Coahuila: conductores que no saben conducir... pero tienen licencia
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La negligencia de quienes tienen a su cargo el proceso de expedición de licencias de conducir en Coahuila ronda las fronteras de lo criminal y es, sin duda, una conducta inadmisible
Si uno revisa habitualmente los medios de comunicación en Saltillo, incluso de forma superficial, no tardará en notar un hecho: es prácticamente imposible que pase un día completo sin que se registre un accidente vial en el cual se encuentre involucrado un vehículo cuya conducción demanda la obtención previa de una licencia de manejo.
Tampoco hace falta leer mucho para encontrarse con otra constante: una alta proporción de los accidentes viales tienen como causa primigenia la falta de pericia por parte de quien conducía alguno de los vehículos involucrados en los hechos.
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La pregunta salta sola: ¿cómo es que alguien que carece de las habilidades básicas para conducir un vehículo puede colocarse al volante de uno y conducirlo por las calles de nuestra ciudad?
La respuesta a la interrogante parece encontrarse en el reporte que publicamos en esta edición: las autoridades responsables de garantizar que nadie pueda conducir un vehículo sin que se haya certificado su habilidad para ello, no cumplen con sus obligaciones legales.
O, para decirlo con mayor claridad: a juzgar por las evidencias que tenemos a la mano, la expedición de licencias de conducir ha sido convertida en una actividad meramente recaudatoria de la cual se ha eliminado el deber de cuidado que implica para los servidores públicos.
No estamos hablando de un asunto menor: de acuerdo con los datos recabados por VANGUARDIA, una persona fue capaz de obtener dos licencias, una para conducir automóviles y otra para motocicletas, ¡sin que tenga idea de cómo se conduce ninguno de los dos!
El testimonio de la persona que proporcionó la evidencia a VANGUARDIA es realmente escalofriante: el examen teórico que debió presentar en ambos casos es uno que claramente no sirve para identificar a quien sí saben conducir de quienes no y el examen práctico es absolutamente inexistente.
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Una vez más, las preguntas saltan solas: ¿cuántos accidentes viales han ocurrido en Saltillo -y muy probablemente en otros municipios del Estado- debido a que se ha permitido que alguien sin conocimientos de manejo acceda a la obtención de una licencia?
Peor aún: ¿cuántas personas han muerto debido a que un conductor incapaz no pudo -o no supo- controlar el auto que manejaba y terminó atropellando a un peatón, o impactando otra unidad móvil?
Responder a tales preguntas es imposible sin una revisión exhaustiva de los registros de accidentes viales en la ciudad. Pero dada la gravedad de lo ocurrido, la mesa se encuentra puesta para la especulación y cualquier hipótesis en este sentido suena plausible.
Cabría esperar, desde luego, que la respuesta de las autoridades responsables de este hecho no sea el silencio o, peor aún, la articulación de un intento por justificar lo hechos o minimizarlos afirmando que se trata “de un caso aislado”. Frente a la gravedad del caso se requieren respuestas serias.