Cuando veas las barbas de tu vecino cortar...
Hace un par de semanas comentábamos sobre los buenos resultados alcanzados por Coahuila en lo que respecta al tema de competitividad. Estar dentro de las tres entidades federativas de acuerdo con la metodología manejada por el Instituto Mexicano para la Competitividad, no es poca cosa.
Me parece sumamente relevante dimensionar cómo es que hemos llegado a esos niveles. Aunque ciertamente el factor geográfico es un aspecto de peso que nos ubica en una posición privilegiada, ello no implica en automático que nos veamos beneficiados por ello. Si así fuera, entonces tendríamos que preguntarnos porque ni Baja California, Chihuahua, Sonora o Tamaulipas están en los primeros lugares del mencionado indicador.
El tema que subyace en esta discusión – más allá de filias y fobias políticas y de que se pueda estar o no de acuerdo con las administraciones anteriores – es que en la gran mayoría de los últimos sexenios nunca se ha perdido el foco de la importancia de atraer inversiones. Esa virtud de ver en el sector empresarial a un aliado estratégico y sentar las condiciones para generar un clima de negocios lo más atractivo posible.
El tema sale a colación porque como bien dice el refrán, “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Para cuando usted esté leyendo este comentario ya tendrá conocimiento del resultado de las elecciones para gobernador que se realizaron el día de ayer en seis estados del país.
Más allá de lo que se pueda llegar a decir en el sentido de que esta jornada pueda ser un preámbulo de lo que suceda en el 2024 - ya que eso le toca comentar a los que son expertos en la materia -, el punto medular desde el campo que nos interesa es observar cuál será la apuesta de los ciudadanos de esos estados. ¿Decidirán por partidos o gobernantes que le apuesten por políticas orientadas hacia la competitividad o por aquellos cuyo discurso desgastado y fracasado apuntan más hacia la igualdad, la
equidad y el trato duro a los empresarios?
En Coahuila hemos apostado en los últimos cuarenta años por la primera opción, y como todas las cosas buenas de la vida, los resultados tardan en llegar y ahora estamos viendo materializados los frutos de esas políticas.
Al final del día, mucha responsabilidad, o mucho mérito tienen los ciudadanos cuando observamos el desempeño económico de cada estado. Aunque en principio debiera serlo, no es fácil para muchos elegir entre opciones políticas que le apuestan a la competitividad para conseguir un nivel de vida sostenible a mediano y largo plazo; o bien dejarse convencer por el canto de las sirenas y el típico discurso populista de la igualdad y de confrontación de pobres contra ricos que prometen resultados mágicos en el corto plazo.
Economista y Catedrático de la
Universidad La Salle Saltillo
Twitter: @guillermo_garza