Debate presidencial: Candidatos, por favor, menos insultos, menos pretextos y más argumentos
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Dice un dicho que “el que siembra tormentas, cosecha tempestades”, y es parte de la dinámica de la vida, porque “al que obra mal, se le pudre el tamal”. No puede ser de otra manera. Todo en el universo, tarde que temprano, busca su acomodo. Lo digo por los debates que históricamente hemos visto, probablemente algunos personajes se salieron con la suya –cuando insultaron, denostaron o se mostraron imprudentes–. ¿En este momento en dónde están? ¿Qué lugar ocupan en la historia reciente?
Hoy se habla mucho del legado. ¿Las candidatas y el candidato serán conscientes de que con cada dicho se juegan su futuro? De ahí que es importante que piensen bien lo que dicen, porque “el pez por su boca muere”, y el segundo debate será decisivo para marcar la historia de una elección que de ningún modo puede ser un tema predeterminado como algunos lo piensan.
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“Los dados no pueden estar echados”. Más bien, a quien le gusta hacer “el caldo gordo”, “haciendo mucho ruido y pocas nueces”, si no pone nada de su parte e insiste con sus malas prácticas, estará colaborando al predeterminismo de la elección. Resulta patético – para quienes desde 1994 hemos presenciado estos formatos– ver cómo nunca se cumplen las expectativas porque lo privativo y el tiempo del mismo se invierte en descalificar, denostar, insultar, acusar y hasta mentir sobre las debilidades que advierten en el otro. Probablemente habrá que darle otro nombre al ejercicio y no propiamente el de un debate. O probablemente, siguiendo con los dichos, “no se le pueden pedir peras al olmo”.
Ojalá y nos regalen un debate libre de violencia epistemológica y de acusaciones que ni unos-unas ni otros pueden comprobar. Qué daño le hacen al proceso electoral los asesores que a través de la violencia –de cualquier tipo–, en un país plagado de la misma a todas horas y en todo momento, la siguen fomentando como herramienta discursiva sin tener en cuenta que “la violencia sólo engendra violencia”.
Pero bueno, a manera de sugerencia para el debate de este domingo –el segundo y el que muchos consideramos determinante–, ojalá que de una vez por todas las candidatas y el candidato despierten del marasmo en el que se encuentran y nos digan cuál es el horizonte existencial, en caso de ganar, en el que colocarán a la sociedad mexicana. Para usted y para mí, la agenda política –las propuestas– será el punto focal en el que debemos centrarnos, no en las acusaciones y denostaciones baratas con las que buscan sorprender al electorado y hacerse el o las graciosas creyendo que es la fórmula para marcar tendencias.
Todo esto porque en el primer debate los temas fueron salud, educación, combate a la corrupción, violencia contra las mujeres, no discriminación y grupos vulnerables; en el que lo que sobresalió no fueron tanto las propuestas y sus justificaciones, sino el reparto de culpas y ataques personales en relación con las temáticas.
Sólo para recordarle. La candidata del PAN-PRI-PRD, Xóchitl Gálvez, se comprometió en el tema de salud con la creación de un “Nuevo Seguro Popular” y la implementación de la tarjeta “Mi salud” que solucionará cualquier problemática sanitaria, cualquiera. En educación, habló del retorno de las estancias infantiles y la entrega de tablets para aprender inglés, robótica e inteligencia artificial. Propone no sólo becas para educación pública, sino también para escuelas privadas. Promete bajar la edad de entrega de pensión de adultos mayores a partir de los 60 años e integrar a los adultos mayores al mercado laboral. En el tema de la transparencia: castigar a los corruptos, “trátese de quien se trate”. Sopese usted si esto puede ser factible.
Claudia Sheinbaum se comprometió en el tema de la salud a fortalecer el sistema de salud público y Bienestar, a fomentar la prevención, a empoderar a las enfermeras y a seguir haciendo universidades que privilegien la salud. En cuanto a la educación, se comprometió a dar becas a estudiantes que van a escuelas públicas, desde el kínder hasta la preparatoria, y a hacer más universidades. En transparencia, seguir con la política de austeridad y la creación de la Agencia Nacional Anticorrupción, en virtud de la falta de autonomía de las actuales. ¿Será?
Para el candidato Álvarez Máynez, la preocupación fundamental en el tema educativo son las niñas y los niños, para lo cual propone un sistema de educación universal. Busca hacer alianzas con universidades privadas y públicas para que los jóvenes puedan estudiar, y en cuanto a la transparencia, asignar licitaciones abiertas para las empresas que sean transparentes, además de crear un sistema de transparencia.
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Por supuesto, como siempre, no nos dijeron cómo iban a hacer posible esas promesas, en nosotros está dilucidar qué tan viables y factibles pueden ser. En este segundo debate centremos nuestro objetivo no en el morbo o, como en cualquier ring de boxeo, en quien tira más golpes, sino en quien ofrece mejores prácticas y propuestas para buscar el progreso de nuestro país a través de argumentos sólidos. Y aunque “el prometer no empobrece”, pongamos nuestra atención en el nivel argumentativo.
Si privan las propuestas y los argumentos: no habrá ni indiferencias entre candidatas, ni relojes descompuestos, ni formatos complicados, ni moderadores parciales, ni ropa incómoda, ni risas permanentes que valgan. ¿O a poco eso les orilló en el primer debate a producir tan pocas ideas? Lo ideal sería que dejaran a un lado los insultos y los ataques y que nos digan cómo van a mejorar el país. Así las cosas.