El cuento de nunca acabar en La Laguna
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Mañana lunes se pondrá en marcha el Sistema Vial Cuatro Caminos, una obra del Gobierno estatal en Torreón que, de palabras del gobernador Miguel Riquelme, sería su “legado” en la ciudad.
La obra concluirá antes del plazo previsto, según se ha presumido en las últimas semanas.
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Hablar de plazos en la conclusión de obras de todos los gobiernos, es una moneda al aire. En la mayoría de los casos sale sello cuando dicen cara, nunca terminan en los plazos que anuncian y eso todos lo sabemos. Es más, hasta lo esperamos ya con normalidad.
Sin embargo, otro proyecto que también se prometió concluir al final de la administración, no se terminará: el Metrobús Laguna.
“Soy un hombre de compromisos, terminé el Teleférico, terminé el Centro de Convenciones de Torreón, además el Paseo Morelos y voy a terminar el Metrobús”, declaró el gobernador Riquelme en marzo de 2022.
A casi un año y medio de esas declaraciones, el compromiso se hizo polvo. El Metrobús no concluirá en esta administración. Y el plazo o en este caso los múltiples plazos que se han dado ya van más allá de lo políticamente esperado cada que hay una obra oficial; este plazo, que ya rebasa un sexenio, es un oprobio para la sociedad.
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En la semana, el gobernador Riquelme reconoció sin reconocer que no concluirá el Metrobús en su periodo. Para excusarse usó muchas frases: “El Metrobús tiene muchas aristas...”, “No son temas que se atañen a mi voluntad...”, “Habrá continuación y continuidad del proyecto...”, “Todo lleva su camino...”, “El siguiente paso sería conformar el prepago de las unidades...”, “Mi gobierno trató de hacer paso a paso...”, “Todo lleva un proceso...”, “El proyecto se tiene que consolidar...”, “Nunca hemos negado la situación del Metrobús...”, “El Metrobús era un pendiente con la sociedad, pero estoy tranquilo con todos los proyectos...”.
A la gente ya no le importa que se hable de los procesos, ni los pasos, ni de fideicomisos, ni de unidades, ni de prepagos. La gente lo único que ve, que vemos, es que el Metrobús se ha convertido en el último gran proyecto fallido de Coahuila.
¿Responsables? Seguro serán muchos. ¿Causas? Seguro también serán muchas. ¿Factores que influyeron? También. ¿Se terminó? Por supuesto que no.
Y eso al final es lo que importa. Un proyecto tan largo forzosamente genera un clima de inestabilidad, de pesimismo e incredulidad. Lo que antes era un proyecto que se veía como una solución a problemas de movilidad, ahora se ha convertido en un problema. Un problema para el Gobierno, un problema para la sociedad.
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AL TIRO
El proyecto del Metrobús no sólo es un problema porque no termina. Es un problema porque las obras son un estorbo, es un problema porque hay dinero público invertido.
Y es un problema porque el transporte cada vez se deteriora más en la ciudad. Los transportistas por obvias razones no quieren invertir en sus unidades. ¿Por qué invertir si algún día, quizá, tenga que comprar otras unidades?
Y así, un proyecto que se ha eternizado se ha convertido en un cuento de nunca acabar: de nunca acabar porque sobran los pretextos para no concluirlo, de nunca acabar porque como muchos otros asuntos públicos, involucra un gasto del erario −hasta ahora tirado a la basura−, un cuento de nunca acabar porque el problema de movilidad persiste, un cuento de nunca acabar porque el transporte se deteriora.