Caso VANGUARDIA: contar lo que pasa es necesario; entender por qué pasa es imprescindible

El periodista Ryszard Kapuściński dijo, en “Los Cínicos no Sirven para este Oficio”, que todo periodista es un historiador. “Y que el buen y mal periodismo se diferencian fácilmente: en el buen periodismo, además de la descripción del acontecimiento, tiene también la explicación de porqué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico. Encontramos el relato del mero hecho, pero no conocemos ni las causas ni los precedentes. La historia responde simplemente a la pregunta: ¿por qué?”.

Esta explicación del gran periodista polaco embona en estos momentos con lo que sucede a Grupo VANGUARDIA, mi casa editora.

Y es así. El relato del mero hecho es: se perdió un juicio mercantil que obliga a la empresa a ceder activos.

Sin embargo, también hay explicaciones, contextos históricos, causas, precedentes, conexiones y, sobre todo, preguntas: ¿por qué?

Esta semana en las páginas de VANGUARDIA se dio cuenta de ello: de distintos antecedentes del caso y de contextos, como la conexión política de Grupo Inmobiliario España Juárez S.A. de C.V., la razón social detrás de la demanda y del juicio.

Y esto apunta a un gran cuestionamiento: ¿cómo es que los socios de la razón social, un exfuncionario público y otro vigente del Poder Judicial del estado, además de otro exfuncionario que participó en el órgano de vigilancia (ya fallecido), los tres de tercer nivel en la estructura de gobierno, se hicieron de esta sociedad financiera? ¿Qué respaldo económico tenían? ¿Qué experiencia tienen en el tema?

¿Por qué uno de ellos ocultó en su declaración de intereses como servidor público que era parte de una sociedad? Situación que se considera grave de acuerdo con la Ley General de Responsabilidades Administrativas. ¿Qué tanto conflicto de interés moral existe cuando uno de los socios involucrados trabaja en el mismo andamiaje estructural del Poder Judicial (estatal) que resuelve su caso?

Estos cuestionamientos son una señal de alerta sobre la forma en que se cruza la política, el poder económico y la justicia en nuestro entorno. El periodismo que se niega a ser cínico, como decía Kapuściński, no puede ver con normalidad que funcionarios públicos se conviertan en empresarios en la penumbra, ni que omitan vínculos que la ley les obliga a transparentar.

El periodismo a menudo tiene más preguntas que respuestas. Pero esas preguntas son esenciales porque incomodan, señalan, provocan. Preguntar por qué, cómo, quién gana y quién pierde no es sólo método: es deber. Y en contextos opacos y oscuros, las preguntas son la mejor defensa frente a la impunidad.

AL TIRO

Quizá esta historia, jurídicamente hablando, pueda tener un final. Uno que duele. Quizá no lo tenga tan claro aún. Sólo las partes lo sabrán. Pero lo que sí debe quedar claro es que, como periodistas, tenemos la responsabilidad de no sólo narrar el “mero hecho”, como decía Kapuściński, sino también de escarbar en sus raíces. Porque contar lo que pasa es necesario; entender por qué pasa, es imprescindible.