Consejos a Javier Díaz para su trabajo como alcalde de Saltillo

Opinión
/ 25 julio 2024

No sé si sea porque últimamente han amanecido los días un poco más frescos, o simplemente porque he recibido el regalo divino de amanecer. No sé por qué sea, pero últimamente he estado de buen talante, con el alma en paz y hasta de buen humor.

Hoy las estrellas, por pálidas que se vean por el reflejo de la ciudad, me parecen más brillantes y más bellas. Hoy el futuro, por más gris que parezca ante los usos y abusos del presidente López, me parece aun más promisorio. Hoy los chistes, por malos que sean, me parecen más chistosos.

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Y porque últimamente me río más de los chistes, y veo un futuro mejor, y me gustan más las estrellas, y ando de buen talante, y tengo el alma en paz, y han amanecido los días un poco más frescos y porque simplemente y en resumidas cuentas he recibido el obsequio divino de haber amanecido, compartiré con nuestro próximo alcalde Javier Díaz una serie de consejos o recomendaciones ante la difícil encomienda que enfrentará al asumir su cargo.

Aquí entre nos, ofreceré dichos consejos aclarando que los mismos no causarán honorarios. Otra aclaración es pertinente: quien esto escribe es un inexperto ciudadano cuyo único mérito es amar profundamente a Saltillo. La última aclaración y, por ello la más importante: este escribidor es plenamente consciente que Javier Díaz es un político experimentado y, por si fuera poco, un funcionario público caracterizado por su gran eficiencia, por su honradez y por haber recorrido muchos lares en el cumplimiento de su deber y su vocación de servicio a los demás. Por lo mismo sé que resulta pretencioso de mi parte atreverme a extenderle algunas recomendaciones, y por lo mismo, será libre de tomar en cuenta estas palabras cargadas de la mejor de las intenciones.

Don Roberto Orozco Melo, maestro de cientos de periodistas y alcalde de grandes logros, en una ocasión que tuve el privilegio de platicar con él me dijo: “Mira Javier, el trabajo más bello que yo tuve durante mi carrera fue el de Presidente Municipal de Saltillo. El más bello, es cierto, pero también el más ingrato, pues por un lado tienes que hacer mucho con muy poco; y por el otro lado, es imposible darle gusto a todos con las decisiones que se deben tomar”.

Tomando en cuenta lo anterior nace mi primera recomendación a nuestro alcalde electo: por impopular que resulte una acción de gobierno, y por más animadversiones pueda despertar, no debe renunciarse a ello si el fin último es mejorar la vida diaria de los saltillenses. Un ejemplo de ello es su promesa de campaña de mejorar el transporte urbano de la ciudad. Al hacerlo, seguramente se topará con la ira de los concesionarios, y quizás también con reclamos de usuarios inconformes, sin embargo, urge que nuestra ciudad tenga un transporte ordenado y digno. No olvidemos que el transporte público es una concesión del municipio, por lo que no deberá temblarle la mano a Díaz González a la hora de retirar de circulación a las unidades de una ruta que incumpla con el reglamento.

Durante la campaña electoral se destacó la disciplina y la fuerza de voluntad inquebrantable de Javier Díaz para lograr lo que se propone. Es por eso que me atrevo a aconsejarle que sea extremadamente serio en el manejo del presupuesto, pues muy pobre será el mismo y muchas necesidades hay en nuestra ciudad. Urge, entre otras cosas, un buen programa de recarpeteo, pues algunas avenidas parecen ya terreno minado, como el bulevar Colosio. Urge también resolver el tema de las inundaciones. Es importantísimo superar aún los excelentes resultados de Chema Fraustro y Manolo Jiménez en áreas como la Seguridad Pública, en la limpieza urbana, en el apoyo a la IP y en la eficiencia administrativa.

Le recomiendo también ser serio en temas administrativos, y ser cercano y servicial con los saltillenses, escuchándolos siempre en sus necesidades y entendiendo que si ahora es alcalde es porque los saltillenses así lo decidimos con nuestro voto.

Aquí entre nos, muchos otros consejos tengo para nuestro próximo Presidente Municipal, pero muy poco espacio tengo ya para este noble y gratuito fin. Es por eso, que en nuestra próxima cita, el sábado para ser exactos, abundaré sobre ello, esperando que ese día amanezca un poco más fresco, y que simplemente siga recibiendo el divino regalo de amanecer.

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