El mejor tratamiento para la enfermedad más dolorosa es ilegal

Opinión
/ 13 diciembre 2025

El problema es que en casi todas las jurisdicciones, la psilocibina, el LSD y el DMT son sustancias prohibidas. La psilocibina tiene una larga historia de uso ritual por parte de los pueblos indígenas de México y América Central

Por Peter Singer, Project Syndicate.

MELBOURNE – John Stuart Mill escribió Sobre la libertad para defender el principio de que la única justificación para restringir la libertad es evitar daños a terceros. Si hoy estuviera vivo, a Mill le habría complacido ver cuántas jurisdicciones han derogado leyes que penalizaban actos considerados inmorales a pesar de no perjudicar directamente a nadie: el suicidio -incluida la muerte médicamente asistida- es un ejemplo destacado. Otro ejemplo son las relaciones sexuales consentidas entre adultos del mismo sexo.

En cambio, han proliferado leyes que penalizan conductas potencialmente dañinas para uno mismo, como viajar en auto sin llevar puesto el cinturón de seguridad o conducir una motocicleta sin casco. Si Mill hubiera estado al tanto de la frecuencia con la que no damos la debida importancia a los bajos riesgos de consecuencias catastróficas, podría haber aceptado esas leyes, sin dejar de abogar por exenciones para quienes tienen una razón de peso para no usar cinturón de seguridad o casco.

Esto me lleva a la cuestión que ha suscitado estas reflexiones del tipo “¿Qué haría Mill?”: el argumento abrumador a favor de exenciones a las leyes que prohíben ciertos fármacos.

Consideremos la cefalea en racimos, posiblemente la afección más dolorosa conocida por la medicina. Consiste en dolores de cabeza recurrentes que se presentan en racimos y causan un dolor muy intenso detrás del ojo, que también se conocen como “cefaleas suicidas”. El dolor intenso lleva a muchos pacientes a contemplar el suicidio, y algunos de ellos lo llevan a cabo. En todo el mundo, unos cuatro millones de personas padecen esta afección anualmente.

La medicina convencional no puede ofrecer un alivio adecuado a los que sufren cefaleas en racimos, pero cada vez hay más pruebas de que de una a tres dosis de psilocibina o LSD pueden evitar los ataques durante meses. Los pacientes han informado anecdóticamente que la DMT vaporizada, otra droga psicodélica, aborta los ataques segundos después de que empiezan (no hay estudios publicados sobre este efecto).

El problema es que en casi todas las jurisdicciones, la psilocibina, el LSD y el DMT son sustancias prohibidas. La psilocibina tiene una larga historia de uso ritual por parte de los pueblos indígenas de México y América Central. Más recientemente, la psilocibina y el LSD han sido utilizados por millones de personas con fines recreativos y religiosos. (Yo probé el LSD en los años ´70, bajo la supervisión de un amigo. Disfruté del viaje, pero no sentí la necesidad de volver a consumirlo).

Suiza ofrece un modelo para conciliar la necesidad de un tratamiento compasivo con la necesidad de barreras legales contra el uso generalizado de drogas que deberían tomarse bajo supervisión. Desde 2014, la Oficina Federal de Salud Pública suiza puede autorizar a los médicos a utilizar sustancias prohibidas como último recurso para tratar a pacientes que han agotado otros remedios.

En 2024, 723 pacientes fueron tratados con MDMA, LSD o psilocibina. La mayoría de estos tratamientos fueron para enfermedades mentales como la depresión, la ansiedad y el TEPT (trastorno de estrés postraumático), pero 16 pacientes fueron tratados con psilocibina o LSD para la cefalea en racimos o la migraña. Nueve pacientes con cefalea en racimos fueron tratados en una clínica del dolor en Zúrich; un estudio reveló que ocho mostraron una mejoría temporal, y que en seis de ellos los ataques cesaron.

Canadá cuenta con un procedimiento para permitir el uso de psilocibina para tratar la cefalea en racimos, pero hasta la fecha se ha aplicado solo a un paciente con esa afección. Australia les permite a los psiquiatras autorizados recetar sustancias psicodélicas, pero solo en el caso de pacientes que sufren depresión o TEPT. En ambos países, existe una sólida justificación para ampliar el acceso.

No es de extrañar que, cuando las leyes prohíben a los médicos recetar drogas que podrían evitarles a sus pacientes la agonía de las cefaleas en racimos, algunos pacientes las compren en la calle y las tomen en casa. Incluso si estos pacientes se benefician, permitir que los médicos prescriban los fármacos es la única forma de garantizar su pureza y que se tomen bajo la supervisión adecuada. Asimismo, cada paciente que se automedica es una oportunidad perdida para ampliar nuestro conocimiento sobre la mejor forma de tratar esta afección agonizante.

Los métodos estándar para evaluar la importancia de tratar una enfermedad incluyen el recuento del número de años de vida salvados, ajustados por la calidad de esos años. Jonathan Leighton, fundador de la Organización para la Prevención del Sufrimiento Intenso, sugirió en su libro El tango de la ética: intuición, racionalidad y prevención del sufrimiento) que esto ha llevado a descuidar las afecciones que implican un dolor extremo. Leighton propone el uso paralelo de métricas específicas para el sufrimiento severo y extremo. Aunque, en teoría, podríamos asignar una ponderación fuertemente negativa a un año vivido con cefaleas en racimos frecuentes, hacerlo implicaría que podría ser una mejora si la persona con la afección muriera. Como era de esperar, los economistas de la salud se muestren reacios a utilizar una métrica que haga esto.

Un artículo reciente en Nature: Humanities and Social Science Communications concluye que la financiación proporcionada en el Reino Unido para la investigación de las cefaleas en racimos es muchísimo menor que la destinada a la esclerosis múltiple, una enfermedad que afecta a un número similar de personas. Los autores concluyen que, dado que consideramos esencial la administración de anestesia para la cirugía, también deberíamos reconocer como esencial el alivio del dolor extremo. Encontrar maneras de lograrlo debería ser una de las máximas prioridades en materia de financiación.

Una nueva iniciativa llamada Clusterfree ha lanzado cartas abiertas globales instando a los gobiernos a proporcionar acceso legal a psicodélicos para personas con cefalea en racimos. Yo he firmado, y espero que usted también lo haga. Copyright: Project Syndicate, 2025.

Peter Singer es profesor de Ética Médica en el Centro de Ética Biomédica de la Universidad Nacional de Singapur y profesor emérito de Bioética en la Universidad de Princeton. Entre sus libros figura La vida que puedes salvar, y es fundador de la organización sin ánimo de lucro del mismo nombre.

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