Carreras para el futuro, ¿futuro para las carreras?

Opinión
/ 12 enero 2023

La única constante en el vertiginoso mundo que habitamos es el cambio y a ello no escapa el mercado laboral. Adaptarse con la mayor rapidez es la única respuesta viable

Hace casi una década, un par de académicos de la universidad de Oxford, Carl Benedikt Frey y Michael Osborne, publicaron un artículo que hasta la fecha sigue siendo citado en múltiples estudios: “El futuro del empleo: ¿Qué tan susceptibles son los trabajos a la informatización?”.

De acuerdo con ambos, la gran amenaza para el empleo, tal como lo conocemos, es la automatización. Según sus cálculos, el 47 por ciento de los empleos en los Estados Unidos se encuentran en riesgo de desaparecer debido a la introducción de mecanismos computacionales que, al automatizarlos, prescinden del ser humano para su ejecución.

Pero si las cifras sonaban alarmantes para el primer mundo, para regiones como América Latina eran aún peores: alrededor del 60 por ciento de todos los empleos de nuestros países son susceptibles de automatización.

A partir del estudio de Frey y Osborne el debate global sobre el tema se ha polarizado en dos posiciones: las de los “optimistas” y los “pesimistas”. Los primeros sostienen que con cada revolución industrial o tecnológica ocurrida en la historia del mundo ha pasado lo mismo: se destruyen empleos. A cambio, argumentan, se han creado muchos más, aunque de otro tipo.

El reto estriba entonces, no en prevenirnos respecto de cómo los avances tecnológicos modifican el mundo del trabajo, sino en desarrollar las capacidades para que quienes ven desaparecer su fuente de empleo puedan “migrar” a un trabajo diferente.

Decirlo es fácil, hacerlo es bastante complicado. Sobre todo si, como ocurre en nuestros países, tenemos un sistema educativo poco flexible que encuentra sumamente difícil adaptarse al vertiginoso ritmo de los cambios que impone la realidad actual.

El comentario viene al caso a propósito del anuncio realizado ayer por el Gobierno de Coahuila, que implica el desarrollo de un catálogo de opciones de estudio que pretende conectarnos con el futuro, creando opciones educativas que favorezcan la competitividad en el mercado de trabajo.

Hace casi un año, según se informó, las secretarías de Educación, Economía y del Trabajo, en conjunto con la iniciativa privada local, se dieron a la tarea de elaborar un documento en el cual se compilan las megatendencias del mundo del empleo y su relación con el mercado laboral de la entidad.

A partir de ese diagnóstico se desarrollaron 20 planes de estudio para carreras técnicas y 15 profesionales que buscan responder de manera más adecuada a las exigencias que, se prevé, aparecerán en el mercado del empleo en Coahuila durante los próximos años.

Se trata, sin duda, de una iniciativa relevante que parte de un diagnóstico adecuado: los avances tecnológicos están transformando el sector laboral de forma vertiginosa e imparable. Es necesario advertir, sin embargo, que se trata de un esfuerzo que deberá mantenerse en el tiempo porque la única constante hacia adelante será el cambio.

Y es que ya no se trata de identificar “las carreras del futuro”, sino de darles futuro a las carreras que están estudiando nuestros jóvenes.

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