Con el PRI, Coahuila sigue atorado en el siglo XIX

Se repite con singular alegría y con desparpajo que la llegada de Morena a la gubernatura del estado traería consigo un aumento en la inseguridad, a razón de la evidencia que encuentran en un estado de la república, Zacatecas. Dos años después de que Morena ganara la gubernatura de ese estado, la comentocracia coahuilense descubrió que existía tal estado y que viene cargando un problema de inseguridad desde hace tiempo. ¿Recuerdan cuando en México gobernaba un presidente cuyo secretario de seguridad pública y director de la Policía Federal estaban en la nómina del cártel de Sinaloa? ¿No? Se llamó Genaro García Luna e Iván Reyes Arzate, el primero juzgado en Estados Unidos en el momento en el que se escriben estas líneas y el segundo declarado culpable y en la cárcel ya. Curioso, nadie menciona este episodio de nuestra vida nacional.

Tampoco nadie menciona al fiscal de Guanajuato, Carlos Zamarripa, quien asumió en 2009 y que terminará su encargo en 2027, acusado de colaboracionista con el narcotráfico en un estado gobernado hace 25 años por el PAN. Dicho sea de paso también, Guanajuato es el estado más violento del país.

Como nadie ve la conferencia matutina del Presidente, tampoco se han enterado de la disminución del 17.7% en la tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes desde que inició el sexenio. Una tendencia nunca antes vista en México en los últimos 20 años. El problema es Morena, porque Morena es malo y ya. Un aforismo repetido hasta el cansancio por quienes se ostentan como la voz crítica e ilustrada de la sociedad coahuilense. Totalmente perdidos.

Quizá se explique por los 500 millones de pesos que gasta el gobernador del estado en publicidad oficial y con la que mantiene a raya a medios de comunicación para que hablen poco o nada de la situación del estado. Con un crecimiento pobre y una inversión en infraestructura desplomada, sigue el PRI condenando al pueblo de Coahuila a un modelo exportador basado en el trabajo maquilador. El modelo Coahuila que tanto presume el gobernador es el de mantener y promover la desigualdad estamental que existía en el siglo XIX antes de la revolución: industriales extranjeros, latifundistas nacionales y un pueblo oprimido y explotado. No se vale.

Habrá que seguir luchando por liberar a Coahuila del yugo opresor de una manera corrupta y mediocre de entender el ejercicio del gobierno.