Coahuila: El rey moribundo y su herencia
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En su obra “El Rey Lear”, Shakespeare refiere que nadie ayuda al rey moribundo. Es una sentencia que es aplicable al momento en que un soberano está por perder el poder, debilitado y casi inerte.
El Gobierno de Coahuila, dejado al encargo de un gerente de negocios hace ya casi seis años, se ha caracterizado por ser una administración de mucha política y pocas obras.
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Escasas oportunidades y pérdidas para poder haber convertido a la entidad en un liderazgo que atrajera grandes inversiones. En cambio, Coahuila no ofrece beneficios para la instalación de empresas y mucho menos la infraestructura carretera y logística que requieren las grandes armadoras. Entonces, a tener que conformarse con lo que hay. Como diría mi abuela: de lo perdido, lo encontrado.
La sentencia, a la que fueron condenados los gobiernos coahuilenses desde 2011 a la actualidad, nace por el atraco que cometió Beto “El Bailador” en el patrimonio del estado.
Y es que habiendo recibido deuda cero en bancos de Enrique Martínez, Moreira (el mediano) se dedicó a despilfarrar los dineros en programas populistas como los uniformes, zapatos, computadoras, despensas, tarjetas y demás para la gente, lo que provocó una deuda pública al 2008 de más de 8 mil millones de pesos.
Evidentemente, toda esa deuda fue ilegítima, ya que los decretos de origen en el Congreso del estado requerían de un fundamento para endeudar a la entidad, referenciado en la realización de obras de desarrollo, que era la única forma de pedir dinero a bancos en esos años.
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Entre 2009 a 2011 la deuda pública creció hasta llegar a los 34 mil millones de pesos, resultando que el destino de ese dinero fue para pagar la cuota de apoyo a Peña Nieto, a fin de que Humberto pudiera ser presidente del PRI. Entonces 20 mil millones de pesos pararon en las arcas PRI para las campañas de los estados de Nayarit, Michoacán, México y Coahuila, y otro guardadito para la Presidencial del siguiente año; y lo más importante, sin recibo de pago. ¡Haya cosa!
Sucedió que en plena campaña de su hermano mayor a la gubernatura de Coahuila, derivado del trato excluyente que Humberto dio a Manlio Fabio Beltrones en el PRI, este político filtró a Armando Guadiana la información de la deuda de Coahuila, y después de una serie de publicaciones y por ende escándalos, que el pintoresco político quiso eliminar con el “Ya Chole”, primero tuvo que reconocer un adeudo de 7 mil millones de pesos y después renunciar al PRI para no ser un lastre.
Rápidamente el hermano mayor y sus secuaces ordenaron al centro de alabanza, al que pertenecían los ministros de culto Olmos, Hilda Flores, Verónica Martínez, Salvador Hernández y Francisco Tobías, entre otros, emitir a vapor una ley de deuda pública en la que ilegalmente le dieron efectos retroactivos, a fin de que cualquier deuda presente o futura no tuviera la formalidad de la aprobación del Congreso para poder celebrarse. Y al mismo tiempo ordenó al presidente del ICAI que guardara con 10 candados y hasta 2024 los documentos de la deuda. “Y tan, tan”, como dijo después Rubén “N”.
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La deuda pública para diciembre de 2017, según datos de la SEFIN, era de 37,250 millones de pesos, es decir, después de haber sido renegociada y pagar la friolera de 12 millones de pesos diarios de interés desde diciembre de 2011, había crecido en forma inexplicable, ya que cada renegociación evidentemente refiere una quita de intereses, si no para qué negociar un adeudo.
Pero resulta que la deuda pública de Coahuila es considerada, desde tiempos del hermano mayor y tirano, como un jugoso negocio en el que ganan no sólo los bancos, sino también los negociadores del gobierno.
Esa fórmula fue heredada a Riquelme, quien ha obedecido fielmente la táctica y lo ha hecho de manera eficiente para sus haberes, ya que a la fecha la deuda llegó a 38,121 millones de pesos y pretende aventarla a 25 años más y así salvarle el tema a su sucesor.
Ante esa situación es necesario que Manolo, si es que su pretensión es ser un buen gobernante y no un gerente más, detenga la intentona y privilegie las siguientes acciones: 1) permitir la apertura de los documentos de la deuda, 2) se haga de consejeros con experiencia en negociación, finanzas, de actuarios y abogados para ir a las entrañas de la deuda y darle una solución que no afecte al desarrollo del estado, y 3) frenar el decreto ilegal promovido por Riquelme. Extrañamente recuerdo el decir de Maquiavelo: “No puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad”. Ya veremos.