El economista que fue espía de la URSS

Opinión
/ 6 noviembre 2022
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Esta historia que parece de ficción, y que contiene los ingredientes del espionaje al más alto nivel, tuvo como contexto el reconocimiento de Estados Unidos a la URSS en 1933, el ingreso de ésta, un año después, a la Liga de la Naciones y la creencia en sectores estadounidenses, que la Unión Soviética era el futuro, y que funcionaba. Su protagonista fue un economista estadounidense casi desconocido, de nombre Harry Dexter White, quien perteneció a una familia de inmigrantes judíos de escasos recursos, procedente de Lituania.

Debido a que tuvo que trabajar, ingresó a la universidad para estudiar economía a los 30 años, egresando de Harvard, y gracias a su inteligencia y desempeño, llegó a ocupar un puesto en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, ganándose la confianza de su titular, Henrry Morgenthau, quien a su vez era cercano al presidente Roosevelt. Cuando tuvo lugar la conferencia de Bretton Woods en julio de 1944, un mes después del día D, White, en su carácter de subsecretario del Tesoro, representó a su país.

En dicha reunión se crearon las bases de la economía mundial, con instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), y lo que hoy es la Organización Mundial del Comercio (OMC). El objetivo de los Estados Unidos fue posicionar al dólar como la moneda dominante, lo que efectivamente se logró, pero en medio de fuertes discusiones y acalorados debates entre Estados Unidos e Inglaterra, a quien los estadounidenses trataron con rudeza, mientras que hicieron concesiones a los soviéticos.

White debió contender con el economista inglés John Maynard Keynes, quien era un formidable adversario, debido a su inteligencia, alto nivel cultural y a su implacable ironía. Para evadirlo, los norteamericanos, que lo conocían bien, organizaron reuniones de los 44 delegados en forma individual en la suite del titular del Tesoro, mientras que en otra pista, White presidía la comisión del FMI y Keynes la del BM.

Conviene recordar que el imperio británico se derrumbaba, y estaba fuertemente endeudado con los Estados Unidos, sin embargo, los ingleses se sentían superiores a los americanos, actitud que se podría ilustrar con el comentario que el embajador de Inglaterra en Estados Unidos, Lord Halifax le hiciera a Keynes: “The americans have all the bags of money, but we have the brains”. Pensaban como un noble venido a menos, pero con una elevada autoestima.

A principios de 1946 Henry White fue designado como el primer director del FMI, sin embargo, al poco tiempo de su nombramiento, el FBI le entregó al presidente Truman información que señalaba que White era un espía de los soviéticos, y como tal, sacaba papeles confidenciales de su oficina, los fotocopiaba y luego los regresaba.

Otra acusación fue que White -con engaños-, le entregó a la URSS las placas para la impresión de marcos alemanes, lo cual fue capitalizado por los soviéticos al imprimir una enorme cantidad de billetes, que luego Estados Unidos debió convertir a dólares.

Una vez conocidas estas acusaciones, el siguiente paso fue destituir a White, y para evitar un escándalo, la salida que se le dio al asunto fue que Estados Unidos se quedaría con el BM, y los europeos con el FMI, arreglo que sigue vigente en la actualidad. Ya destituido, White compareció en 1948 ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas.

El acusado -que siempre negó los cargos- escuchó los cuestionamientos de los legisladores integrantes de dicho comité, en especial los de un joven republicano de California, cuyo nombre era Richard Nixon. Dos días después de su comparecencia el economista falleció víctima de un paro cardíaco. Irónicamente, en 1971 Nixon le dio el tiro de gracia a Bretton Woods, con la flotación del dólar.

La delegación mexicana a la conferencia de Bretton Woods estuvo integrada por Eduardo Suárez, secretario de Hacienda y Crédito Público -quien propuso a Morgenthau para que la presidiera, propuesta que fue aceptada-, Daniel Cosío Villegas, Víctor Urquidi, Antonio Espinosa de los Monteros y Rodrigo Gómez, éste último directivo del Banco de México, organismo que presidió de 1952 a 1970.

El caso de Harry Dexter White -una figura de enorme importancia- muestra cómo el espionaje soviético penetró las entrañas de Washington. Hoy Putin, ex miembro de la KGB, está en el poder. La guerra de los espías continúa vigente, intensificada ahora con los hackers, como lo muestra el caso de Guacamaya.

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