El cine de provincia y ‘Días de Invierno’
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Luego de la muerte del presidente coahuilense Venustiano Carranza en mayo de 1920, su sucesor, el general sonorense Álvaro Obregón, concebirá al cine como una buena forma de hacer propaganda
Luego de la muerte del presidente coahuilense Venustiano Carranza en mayo de 1920, su sucesor, el general sonorense Álvaro Obregón, concebirá al cine como una buena forma de hacer propaganda.
Sin embargo, contrario a lo que pudiera pensarse, no dependió de su flamante Secretario de Instrucción Pública, José Vasconcelos, utilizar el cine para difundir su proyecto cultural ya que es la Secretaría de Guerra y Marina la que se encargaría de producir filmes que exaltaban el régimen obregonista, por lo cual productores independientes como el alemán instalado en México, Ernesto Vollrath, apostó por otro tipo de historias ubicadas en la provincia con películas como “En la hacienda” (1921), que en la década de los 30 se consolidarían con directores como Fernando de Fuentes y un clásico del tamaño de “Allá en el Rancho Grande” (1936) el género del melodrama ranchero que detonarían la justificadamente denominada “Época de Oro del Cine Mexicano”.
Pero volviendo a la década de los años 20 y la época todavía silente de nuestra industria, como Vollrath hubo otros cineastas mexicanos que apostaron con no menos éxito por historias desarrolladas en la provincia como lo fue Gabriel García Moreno, quien como refiere Perla Ciuk en su “Diccionario de Directores del Cine Mexicano” (CONACULTA, 2000), luego de escribir en 1921 su primer argumento titulado “El Chato”, llevada a la pantalla bajo el título de “Llamas de rebelión” (Adolfo Quezada Jr., 1922) dirige en 1925 su primera película, “El buitre” y en 1926 viaja a Orizaba donde gracias a sus relaciones con empresarios de la región obtiene apoyo económico para fundar el Centro Cultural Cinematográfico.
Esta empresa produce tres largometrajes de aventuras, entre ellos, “El tren fantasma” (1926), cuya copia remasterizada se estrenó en la más reciente edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara y todavía puede verse a través de la página de la Filmoteca de la UNAM (www.filmoteca.unam.mx) que ya hemos recomendado en este mismo espacio en columnas anteriores y en la cual se manifiesta su excelente dominio de la técnica cinematográfica así como una buena asimilación de la narrativa fílmica norteamericana, en particular de cineastas como D.W. Griffith (“El nacimiento de una nación”) y Edwin S. Porter (“El gran asalto al tren”).
Precisamente el Festival de Cine de Guadalajara tiene su inicio a mediados de los años 80 cuando el director Jaime Humberto Hermosillo se instala en aquella ciudad para filmar una de sus películas más reconocidas a nivel internacional, “Doña Herlinda y su hijo” (1985), la cual prácticamente inauguró el quehacer cinematográfico independiente en la “Perla Tapatía” en lo que la ciudad de Monterrey se explotaban las filmaciones del muy taquillero género del “cabrito western”.
Con el nuevo milenio, la industria fílmica regiomontana surge junto a su correspondiente Festival Internacional de Cine, y fue su Cineteca la que hace justo una semana dio la bienvenida al director saltillense Jaiziel Hernández en compañía de su elenco para proyectar su ópera prima, “Días de invierno”, la cual a partir de hoy se exhibe en las salas de todo México, incluyendo a la capital de Coahuila, y lo menos que podemos hacer es ir a verla y apoyar nuestro vigoroso cine de provincia.
Comentarios a: galindo.alfredo@gmail.com; Twitter @AlfredoGalindo