Concierto para flauta y orquesta de François-Joseph Fétis
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Pocos son los ejemplos de compositores europeos que alcanzan una edad avanzada en condiciones de salud que les permitan seguir trabajando. Pienso en Franz Joseph Haydn (1732-1809), y en su última gran creación: Las estaciones (1801) compendio de sabiduría y humanismo, escrita a los 69 años. Verdi (1813-1901), quien a sus 79 años escribió Falstaff (1892), modelo de lirismo, madurez dramática y de comedia operística, basada en Shakespeare. Johannes Brahms (1833–1897) escribió las introspectivas, diría que hasta un poquito resignadas, Sonatas para clarinete Op. 120 (1894), a los 61 años, tres antes de morir.
En este horizonte de serenidad meditativa descuella el belga François-Joseph Fétis (1784-1871) compositor, maestro y sobre todo, enciclopedista, autor del Concierto para flauta y orquesta en si menor, de 1869, escrito a los 85 años de edad. Es notable para su época, cuando la esperanza de vida en Europa era de 40 años. Y ahí está para ilustrarlo El perfume, de Süskind.
El Concierto para flauta, de Fétis, es galante y juguetón, por decir lo menos, lo que contrasta con la tonalidad en si menor en la que fue escrito, generalmente de carácter más bien umbrío. Los conciertos para flauta previos, como el No. 1 en sol mayor, K. 313, o el No. 2 en re mayor, K. 314, de Mozart, están en tonalidades alegres y jubilosas. Y ni qué decir de Il Cardellino, en re mayor, RV 428, de Vivaldi, resplandeciente dechado de gozo, capaz de levantar a un muerto.
Fétis compuso su concierto en los tres movimientos típicos del clasicismo: I. Alegro, II. Adagio, y III. Allegro ma non troppo. El Alegro inicia con un primer pasaje sumamente adornado que cede a una melodía apacible a cargo de la orquesta; regresa a un dinamismo fulgurante, para retornar de nuevo a la mansedumbre de la orquesta. Sin embargo, de tanto en tanto, la orquesta explota, literalmente, casi arrebatando la palabra a la flauta, sólo para regresar al canon clásico. Me atrevería a proponer que Fétis, admirador de Bach y del barroco —obras matemáticamente medidas y simétricas—, admite la presencia del Romanticismo de Beethoven, fallecido 42 años atrás, en esas explosiones de la orquesta presentes sólo en el primer movimiento. Éstas obligan a pensar en las detonaciones románticamente beethovenianas de, por ejemplo, el inicio de sus sinfonías 3 (Op. 55) y 5 (Op. 67), y el quinto concierto para piano (Op. 73).
El breve segundo movimiento, Adagio, de tan solo cuatro minutos, es un lírico deambular de la flauta que funciona como un respiro para dar pie al tercer movimiento. El Alegro ma non tropo (alegre mas no demasiado) sí es demasiado alegre que, ahora sí, abre con una clara referencia barroca vivaz, que exige toda la destreza del solista.
Si bien el concierto es una obra refulgente, llena de momentos de vibrantes requerimientos para el solista, y desde luego, para la orquesta, se trata de una obra menor, más cercana a la música galante, música para gustar y no mucho más.
Conocido por su monumental obra enciclopédica en ocho volúmenes Biografía universal de los músicos (1835-1844), aun de consulta obligada, François-Joseph Fétis fue un prolífico compositor, violinista, erudito, historiador, teórico musical, organista, educador y director de orquesta. A los 9 años escribió su primer concierto para violín, aun antes de ingresar al Conservatorio de París, de donde fue maestro a los 27 años de edad. Ahí se dedicó de lleno a la escritura de obras didácticas, y de su también famoso Tratado del contrapunto y la fuga. Su dedicación a la escritura lo llevó a obtener la plaza de bibliotecario del Conservatorio, y a fundar la primera revista francesa especializada en música: La Revue Musicale, que editó entre 1827 y 1835. Su bien ganada reputación hizo que Leopoldo I de Bélgica, padre del sanguinario Leopoldo II, lo llevara a Bélgica como director del Conservatorio de Bruselas, y maestro de capilla de la orquesta del rey.
A la fecha ninguna de las decenas de obras de Fétis se interpreta ni se graba, siendo el Concierto para flauta y orquesta en si menor, y una media docena de obras más sus únicas producciones conocidas. Por suerte usted tendrá oportunidad de escuchar este concierto para flauta, hoy jueves 13, en el Teatro de la Ciudad, en una interpretación del flautista regiomontano Carlos Enríquez y la Filarmónica del desierto.