Detuvieron al ministro

Opinión
/ 20 octubre 2021

Un buen amigo me dijo, cuando concluía una reunión de trabajo en el Gobierno encabezado por Vicente Fox, allá por 2004: “Javier Laynez es el mejor abogado de México”. Lo conozco poco, aunque lo suficiente para saber que tiene su estilo particular, nada extrovertido, sencillo, muy inteligente y de buen trato.

En ese tiempo, el hoy Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), llevaba siete de los casi once años que fungió como consejero jurídico adjunto de la Presidencia de la República. Comenzó con Zedillo y terminó en 2008 cuando Felipe Calderón lo designó procurador fiscal de la Federación. En este cargo presentó las primeras denuncias en contra del Gobierno de Coahuila, con motivo de la megadeuda fraudulenta.

Como consejero jurídico adjunto le tocaba la monumental tarea de explicar el derecho a los tomadores de decisión: las causas, consecuencias o riesgos legales de tal o cual acción de gobierno o de tal o cual iniciativa de ley. Sin importar el tema o la especialidad, tenía una respuesta, conoce de todo y lo explica con claridad. Posee una mente privilegiada, enciclopédica y además carece de la arrogancia o la soberbia de las que suelen padecer quienes mucho saben.

Me dio mucho gusto que en diciembre de 2015, Enrique Peña Nieto lo nominara en la terna a partir de la cual el Senado elegiría a un nuevo Ministro de la Corte.

Laynez nació en Torreón hace 62 años. Así lo señala su semblanza pública en la página oficial de la Suprema Corte. No obstante su destacada posición, tanto en Coahuila como en su natal Torreón, pasó de noche su elección como Ministro de la Corte. El recalcitrante presidencialismo que nos caracterizó por décadas, y que hoy ejercen de manera vicaria los gobernadores virreinales, no da espacio para reconocer los destacados logros de un paisano en el medio judicial. Con 62 años de edad, 44 desempeñándose como abogado, ha acumulado múltiples logros profesionales.

¿De qué sirven una vida y una carrera ejemplares ante dos policías municipales de crucero, con placa para abusar? El ministro Lainez terminó topándose con dos personeros de la más rancia corrupción, esa que sufren los ciudadanos de a pie por parte de policías municipales que hacen y deshacen a su antojo.

Se les hizo fácil detenerlo, dizque por conducir en estado de ebriedad. “A la mexicana” el Ministro podría haber arreglado el asunto con una mordida, pero se negó a caer en ello. Sin alcoholímetro alguno y por sus puras pistolas, un oficial de tránsito diagnosticó, “a ojo de buen cubero” y sin mediar examen alguno, que el Ministro estaba en estado de ebriedad. Ya en los separos, el médico de turno no encontró razones para su detención.

Pese a ello, la telenovela siguió en marcha, se exigió a los familiares del ministro un pago de 6 mil 500 pesos en efectivo, claro está, ¿porque no tenían sistema o para no dejar rastros?, sin el consentimiento del ministro, en ese momento detenido e incomunicado, la familia aceptó pagar. Finalmente lo dejaron libre.

Javier Laynez Potisek se encontraba en Torreón visitando amigos y familiares, ejerciendo su derecho al libre tránsito. Fue detenido sin causa legal alguna. No existe una sola evidencia en su contra. La palabra del médico, da la razón al ministro. No ofreció soborno, en ningún momento ostentó el cargo que desempeña. Tampoco invocó el fuero constitucional del cual goza. Actuó como lo que es: un ciudadano de bien ante el abuso de la autoridad.

En respuesta a la injusta andanada mediática que juzga y condena a su antojo, la Suprema Corte publicó un comunicado por medio del cual el ministro explica lo sucedido, los hechos son tan claros y contundentes que las redes sociales se volcaron en su apoyo, las muestras de solidaridad tampoco se hicieron esperar.

El asunto quedó zanjado. Del ministro ni una palabra más, lo suyo es todo lo contrario a los símbolos del poder. Entiendo que no se presentará denuncia alguna, ¿para qué?, si alguien conoce cómo funciona el cochinero de las justicia penal en México ése es, precisamente, el ministro Laynez.

Por el momento, el silencio de Jorge Zermeño, alcalde de Torreón, es ensordecedor como responsable directo del desempeño de la Policía Municipal, el de Miguel Riquelme no nos extraña. ¿Tan complicado será ofrecer una disculpa?

@chuyramirezr

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