El riesgo de crear altos estándares en niños; las expectativas se conquistan, no se poseen

Opinión
/ 24 agosto 2023

Hace días tuve la oportunidad de asistir a una reunión de jóvenes y hablar sobre sus expectativas en sus relaciones de pareja. Me llamó la atención los siguientes comentarios:

Muchacha de 26 años: “Si el chico no tiene carro propio, ni crea que voy a salir con él”.

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Muchacha de 25 años: “El chico con el que ande debe darme todo lo que quiera y nada me falte”.

Muchacha de 26 años: “Ni crea que me casaré con alguien que no tenga casa propia. Ni pensarlo que me irá a rentar un departamento”.

Muchacho de 25 años: “Acabo de terminar mi carrera y estoy trabajando. Ninguna muchacha quiere salir conmigo porque no tengo carro”.

Muchacho de 27 años: “Las muchachas quieren todo al instante y que no les falte nada. No saben esperar y tienen muy altas expectativas. Van a quedarse solas”.

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Vivimos una generación de inmediatez, en otras palabras, acostumbramos a nuestros hijos a satisfacer todos sus deseos y caprichos en forma instantánea y sin la capacidad de esperar. Nuestros hijos desean altos estándares de vida, pero sin merecerlo. Para tener hay que guardar, ahorrar, trabajar duro, no gastar y esperar. ¿Dónde está la educación del ahorro y la capacidad de esperar la recompensa?

El Dr. Walter Mischel, psicólogo americano especializado en la personalidad, diseñó un estudio titulado la “Prueba del Bombón o Marshmallow Test”; Mischel examinó en un grupo de niños de 4 a 6 años su capacidad de postergar la gratificación. Encontró que los niños que pudieron contener la tentación y no se comieron el bombón inmediatamente, en un periodo de 15 minutos, cuando son adultos tienen mayores capacidades de tolerar frustraciones y perseveran hasta lograr sus objetivos, además de mejor desempeño académico que los niños que no tuvieron la capacidad de postergar y se comieron el bombón inmediatamente.

Recuerdo que cuando le propuse matrimonio a mi esposa era maestro de secundaria con un sueldo modesto que nos alcanzaba para sobrevivir, pero ella sabía que tenía grandes sueños y una actitud de superación constante, y sería temporal nuestra situación precaria. Creo que si todas las muchachas hubieran tenido grandes estándares hace 50 años, muy pocas se hubieran casado y la mayoría viviría frustrada porque que nadie cumplió con sus estándares. Las expectativas son un proceso de construcción y dinamismo que van modificando a través del tiempo. No es algo estático e inmóvil que existe y perdurará en su estado toda la eternidad.

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Debemos a enseñar a nuestros hijos que los privilegios se ganan con esfuerzo, ahorro, tiempo y, especialmente, hay que merecerlos. Muchos niños y adolescentes han crecido en una gran burbuja llena de comodidades y privilegios sin ganarlos. Los niños que creen que todo lo merecen sin esperar y esfuerzo, cuando sean adultos exigirán a sus padres y sociedad recibir toda clase de privilegios sin haber trabajo para obtenerlos. Será una generación con pocos ideales y esfuerzo para satisfacer sus necesidades y esperarán que por estar sentados o con poco trabajo alcanzarán grandes recompensas.

Nuestros hijos deben apreciar el trabajo de los demás, aunque no obtengan grandes ingresos económicos. Las expectativas se conquistan y no se poseen. Cambiemos su perspectiva, ya que tendremos una gran cantidad de jóvenes frustrados porque nadie cumple con sus estándares.

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