Dios es la respuesta: siempre responde
Dios siempre responde.
Dios es respuesta porque Dios es amor. Cuando algo se le pide con plena confianza y fe, desde una vida centrada en la fe y el amor, responde inmediatamente Lo hace cambiando la situación o mejorando la actitud dando lucidez y sensatez, fortaleza y esperanza.
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Dios no solo está cerca. Es inmanente. Está dando el ser a todo lo que existe. Habita en quien permanece en su gracia. Es el Creador. Todo está sujeto a las leyes naturales que ha puesto en su universo. Toda energía procede, como fuente, de su fuerza y poder infinito.
El Padre Creador ama a todas sus criaturas y las tiene bajo su providencia. En la debilidad del ser humano manifiesta su poder.
Para la humanidad tiene para todos un plan de amor para que todos puedan salvarse con el cumplimiento de su único mandamiento que se despliega en diez modalidades.
Con el perdón misericordioso que se ofrece a quienes no cumplen y se arrepienten con un propósito de enmienda, muestra su amorosa bondad.
Dios da siempre mucho más que lo que se le pide. Y da mucho sin que nadie lo pida. La respuesta óptima que da es su Hijo. Con Él nada falta a quien lo recibe y acepta como señor, maestro. salvador y amigo.
Cuando parece que Dios no responde es porque quien pide ha de saber recibir, aprovechar y agradecer el don que ya está dado. La respuesta divina puede ser el llamado a un aprendizaje por pruebas y podas purificadoras en que en que son posibles el desarrollo y madurez de la fe.
Dios no solo responde sino que da la luz interior para que cada uno descubra los caminos para alcanzar lo que está esperando. Sabe que quien lo mira sin fe tendrá ignorancias, distorsiones, distracciones y parcialidades acerca de su existencia y su identidad.
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El agnóstico, el incrédulo, el descreído, el racionalista y hasta el “ateo, gracias a Dios” no sabrá preguntar y no entenderá respuestas por el analfabetismo de su falta de fe. Le impide leerlas en los sucesos de la vida.
Porque la respuesta divina no se da solo con palabras humana sino con otros lenguajes no verbales captables por los sentidos.
Quien llega a saber que Dios siempre responde puede hacer de su vida una constante respuesta a Quien le está dando la vida en cada respirar y en cada palpitar. San Agustín decía: “Nos hiciste, Señor, para Ti. Inquieto estará nuestro corazón hasta que descanse en Ti”...
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