Desarrollo sustentable, ¿retórica o acción?

Opinión
/ 25 junio 2025

En esta agenda se integran las perspectivas de la sustentabilidad de las distintas y muy complejas realidades que se viven en el mundo. Así, tenemos hoy una visión de la sustentabilidad sobre la pobreza, la alimentación, la salud y la educación

Al comenzar a delinear el contenido de una colaboración para esta columna, la principal preocupación de un servidor es dar con una idea atractiva −preferentemente original− que servirá de línea conductora para su desarrollo.

Esto es, por supuesto, una tarea complicada en un mundo donde prácticamente todo ya ha sido propuesto, comentado, discutido o demostrado. Sin embargo, cada concepto, cada tema, permite siempre una pluralidad de alternativas de análisis y enfoque.

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Ante la dinámica materialista en que se ve inmersa la sociedad contemporánea, la originalidad podría estribar en el abordaje de la perspectiva humana en los temas de interés común.

Es decir, en la consideración de las preocupaciones compartidas entre quienes integramos la colectividad y las aspiraciones de quienes forman un colectivo social, con todo lo que implica la diversidad de formas de pensar.

Vaya que es poco común encontrar una narrativa de vocación práctica que ponga en el centro a la persona humana y que, teniendo definida esta innegable prioridad, atine a pasar de la retórica agradable y complaciente a la acción tangible y verificable.

El discurso muchas veces se aleja de la realidad de la que habla. Esto pasa precisamente con el desarrollo sustentable. La Comisión Brundtland, en el informe “Nuestro Futuro Común” de abril de 1987, acuñó este concepto del que tanto se habla en tantos foros.

Se le definió entonces como lo que permite “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias”. El concepto abre la puerta a incontables abordajes e interpretaciones.

No faltaron quienes se aprovecharon (y siguen aprovechando) −con poca responsabilidad y evidente negligencia− de su amplitud, acomodando intereses particulares en los espacios de laxitud que presenta el concepto.

Esto llevó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a realizar un esfuerzo global por estandarizar la visión del desarrollo sostenible, lo que derivó con el tiempo en la Agenda 2030, integrada por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, compuestos por 169 metas.

En esta agenda se integran las perspectivas de la sustentabilidad de las distintas y muy complejas realidades que se viven en el mundo. Así, tenemos hoy una visión de la sustentabilidad sobre la pobreza, la alimentación, la salud y la educación.

También sobre la igualdad de género, el agua, la energía, el trabajo, la industria, las desigualdades, las ciudades, la producción, el clima, la vida submarina y terrestre, la paz y la justicia, y las alianzas para llevarlo todo a la práctica efectiva.

No faltan, por supuesto, quienes no están conformes con su integración y contenido, como es el caso del presidente Javier Milei, en Argentina, quien se ha manifestado al respecto, incluso en el propio seno de las Naciones Unidas.

Pero lo cierto es que, después de la experiencia de los Objetivos del Milenio, esta agenda ha logrado ser eficaz en sentar las bases para una coordinación homologada de gobiernos nacionales y subnacionales en la realización de estos propósitos comunes.

En consecuencia, tenemos más claridad sobre cómo llevar a la práctica el desarrollo sustentable y permitirle pasar del discurso a la materialidad. Sin embargo, existe aún una complejidad importante, que consiste en estandarizar sus principios.

Esto dependerá de la perspectiva específica de análisis del desarrollo sustentable el conjunto de principios que le correspondan. Por esta razón, conviene definir cuál es la perspectiva adecuada para tener un catálogo cierto de principios del desarrollo sostenible.

La Real Academia Española lo define como el arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado (...).

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Así, el desarrollo sustentable, desde la perspectiva de la gobernanza efectiva, será el enfoque idóneo para la definición de los principios pertinentes. El Comité de Expertos en Administración Pública de la ONU integró un documento para este propósito.

En él se busca orientar a las naciones, de manera práctica y especializada, sobre los desafíos de gobernanza que presenta la implementación de la Agenda 2030 de la ONU. Del detalle y contenido de este documento hablaremos en otra oportunidad.

Abordar este tema es una tarea, por supuesto, impostergable y una tarea compartida entre sociedad y gobierno más que necesaria para poder pensar en un futuro posible.

jruiz@imaginemoscs.org

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Abogado por la U.A. de C., especializándose en Derecho Ambiental y Gestión Urbanística. Cuenta con Maestría en Gestión Ambiental por la U.A.N.E. Cursa actualmente estudios de Doctorado con enfoque en Derecho a la Ciudad. Ha colaborado en los Institutos Municipales de Planeación de Torreón y de Saltillo, así como en la Delegación Coahuila de SEMARNAT. Ha representado a México en diversos foros internacionales, entre ellos el SWYL Program y la Tokyo Conference, organizados por el Gobierno de Japón. Se desempeñó como Director Operativo de COPERES y Presidente de la Representación Coahuila de la Asociación Mexicana de Urbanistas. Es catedrático a nivel Licenciatura y Posgrado en instituciones como la Universidad Autónoma de Coahuila y la Universidad Iberoamericana.

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