó Hemingway el nombre para su novela “Por quién doblan las campanas”. Dijo Donne:
“...Ningún hombre es una isla. Todos somos una pequeña parte de ese gran continente que es la Humanidad. Un solo puño de tierra sorbido por el mar hace que Europa sea menos grande. En la misma forma la muerte de cada hombre nos empequeñece a todos, pues todos somos parte del género humano, disminuido por aquella muerte. Así pues, cuando las campanas doblen a muerto no me envíes a la aldea a preguntar por quién doblan las campanas. Están doblando por ti...”.
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El antiguo doblar de las campanas por los muertos se hacía con dos golpes largos seguidos de uno corto que se daba sin separar el badajo de la campana, de modo que el toque se oía sin resonancia, sordo. Así, dicen, suenan las Coplas que escribió Jorge Manrique por la muerte de su padre: dos versos largos y uno corto, como el doble de una campana funeral:
Recuerde el alma dormida.
Avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte,
tan callando...
- II -
Campanas... Si pudieran hablar nos dirían su antigua canción latina:
*
Laudo Deum verum;
plebem voco;
congrego clerum.
*
Funera plango;
fulgura frango;
sabbata pango.
*
Est mea cunctorum
terror vox daemoniorum.
“...Alabo al Dios verdadero; llamo al pueblo; congrego al clero. Lloro con los que lloran; rompo el rayo; celebro el día del Señor. Mi voz es el terror de los demonios, y los frena...”.
- III -
Con las campanas a vuelo recibimos al año nuevo. Pedimos que en los males nos vaya bien, no importa que en los bienes nos vaya mal. Es decir, esperamos tener buena salud aunque no andemos sobrados de dinero.
Este año será duro, afirman los entendidos. Que sea duro con tal de que nos dure y que duremos. Otros muy duros hemos vivido antes y vivimos aún para contarlos, si bien no para cantarlos.
Antes yo hacía el 31 de diciembre propósitos de Año Nuevo que deshacía el primer día de enero. Supongo que para eso hace uno propósitos de Año Nuevo: para deshacerlos. Ahora el único propósito que me hago es el de vivir. No es esa menuda tarea. Al comenzar el año enciendo la primera vela de la Divina Providencia, de las 12 que encenderé, una el día primero de cada mes. Mamá Lata, mi señora abuela, me aseguró que si hacía eso jamás me faltarían la casa, el vestido y el sustento. Desde que empecé a hacerlo jamás me ha faltado esa triple bendición. Sigo encendiendo las velitas. Iluminado por su pequeña luz seguiré caminando mientras lo quiera Dios. Me da Él un nuevo año, y eso es como si me dijera:
-Va de nuez.
De nuevo va mañana un año nuevo. Otra oportunidad; una más que recibo para hacer el bien y −empresa más difícil− para deshacer lo malo que hay en mí. Gracias a Dios por el año que se fue, y gracias también por el que llega. Que su final nos halle otra vez junto a aquéllos a quienes amamos y con quienes compartimos los dones preciosos de la vida y el amor.