Ecos de la guerra: Sadako deseaba la paz

Opinión
/ 26 octubre 2024

Si existe un país más vengativo aun que 4T, tendríamos que hablar de Estados Unidos. Nuestro vecino del norte es incapaz de soportar cualquier acometida. El 9 de marzo de 1916 la villa de Columbus, Nuevo México, fue testigo de la única vez en la que un ejército latinoamericano atacó territorio estadounidense. Acompañado por 500 hombres, Pancho Villa libró una batalla que perturbó la tranquilidad de ese solitario poblado, que al cabo de seis horas quedó prácticamente destruido.

Nadie supo con certeza los motivos de Villa para atacar a un pueblo extranjero, sin embargo, algunos historiadores afirman que el Centauro del Norte estaba convencido de que Estados Unidos tenía un peligroso pacto con el Ejército Constitucionalista de Venustiano Carranza que pondría en peligro a la soberanía nacional.

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El ataque despertó la ira de nuestros vecinos del norte que enviaron a Chihuahua una expedición formada por 10 mil soldados con la intención de capturar a Pancho Villa, vivo o muerto, y destruir sus tropas. La respuesta norteamericana fue un fracaso pues ni atraparon a Villa, ni destruyeron a su ejército, y la sociedad mexicana respondió hostilmente al ataque, por lo que tuvieron que emprender la retirada 11 meses después.

En otra ocasión el territorio estadounidense fue invadido por terroristas que sembraron el pánico con sus ataques. El mundo nunca olvidará la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, que devino en el ataque masivo a Afganistán y en el asesinato de Osama Bin Laden, líder de al Qaeda. La ofensiva militar de Estados Unidos y de otros países aliados de la OTAN sucedió entre octubre de 2001 y abril de 2021. En total murieron 51 mil 191 insurgentes en Afganistán, además de entre 47 mil y 71 mil civiles y entre 66 mil y 73 mil miembros de las fuerzas de seguridad afganas.

Tampoco se olvidará la ofensiva por tierra y aire de la Armada Imperial Japonesa a la base militar estadounidense en Pearl Harbor, Hawái. Por dicho ataque sorpresivamente letal, casi de inmediato el presidente Franklin D. Roosevelt firmó la declaración de guerra a Japón, refiriéndose a ese día como “una fecha que vivirá en la infamia”.

Cuatro días después, la Alemania Nazi le declaró la guerra a Estados Unidos, quien se unió a los países aliados para combatir a las naciones del eje: Alemania, Italia y Japón. Fue así como inició en 1941 la Segunda Guerra Mundial. Casi cuatro años después, el 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó su primera bomba atómica sobre Hiroshima, destruyendo prácticamente a esa ciudad japonesa y acabando con la vida de 140 mil personas, en su mayoría civiles y niños.

Entre los niños que padecieron el ataque nuclear estadounidense estaba Sadako Sasaki, una niña de dos años que vivía a mil 700 metros de donde cayó la bomba. Por la fuerza de la explosión, Sadako voló a través de una ventana y su madre salió corriendo de la casa esperando lo peor. Para su sorpresa la pequeña estaba viva y sin lesiones aparentes.

Sadako creció como cualquier otra chica, hasta que nueve años después, empezó a tener muestras claras de haber sido afectada por la radiación nuclear. Primero apareció una gran hinchazón en su cuello y detrás de las orejas. Después sufrió el síndrome purpúrico en las piernas. Tras unos meses de haber sido ingresada al hospital, fue cambiada de cuarto donde conoció a una niña dos años mayor y que al igual que ella, tenía los días contados por culpa de la leucemia. Ella le contó a Sadako sobre una leyenda que decía que a aquella persona que lograra hacer mil grullas de papel se le cumpliría cualquier deseo. En Japón, la grulla es símbolo de longevidad y de buena fortuna.

Ante la sorpresa de muchos, lo único que Sadako deseaba era la paz en el mundo. Y entonces, al cumplir los 12 años, se propuso hacer las mil grullas de origami.

Pasaban los meses y Sadako hacía una grulla tras otra, hasta alcanzar las mil 400 figuritas. Su estado de salud era cada vez peor, hasta que en la mañana del 25 de octubre de 1955, Sadako falleció.

Tres años después, luego de que su historia fue conocida mundialmente, en el Parque de la Paz de Hiroshima fue colocada una estatua dedicada a Sadako Sazaki, en cuya base dice: “Este es nuestro grito, esta es nuestra plegaria: paz en el mundo”.

Desde entonces, cada día llegan al monumento cientos de grullas multicolores realizadas por escolares de todo el mundo con la esperanza de conseguir la paz.

Hoy, cuando casi se cumplen los 70 años del fallecimiento de Sadako, en el mundo sigue brotando ese virus letal de la guerra que pone fin a la esperanza de todos los que un día soñamos con la paz en nuestro planeta.

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