Coahuilenses, respeten la ley, pero orinen a sus representantes

Opinión
/ 15 diciembre 2024

El caso VANGUARDIA y la reforma judicial deben ser la coyuntura para evitar que se reciclen jueces, magistrados y demás corruptos ya conocidos en nuestro Poder Judicial

Los coahuilenses leímos el pasado jueves la opinión del respetado académico Carlos Manuel Valdés en Foro de VANGUARDIA, respecto a la ya inocultable pudrición del Poder Judicial estatal, asunto que ya habíamos comentado en este espacio y que ahora recalca el maestro Valdés cuando señala “que a través de nuestra historia hemos visto que la práctica ilícita de los jueces es mucho más habitual que la aplicación de la ley”.

Y nuestro académico se remonta hasta la antigüedad para constatar que el prevaricato es frecuente en todas las instancias jurisdiccionales. Con menos rigor histórico aquí, en este espacio, publicamos hace seis años (9/dic/2018) lo que el lenguaraz Pito Pérez clamaba contra los jueces en esa novela de 1938: “Los jueces me hicieron abominar de la justicia de este país con todas sus triquiñuelas y sus maldades. ¡Pobrecitos de los pobres! Yo les aconsejo que respeten siempre la ley y que la cumplan, pero que se orinen en sus representantes”.

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Hay jueces y magistrados en Coahuila que merecen respeto, pero no aquellos que Carlos Manuel Valdés menciona y que en dos días lanzaron una sentencia en contra de VANGUARDIA, lo cual delata a los jueces justicieros tarifados, vendidos y corruptos, como todos aquellos que motivaron a pulso la reforma del Poder Judicial de la Federación, misma que generó la reforma judicial del gobernador Manolo Jiménez Salinas que atacará el prevaricato y su aliado tortuguismo o tasada celeridad.

Un tortuguismo que contrasta con la celeridad expedita en la sentencia contra VANGUARDIA y que nos remite a los juicios sumarios de un estado de excepción. De veras qué joder con esa subjetividad judicial, donde cada juzgador se ufana de su “autonomía”, “independencia”, “interpretación filosófica personal” ($$$) y demás jergas legaloides que a su señoría más convengan ($$$). Y yo me cago sobre muchas de esas señorías.

Este columnista padece del tortuguismo y corruptelas del Poder Judicial local, que ha tratado con toda tersura a la defraudadora inmobiliaria Lizeth “N”, cómplice del notario Saúl “N”, delincuentes organizados que devastaron a decenas de víctimas en su patrimonio. El notario sigue estafando y la defraudadora anda libre y campante con su brazalete porque, según los jueces, está loca.

El 30 de diciembre del 2018 publicamos el artículo titulado “Aquí no hay jueces de Berlín”, relatando a Federico el Grande, de Prusia, que ordenó derribar un molino que le molestaba. El molinero acudió a un juez de Berlín que impidió el abuso de poder. Los cortesanos, expectantes de la reacción violenta del monarca, quedaron sorprendidos cuando el rey aplaudió la instancia judicial de su reino: “Me alegra saber que aún hay jueces honestos en Berlín”. Cierto es que ese déspota ilustrado abrió la judicatura de Prusia a los hombres comunes ajenos a la aristocracia.

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En los tiempos del ahora aristócrata Goyo Pérez Mata no hubo jamás un juzgador que se opusiera a los mandatos del entonces déspota gobernador. Y hasta la fecha no hay fiscal ni juez que persiga y juzgue a la Marucha, por ejemplo. Ni a ningún otro esbirro de aquellos despotismos. Sus jueces/juezas que no eran de Berlín, sino cofrades vernáculos, tienen bufetes que litigan los asuntos de su jurisdicción. ¿Acaso los “Charreola” no litigan los asuntos penales de juzgados y sala de esa materia?

El caso VANGUARDIA y la reforma judicial deben ser la coyuntura para evitar que se reciclen jueces, magistrados y demás corruptos ya reconocidos de nuestro Poder Judicial.

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