El edadismo, un indeseable fenómeno de la actualidad que se debe erradicar

Opinión
/ 18 abril 2023
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Declina el día, y así como se va escondiendo el sol, también se va poco a poco la vida.

Un anciano recuerda dulcemente cómo el día va también declinando. En sus formas, sus gestos, sus sonrisas, las emociones del día a día, iluminan como lo hacen los últimos rayos del sol.

Parece que los años no alertan sobre cómo se difuminan las figuras de antaño. Vemos a nuestros mayores transitar esos años y creemos que siempre permanecerán de una misma forma.

Igual ocurre con nuestras propias existencias. No nos percatamos cuando el espejo va demostrando que el cambio de los años empieza a hacer mella.

Y así, son los hijos, serán los nietos, quienes se van percatando de los cambios en las luces. De cómo las sombras se van apoderando poco a poco del pensamiento y los rostros.

En algún tiempo, la edad de los mayores era para respetarse. Hoy, definitivamente, una gran mayoría de la gente no sabe qué hacer con ellos. Hay un concepto que se llama edadismo, que empieza a tener popularidad precisamente por el fenómeno de no sólo dejar de poner atención a los ancianos, sino de dejarlos de lado.

El edadismo es un fenómeno de discriminación y ocurre no únicamente en la etapa adulta. También discrimina a niños, también discrimina a adolescentes y a los propios adultos en edad productiva.

El edadismo, en pocas palabras, es discriminar. Y si se trata de un anciano, es no ocuparse de él, ni de sus necesidades, mucho menos de sus preocupaciones o intereses. Los expertos señalan que, con la pandemia, se pronunció mayoritariamente el edadismo.

A raíz de la necesidad de evitar el contagio de COVID, se prohibieron accesos a lugares públicos a personas mayores de 60 años, a niños y a mujeres embarazadas.

En principio, se derivaba de una necesidad mayor. Sin embargo, a partir de ello, siguen surgiendo más y más restricciones que terminan por convertirse en la discriminación.

Y cuidado con ello. Para el caso de los adultos mayores, para los ancianos, discriminar en los trabajos por motivo de edad llega a convertirse en un problema social que derivaría en problemas particulares de salud mental.

Cuando el edadismo aplica en niños o adolescentes, se incurre en faltas de respeto a su dignidad y se empuja a no llevar a cabo una vida social sana.

En unos y otros casos se van por caminos similares. Al adulto se le infantiliza, se le impide tomar decisiones que aún puede tomar, se le limita en su libertad. A los niños y adolescentes se les considera propiedad de los padres, se les limita igualmente la libertad y se vulnera también su identidad.

Este concepto, que lleva ya años en explicación, en los últimos meses ha recobrado vigencia de manera más potente.

Negarse a ello de manera sistemática debiera formar parte de las tareas de la sociedad y de manera muy específica en escuelas y, por supuesto, desde los mismos hogares, así como los propios medios de comunicación.

Para erradicarlo hay que empezar con dejar de lado lo que para algunos de pronto se convierte en tema de bromas, que en realidad vulnera a quienes son objeto de ellas. En todos y cada uno de nosotros cabe una buena parte de la responsabilidad.

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