Coahuila seguro
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La seguridad en Coahuila no es más que una leyenda, un slogan acomodaticio de esta administración.
Si bien es cierto, parte de los efectos de la inseguridad que se vive en el estado fue influenciada por la manera en que fue tratado el tema en los dos anteriores sexenios del terror y muerte moreiriano. Al arribar a su mandato, el actual administrador sabía de los retos que este rubro importante merecía, pero su falta de enfoque y compromiso ha generado que −si bien es cierto no se dan los enfrentamientos de antaño a lo descarado− hoy día se viva en un ambiente de zozobra en los negocios, en las casas y hasta en las escuelas de los delitos considerados locales y que son de exclusiva competencia del Gobierno de Coahuila.
La nominación del primer responsable de la Secretaría de Seguridad Pública provocó una reacción directa de su jefe, el anterior Secretario de Gobierno, pues simplemente no concatenaban esfuerzos y, quejándose de la falta de recursos y del rechazo a sus propuestas en el tema, simplemente renunció siendo sustituido por quien venía de haber perdido (de calle) la alcaldía de Piedras Negras y cuyo premio de consolación fue hacerla responsable de la seguridad de los coahuilenses (¡qué arriesgado!).
Para no hacer el cuento largo, la citada funcionaria, de cuyo nombre no quiero acordarme, proyectó dos estrategias a fin de que la policía estatal sirviera para los fines de control político y amedrentamiento de aquellos que osaran a criticar al mandatario estatal y encargado de negocios de la marca y, por otra parte, usar la infraestructura para el espionaje a todos los niveles de los propios y extraños.
Para la primera tarea entrenó a los “orcos” en la neutralización de ciudadanos a fin de intimidarlos; basta el ejemplo de lo acontecido con el plantón de maestros disidentes de la Sección 38 en la Plaza de Armas de Saltillo en vísperas de las fiestas patrias del año pasado para enfatizar y confirmar ese “entrenamiento”.
Los profes habían comprado cohetes Cat Black, chifladores, buscapiés, palomitas de a peso, de a 3 y de a 5 para festejar el grito alterno en ese escenario, pero días antes desalojaron a los mentores para acto seguido secuestrar la plaza por tiempo indefinido con la excusa de su mantenimiento.
Para cumplir el segundo cometido se adquirió un sofisticado sistema de identificación digital de rostros, pero éste en lugar de ser colocado en las colonias peligrosas fue instalado en las esquinas de Palacio a fin de poder descubrir a quienes vayan a protestar y usen capuchas. Hasta allá llegan los miedos, las frustraciones, las carencias emocionales, los traumas y complejos. ¡Haya cosa!
Pero mientras suceden esas travesuras, el estado de Coahuila va a la deriva en materia de seguridad pública y las cifras salen de ellos mismos, así es que no hay excusa.
De enero de 2022 a la fecha se han cometido en nuestra tierra 39 mil 110 delitos del orden común, de los cuales: 3 mil 184 son contra la vida y 11 mil 845 han sido robos, incluyendo 440 delitos cometidos por servidores públicos, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Con estas cifras estamos muy por encima de lugares que tenían fama, y sólo eso, de ser zonas calientes, como Michoacán con 26 mil 290; Durango, 15 mil 718; Guerrero, 15 mil 820 y Sinaloa con 17 mil 088 delitos del fuero común.
Hay una estrategia fallida en seguridad porque, como lo comentamos, se está utilizando a la policía no para perseguir a los delincuentes o prevenir los delitos, sino para amedrentar, seguir, espiar y asustar a los ciudadanos que no piensan a la manera de la autoridad.
Si nos vamos a la capital y tierra querida, Saltillo, nos encontramos que el anterior encargado de la seguridad pública estatal, y hoy alcalde, está reprobado en ese aspecto.
Según cifras del Semáforo Delictivo estatal (oficial), durante 2022 la ciudad está en rojo en: homicidios, narcomenudeo, lesiones, violación y violencia familiar. Otro dato proveído por la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) señala que la percepción de seguridad de los saltillenses bajó para llegar al 29.8 por ciento, es decir, 3 de cada 10 paisanos no se sienten seguros en Saltillo.
¿Quieren datos más específicos? Estos los recogí de un día en VANGUARDIA (28 de agosto: “Reportan detonaciones de armas en una fiesta en el centro” (11:44 horas); “Riña entre pandillas en Loma Linda deja 14 detenidos” (11:38 horas); “Golpean y detienen a hombre que quiso asaltar gasolinera” (11:18 horas) y “Golpean salvajemente a vendedor de flores afuera de un bar” (11:01 horas). Ahora sí que, como decía el viejito de Nava, si no podían con el paquete pa’ qué le entraban, carajo.