Como bien sabemos, en Coahuila y el Estado de México las elecciones para gobernador tienen lugar mientras transcurre el quinto año de cada sexenio presidencial.
Desde que se dio la alternancia a nivel del Ejecutivo Federal, las clases políticas locales sacan provecho de este calendario que les concede cierto privilegio muy particular, puesto que pueden reestructurarse y renovarse en momentos que para el Gobierno Federal en turno significan declive, mayor desgaste y menor popularidad. Son, además, momentos en los que todavía no se sienten los efectos de la inminente campaña presidencial.
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Este privilegio ha sido más notorio cuando el PRI no ha tenido el Gobierno Federal. En 2005 y 2011 gobernaba el PAN, y Morena lo hace en 2023. Siendo presidente Vicente Fox, Humberto Moreira y Enrique Peña Nieto se beneficiaron de esa situación; en 2011 ese beneficio recayó en Rubén Moreira y en Eruviel Ávila. En 2023 el beneficiado fue Manolo Jiménez. La fórmula no funcionó en 2017 porque gobernaba el priista Enrique Peña Nieto, y estuvieron a punto de perder la gubernatura en ambas entidades. ¿Qué pasó en el Estado de México en 2023?
Encuentro dos diferencias cruciales entre Coahuila y el Estado de México que explican la mayor supervivencia del PRI coahuilense y el desplome del Grupo Atlacomulco, que ya descansa en paz. En primer lugar, tenemos la distancia que media entre Coahuila y la capital de la República. El Estado de México y la capital federal, propiamente, constituyen el corazón del país. Prácticamente no existe división entre el corredor Naucalpan, Tlalnepantla, Huixquilucan, Atizapán, Ecatepec, Chalco y la Ciudad de México.
Pero la ubicación sólo explica una parte de la ecuación, la otra se entiende si consideramos la población de ambas entidades y el peso de sus padrones electorales. En la pasada elección presidencial, Claudia Sheinbaum obtuvo 808 mil 040 votos en Coahuila. Fue la candidata más votada en nuestra entidad. En tanto, en el Estado de México obtuvo 4 millones 910 mil 698; seis veces más.
Para un partido que lucha por el poder a nivel nacional resulta mucho más rentable concentrar tiempo, dinero y esfuerzo en el Estado de México. Esta rentabilidad y la virtual defección de Alfredo del Mazo en favor de López Obrador, explican la derrota del PRI en el Estado de México y la pervivencia del PRI en Coahuila. Mientras la maestra Delfina era cortejada por todo el aparato de Morena, al ingeniero Guadiana y su equipo los abandonaron a su suerte.
También existen otras razones, consideremos la mezcla entre rudeza y astucia del PRI coahuilense, ayudadas, digamos, por la lejanía del centro y la baja rentabilidad electoral de Coahuila. Pudiera decirse que el arte de caravanear, adular, aplaudir o barbear al Gobierno Federal en turno, y la rudeza con la oposición local, explican aún más el éxito del PRI en Coahuila.
Lo estamos viendo otra vez, en Coahuila se acosa, persigue, reprime al partido del Presidente en turno, o simplemente se soborna a sus dirigentes. Ocurrió con el PAN en tiempos de Fox y Calderón, y ya ocurre con Morena en tiempos de López Obrador. La estrategia parece insuperable. La semana pasada presenciamos hechos muy reveladores. Me recordaron las luchas del panismo local entre 2000 y 2012. Mientras en la Ciudad de México, Manolo Jiménez aplaudía, barbeaba y posaba con la Presidenta Electa; en Coahuila, los morenistas eran acosados por supuestos ciudadanos dizque opositores a la reforma judicial.
Más allá de ese tema en concreto, quienes somos de Coahuila sabemos que ese es el estilo del PRI local. Ya hasta da risa. Lo que hicieron a Ricardo Monreal o Gerardo Fernández Noroña la semana pasada, lo hicieron a Josefina Vázquez Mota, a César Nava, a Santiago Creel y a Luis Felipe Bravo Mena. Recuerdo que Josefina me preguntaba por qué la rudeza y la ofensiva de los periodistas locales. ¿Cómo olvidar las preguntas por consigna de La Chata y de otros periodistas veteranos de Saltillo?, donde por cierto se concentra este modus operandi. Vaya, ellos mismos me lo decían.
Esto se complementa con el “pisa y corre” de los políticos de la cancha nacional. Para ellos, todo lo anterior queda en simple anécdota, Coahuila sólo es una de las 32 entidades, apenas pinta en el panorama nacional, así que se van y no regresan hasta pasado un año. Sumarán cuando mucho doce visitas al Estado a lo largo del sexenio.
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Ahora bien, no podemos olvidar el silencio cómplice del partido de los presidentes en Coahuila. Sucedió con el PAN y ahora pasa con Morena. Con sus muy honrosas excepciones, la mayoría calla y se cuida las espaldas. Algo le hacen en Saltillo a los dirigentes de oposición, quizá sea el agua. Pero todos justifican, se distraen o de plano defienden al sistema político estatal.
Los dirigentes de Morena brillaron por su ausencia en la elección del 2 de junio pasado. Después del acoso que sufrieron en su foro de la semana pasada, nadie se atreve a apuntar a los responsables. ¿Estarán apanicados? Tuvo que salir Gerardo Fernández Noroña para señalar al Gobernador, quien departía con la Presidenta electa en la Ciudad de México. Pero eso sí, pareció justificar a Rubén Moreira. Vaya chamaqueada. ¿No se dio cuenta que el precio de Rubén y del PRI para la reforma judicial subió y que Manolo ya se congració con Sheinbaum? El único reducto de oposición parece estar en el norte del Estado. Allá, tan lejos de Saltillo, donde los votos no suman tanto, como para que el centro del Estado se preocupe. Qué ironía.