La relación cambió. Ya no son los buenos amigos que un día vivieron juntos en la Ciudad de México. Ya no es el Andy que le presentó a Amílcar a su mejor amiga, Brenda, y que luego se convirtió en su esposa. Ya no hay la cercanía de antes.
Desde que Latinus publicó los audios que revelan el tráfico de influencias y la descarada corrupción de los hijos del Presidente y sus amigos, las cosas cambiaron para los integrantes de “El Clan”, específicamente para estos dos.
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Al día de hoy, Amílcar ha recibido varios mensajes, de distintos interlocutores, que lo tienen intranquilo y que los ha considerado una amenaza de quien lo puso ahí: ten cuidado, el sexenio está por acabar, tu inmunidad podría estar en riesgo con los movimientos políticos, podrías ser un conejillo de indias.
Pero el hombre que algún día fue un intrascendente vendedor de azulejos en Villahermosa ya respondió de vuelta y mandó el mensaje en la línea de quien si se hunde, no se va solo. Amílcar advirtió que todo lo que ha hecho con el hijo del Presidente lo tiene documentado. Todas las conversaciones, todo el dinero, cada reunión y conversación con personajes de la trama.
Aun así, Amílcar siente que se le viene la noche porque, además, el escándalo continuará. Sabe muy bien que hay más personajes relevantes que están por aparecer en su red de corrupción. Uno de ellos es un conocido empresario, dueño de bares y antros principalmente en la Ciudad de México, que “coyoteó”, como dicen en su mundo, la licitación de 9 tomógrafos marca Philips y que no han sido entregados en su totalidad.
Este asunto en particular será escandaloso porque es, otra vez, el gobierno jugando con la salud de los mexicanos, con contratos sucios para personajes sucios.
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Finalmente, y tal vez Amílcar no lo sepa, su nombre ya forma parte de un análisis de las áreas de inteligencia del Gobierno de México. Una presentación de PowerPoint desmenuza todos sus datos fiscales, bancarios y hasta los coches que utiliza. Llama la atención que también aparece el nombre de su esposa, de quien hacen una conexión familiar hacia un par de los apellidos más famosos en el negocio del narcotráfico.
STENT
Hace un par de semanas, pasó casi desapercibido un movimiento histórico en la Junta de Coordinación Política del Senado. Por primera vez, una mujer llegó al cargo de Secretaria Técnica. Se llama Andrea Balbuena. Al preguntar a legisladores de distintas bancadas, sólo hay buenas referencias. “Es una profesional en su chamba, que, por cierto, la hace sin grillas”, me dijo uno de ellos.