Desaparecidos, la tragedia que no respeta estados ‘blindados’

Opinión
/ 1 septiembre 2024

El viernes se celebró el Día Internacional de las Víctimas de la Desaparición Forzada, el último en la administración de Andrés Manuel López Obrador.

Estos seis años se caracterizaron por minimizar la problemática al grado de buscar desaparecer otra vez a las personas desaparecidas a través del maquillaje y distorsión de las cifras. Para un Presidente autocalificado como humanista y que se dijo siempre a favor de los desfavorecidos, el desdén que mostró ante esta tragedia, ante las víctimas y sus familias, fue de un tono vergonzoso.

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El fenómeno de la desaparición es la gran tragedia de México en los últimos años. Un problema al que ninguna autoridad se ha comprometido en lo más importante: la búsqueda y localización de quien no ha vuelto a casa.

Porque más allá de programas o leyes, la investigación y búsqueda sigue siendo un problema. No hay dinero, no hay personal y no hay voluntad para esclarecer los casos llamados de larga data, que son aquellas desapariciones que ocurrieron hace más de una década.

Un reflejo de todo ello son las cifras de los registros. En los últimos seis años, en Coahuila, hay registro de más de 500 desapariciones de personas que siguen sin ser localizadas.

Por más que se ha vendido a Coahuila como una isla en la que la violencia de alto impacto no trastoca a la gente, sigue prevaleciendo un fenómeno nacional.

Es cierto que no necesariamente es un asunto en el que esté involucrada la delincuencia organizada, pero tampoco se pueden esconder otros asuntos que no se han atendido, como la desaparición forzada cometida por elementos policiacos.

El lunes publicamos en SEMANARIO el reportaje “Desaparecer en Coahuila, una tragedia sin freno”, donde precisamente voces de diversos colectivos de personas desaparecidas refieren que la entidad no puede quedar exenta, que hay maquillaje de cifras o que aquello de que hay un “blindaje” del estado tiene un costo.

Puede haber diversas hipótesis sobre las más de 500 desapariciones en el Estado en los últimos seis años, pero la realidad es que persiste la falta de una atención integral, sigue habiendo estigmatizaciones y si el caso no atrae un reflector mediático, las autoridades comienzan a empantanar los procesos.

AL TIRO

Coahuila no es una isla en materia de personas desaparecidas. El fenómeno es mucho muy amplio como para creer que la narrativa (porque es sólo eso, un discurso) no impacte a la población en el estado. Es deber de las autoridades garantizar la seguridad y el esclarecimiento rápido de cada asunto, algo que no hicieron con los llamados casos de larga data.

Por otro lado, es imposible también que ante un mensaje de “abrazos, no balazos”, este no alcance a una entidad. Porque finalmente, el desprecio de un Presidente hacia la problemática, se traduce en un desinterés en los presupuestos, en el personal o la investigación.

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El presidente López Obrador se va a ir con una gran deuda en materia de atención a las desapariciones en el país y con una herencia complicada por todo el recurso que recortó en seis años.

Prometió en campaña avanzar en los procesos de investigación, pero hizo todo lo contrario. Prometió acercarse y atender la crisis, pero optó por borrar los nombres de muchos desaparecidos durante sus censos. Prometió reunirse con las familias, pero optó por ignorarlas. Le importó más su “investidura” que atender a las familias.

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