‘Corazón partío’ y negocio suspendido. Razones por las que el SAT le impide facturar... se lo explico con música

Opinión
/ 25 septiembre 2025

Aunque parezca simple, facturar no se reduce a dar clic en un sistema. Detrás hay una historia de trámites, permisos y validaciones que bien podrían inspirar una canción de Alejandro Sanz

Emprender un negocio puede surgir de una ilusión —como construir algo propio que brinde libertad financiera y de tiempo— o de una necesidad: la pérdida de un empleo, la urgencia de generar ingresos extras o el deseo de alcanzar metas concretas, como comprar un carro.

Pero, sea cual sea el motivo, hay algo que todos descubren más pronto que tarde: hay que vender. Y para vender, hay que facturar.

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Y aquí comienza nuestra balada empresarial. Porque, aunque parezca simple, facturar no se reduce a dar clic en un sistema. Detrás hay una historia de trámites, permisos y validaciones que bien podrían inspirar una canción de Alejandro Sanz: intensa, complicada y con su respectivo giro dramático.

Para poder facturar es indispensable contar con un Certificado de Sello Digital (CSD), lo cual a su vez requiere que la firma electrónica esté vigente, tanto del contribuyente como, en el caso de personas morales, la del representante legal. Además, hay que estar al corriente con el SAT, no figurar en listas negras... y un largo etcétera.

El CSD es, en pocas palabras, la llave que el SAT le entrega para facturar. Sin él, no hay factura. Sin factura, no hay venta. Y sin venta... no hay negocio.

Por eso, si usted ya lo tiene, cuídelo como su mayor tesoro. Como su guitarra más afinada. Como su “precious”, diría Gollum. Porque perderlo no es sólo una falla técnica: es quedarse sin voz para cantar en el escenario de los negocios.

Y como todo en esta vida tiene su lado musical, decidí contarle los motivos por los que el SAT puede suspender su sello digital con la ayuda de alguien que sabe mucho de rupturas, advertencias y ausencias: el mismísimo Alejandro Sanz.

1. Amiga Mía – Omisión de declaraciones

Así como la amiga de la canción espera en silencio algo que no llega, el SAT espera declaraciones que nunca se presentan. Y cuando el amor no es correspondido... se apaga el sello.

2. Desde Cuándo – Omisión de pagos en RESICO

La canción habla de distancias que se vuelven costumbre. Y eso le pasa al RESICO que olvida pagar tres meses o más. El SAT también se pregunta: ¿desde cuándo te perdiste?

3. Cuando Nadie Me Ve – Contribuyente desaparecido

Aquí nadie responde, nadie se encuentra. Como en la canción, el contribuyente actúa fuera del radar. Y si el SAT no lo ve, tampoco lo deja facturar.

4. Corazón Partío – EFOS y listado del 69-B

La canción habla de traición, y eso siente el SAT cuando descubre que el contribuyente hizo negocios con empresas de la lista negra y no aclara nada. Le rompe el corazón y el sello.

5. Looking for Paradise – Domicilio fiscal inválido

El SAT busca un domicilio fiscal funcional, pero se topa con bodegas vacías o direcciones falsas. No encuentra el paraíso, y sí una buena razón para suspender.

6. No Es Lo Mismo – Ingresos que no concuerdan

Lo que se declara no es lo mismo que lo que se factura. Como dice la canción, aunque se parezca, no es igual. Y el SAT lo nota y actúa.

7. Quisiera Ser – Medios de contacto inválidos

“Quisiera ser el buzón que revisas”, diría el SAT si hablara con voz de Alejandro. Pero si los medios de contacto están mal, la relación se enfría. Y el sello se congela.

8. Se le apagó la luz – Reincidencia en infracciones

Como en la canción, el protagonista comete error tras error hasta que todo se apaga. Así el contribuyente: omite avisos, no presenta declaraciones, juega con la contabilidad... y, cuando menos lo espera, el SAT le apaga el sello.

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9. Y, ¿Si Fuera Ella? – Socios con historial fiscal oscuro

La canción plantea una duda incómoda, y el SAT también se la hace: “¿y si el problema es el socio?”. Si su historial está manchado, el sello de la empresa también paga.

Para el SAT, la restricción de sellos es como hacerle “manita de puerco” al contribuyente para que se acerque, aclare o regularice su situación. Pero para el contribuyente es más bien como quedarse sin aire, sin escenario y sin guitarra: una forma de asfixia que corta en seco su manera de generar ingresos.

Y mire, si a Alejandro Sanz le dio por componer Corazón partío desde un hotel en Monterrey para distraerse del vértigo, quizá a usted también le convenga revisar sus obligaciones fiscales antes de que el SAT lo deje sin sello y con el corazón (y el negocio) partío.

P.D. Si le suspendieron el sello, pero no el ritmo, que suene la playlist Facturando con el corazón partío.

huorsa@ortizgarza.com.mx

X: @huorsa

Substack: Historias de impuestos bien contadas

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Columnista de VANGUARDIA, comediante fiscal por vocación no diagnosticada. Dicen que los contadores nacemos sabiendo sumar... pero Hugo René también nació sabiendo restarle drama al SAT. Es licenciado en Contaduría Pública y Finanzas por el Tec de Monterrey, lo que básicamente significa que aprendió a sufrir con estilo y corbata. Tiene dos maestrías: una en Impuestos (porque a alguien tenía que gustarle eso) y otra en Derecho Internacional, por si alguna vez hay que explicarle al SAT que el tequila no se exporta con IVA incluido.

Empezó su carrera en California, donde trabajaba en una empresa de arroz... porque uno tiene que saber de granos antes de hablar de deducciones. Luego se fue metiendo al mundo de la contaduría, ese hermoso universo donde la emoción más fuerte es cuadrar el balance a la primera. Y cuando pensó que ya nada podía sorprenderlo, ¡lo invitaron al mismísimo SAT! Así es: fue asesor de la jefa del SAT y también trabajó en Planeación, es decir, ayudó a diseñar el mapa del infierno... pero con Excel.

Hoy es socio director en la firma Ortiz Garza y Asociados, donde lidera proyectos fiscales y se dedica a hacerle la vida más fácil a los que le temen al buzón tributario más que a su ex.

Además de contar números, también cuenta historias: fue conductor de “Frecuencia Fiscal” durante 14 años, donde explicaba impuestos como si fueran recetas de cocina (”agarre su CFDI, métalo a la licuadora fiscal y espolvoree deducciones”). Hoy conduce el pódcast “Entre Contadores”, donde se hablan de temas serios... pero con risas entre líneas y anécdotas que harían llorar a un auditor.

También ha sido catedrático, presidente de comisiones, columnista en El Financiero y miembro activo del Instituto de Contadores Públicos de Nuevo León. Es decir, Hugo René no solo conoce la ley, también sabe aplicarla sin que a uno le den ganas de esconderse en las Islas Caimán.

Si alguna vez pensaste que los impuestos eran cosa seria... es porque no has leído una columna de Hugo René. Prepárate para entender tus finanzas como si te las explicara tu compadre chistoso... pero con cédula profesional.

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