Cárteles y violencia: Lodos de la política fallida de ‘abrazos, no balazos’
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López Obrador renunció a ejercer la legítima fuerza del Estado contra los delincuentes, y antes bien adoptó ante ellos una actitud complaciente
Jadeó, respiró fuerte, acezó, resolló y rebufó. Todo eso hizo el excitado novio al consumar el matrimonio en la noche de bodas, a más de proferir alaridos pasionales y ululatos más estentóreos que los de Tarzan en la Scarpa Mutia. Llegó por fin al culmen del deliquio y se desplomó luego, agotado, de espaldas en el lecho. Su flamante esposa comentó: “A este hotel le falta mantenimiento. La pintura del techo tiene 475 descarapeladas”... Sentado en el suelo –en él había caído– el médico le dijo a su bella paciente, mujer de túrgido y opulento busto: “Señorita Tetonina: la próxima vez que le diga ‘Tome aire’ deme tiempo de hacerme a un lado”... Pepito le preguntó a su mamá: “¿Qué te regaló anoche mi papi? ¿Una bici? ¿Una moto?”. La señora, extrañada, le preguntó a su vez: “¿Por qué piensas que me regaló eso?”. Explicó el chiquillo: “Es que a través de la puerta de la recámara oí que te dijo: ‘Ahora súbete tú’”... El día del asesinato de John F. Kennedy la anciana madre del Presidente Municipal de un pequeño pueblo del norte de Coahuila llamó por teléfono a su hijo, y llena de angustia le pidió: “¡Cuídate, hijito! ¡Están matando presidentes!”. Hoy por hoy en México están matando alcaldes, diputados, senadores, fiscales, jueces, magistrados, jefes policiacos, sacerdotes, funcionarios y políticos diversos, a más de ciudadanos comunes y corrientes. He ahí la sanguinosa herencia que AMLO le dejó a la encargada de ponerle el segundo piso a su muy mal llamada 4T. Lodos son éstos de aquellos polvos levantados por la errada y errática política de “abrazos, no balazos”, la cual pareció amistosa connivencia con el crimen organizado, que puso los balazos al tiempo que el Gobierno desorganizado aportaba los abrazos. Malo cuando los habitantes de muchas ciudades del país no pueden salir de su casa sin antes hacer testamento, encomendarse a todas las potencias celestiales y despedirse quizá para siempre de sus seres queridos. En ese ambiente de inseguridad la vida de las personas inocentes está en continuo riesgo, y cualquiera la puede perder por el sólo de hecho de estar en el lugar y tiempo en que la violencia se desata. López Obrador renunció a ejercer la legítima fuerza del Estado contra los delincuentes, y antes bien adoptó ante ellos una actitud complaciente que propició el fortalecimiento de los cárteles de la droga y la apropiación por parte de las bandas criminales de extensas porciones del territorio nacional. Las funciones de policía están ahora en manos de los militares, pero ocupados ellos en administrar sus empresas y negocios no tenemos ya quien nos proteja. ¿Querrá prestarnos AMLO su estampita del Detente?... No sé si la historia que en seguida voy a relatar es verídica o apócrifa. Los maridos la tildarán de falsa; las esposas dirán que es verdadera. Y es que jamás un hombre llega a conocer cabalmente a su mujer; pero una mujer conoce a cabalidad a su hombre después de la primera noche juntos. He aquí el relato... Cierto señor casado salía de su casa los viernes por la noche a jugar dominó con sus amigos. Uno de esos viernes salió y no regresó ya. Después de buscarlo inútilmente por doquier, y también por todas partes, su esposa dio cuenta de su desaparición a las autoridades. Tampoco las corporaciones policiacas lo encontraron. Pasaron diez años y un buen día el sujeto se presentó en su casa muy orondo, como si solo hubiera salido unos minutos para ir a la tienda de la esquina. Su mujer se llenó de alegría y le dijo: “¡Mañana haré una cena para celebrar tu regreso con nuestros amigos y nuestros familiares!”. “¡Ah, no! –protestó el tipo–. Mañana es viernes. Es mi noche de dominó”... FIN.
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