Consulta Cuates
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Pon precio a tu experiencia, distingue a los cuates de los clientes y no olvides esto: ayudar sin cobrar es la forma más directa de terminar... actualizando el currículum
EL ARTE DE “FOGUEARSE” TRABAJANDO GRATIS... CON ESTILO
En el glorioso ecosistema del emprendimiento moderno —ese territorio salvaje donde la motivación fluye, los gurús abundan y el glitter existencial se vende en frascos de 3 pasos— nace un nuevo personaje digno de estudio: Consulta Cuates.
Un espécimen híbrido entre profesional competente, optimista empedernido y víctima frecuente del “oye, échame la mano, tú que le sabes”.
Consulta Cuates llega a este mundo por dos caminos posibles:
1. Convicción: “¡Estoy listo para emprender!”.
2. Circunstancia: Una ligera empujadita corporativa, una reestructura, una congelada laboral o un elegante “te ponemos en la banca para futuros proyectos que nunca llegan”.
Con años de experiencia y un currículum robusto, Consulta Cuates dice:
“Tengo todo para lograrlo. Sé hacer cambios, ajustes y transformaciones reales en las empresas. ¿Qué tan difícil puede ser?”.
Ay, inocencia bendita.
EL FOGUEO FATAL
Apenas da su primer paso al emprendimiento, aparece la jauría amigable de cuatas y cuates.
Esos seres brillantes que dicen:
— “Tú vente, aquí te fogueas”.
— “Ganas experiencia”.
— “Agarras vuelo”.
— “Y ya luego... luego y un luego más lejano, vemos cómo te apoyamos”.
Traducción simultánea Mandrake:
Vas a trabajar gratis con entrega urgente y disponibilidad completa.
Consulta Cuates, entusiasta, deseoso, afanoso y lleno de alegría emprendedora, acepta.
Y en un abrir y cerrar de ojos, se desliza como plomada en tobogán, directo a la trampa clásica del nuevo consultor: trabajar mucho, entregar bien... cobrar nada.
Porque claro:
“El fogueo cuesta”.
Y, al parecer, lo paga quien se está fogueando.
CONSULTORÍA GOURMET: PAGADA CON ALIMENTOS
Luego viene la segunda fase de la travesía emprendedora: la consultoría remunerada... pero no en efectivo.
Oh, no, eso sería demasiado mainstream.
Consulta Cuates es recibido con los brazos abiertos por contactos que sí valoran su talento... pero lo pagan con:
— Desayunos muy nutridos.
— Comidas largas con sobremesa incluida.
— Y palmadas en la espalda que deberían cotizarse en la Bolsa de Valores por lo frecuentes.
Y ahí, entre café y chilaquiles al gusto, entre un corte de carne, unas copas de vino y elogios vacíos, el proyecto se entrega... y el pago monetario jamás llega.
Pero qué tal la gratitud verbal:
— “Eres increíble, eh. Nos salvaste”.
— “Luego te buscamos para algo formal”.
— “Ahorita andamos apretados, pero tú no aflojes, eres bueno en esto”.
LA JOYA DE LA CORONA: LA EMPRESA FAMILIAR
Faltaba la cereza en el pastel.
La empresa familiar.
Ese santuario donde todo se resuelve con amor, unión... y servicios profesionales free.
Ahí, Consulta Cuates es recibido como héroe:
“¡Tú que le sabes, ayúdanos!”.
Lo ponen a arreglar procesos, mejorar operaciones, capacitar al equipo, optimizar costos y casi, casi a bendecir el local.
Todo con paga emocional incluida:
— “Te queremos mucho, eres parte de esto”.
Pero claro: ni un peso en la cuenta.
Y el final... que ya nos sabemos.
Después de semanas —o meses— de fogueo, favores, desayunos, comidas y “ya luego te pagamos”, Consulta Cuates se queda sin recursos, sin ánimo y con la moral hecha puré.
Lo vemos finalmente en la fila, currículum en mano, listo para reingresar al mundo laboral.
Atrás queda el sueño emprendedor... dejando ese exquisito, amargo y muy reconocido Sabor a Mandrake que aparece cuando una buena intención termina hecha humo con glitter (algo que brilla mucho por fuera, luce espectacular, mágico, “wow”... pero no tiene sustancia real).
Antes de que te pase...
Si al leer esta historia sentiste un ligero ardor en el estómago, no es gastritis: es experiencia no cobrada. Para que el entusiasmo emprendedor no vuelva a empujarte al fogueo eterno, aquí van cinco recomendaciones estilo Mandrake, pensadas para que no termines ayudando mucho... y cobrando poco.
1. La experiencia no se foguea gratis: se cotiza.
Si alguien te dice “hazlo por experiencia”, recuerda que tu luz, tu gas y tu tiempo no aceptan pago emocional. El fogueo sin factura es voluntariado con estrés.
2. Agradece la oportunidad... y cobra por ella.
Decir “gracias” no está peleado con decir “mis honorarios son”.
El profesional que no cobra termina siendo el favorito... para no pagarle.
3. Si el pago viene en comidas, aclara si también aceptan transferencias.
Un desayuno alimenta el cuerpo.
El dinero paga la renta.
Confundirlos es gastronomía financiera de alto riesgo.
4. No todos los cuates son clientes, y casi ninguno es socio.
El círculo cercano es excelente para abrazos, no para contratos.
Si no pueden firmar algo simple, tampoco podrán pagarte después.
5. Recuerda: el que siempre “ayuda”, termina ayudándose a volver a buscar empleo.
Emprender no es quedar bien, es sostenerse.
Y nadie sostiene un negocio a base de palmadas, promesas y “luego vemos”.
Porque emprender no es foguearse gratis, ni vivir de favores, ni confundir buena voluntad con modelo de negocio.
Pon precio a tu experiencia, distingue a los cuates de los clientes y no olvides esto: ayudar sin cobrar es la forma más directa de terminar... actualizando el currículum.
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Hasta la próxima, donde seguiremos diseccionando con bisturí humorístico el ecosistema emprendedor.
Y recuerda: si el apoyo viene con cuates, comidas, palmadas o “fogueo”... sospecha.
Pues... ya sabes lo que eso significa.
#SaborAMandrake