El T-MEC no va a desaparecer

Opinión
/ 1 noviembre 2024

Recientemente se ha escuchado que uno de los temas más difíciles que tendrá que enfrentar la actual administración federal es la renegociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Lo anterior porque en el proceso electoral de Estados Unidos, el comercio entre ambos países se ha vuelto uno de los temas centrales de las campañas tanto de Kamala Harris como de Donald Trump. El asunto principal radica en que para ambos candidatos, nuestro país ha tomado ventaja de las condiciones del tratado a costa del empleo norteamericano y de la producción a bajo costo, generando descontento en algunos sectores de la población del vecino del norte. Trump ha argumentado que impondrá aranceles de 60 por ciento a los autos de empresas chinas producidos en México y Kamala ha ido más lejos diciendo que buscará revisar todos los capítulos para encontrar la solución no solo a problemas de la industria automotriz sino también de otras industrias localizadas en territorio nacional que dice, han dañado a la economía de Estados Unidos.

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En cualquier caso, para los que están preocupados porque el tratado pueda desaparecer, presento tres argumentos por lo cual esto no sucederá. Sin embargo, hay que aclarar que hay amplias probabilidades de cambios substanciales porque no se han respetado reglas y porque con los cambios jurídicos que se están implementando en México, las condiciones originales del T-MEC carecen de sentido.

Para empezar, hay que aclarar cuáles son los beneficios directo del T-MEC en este momento. Para Estados Unidos, una mano de obra barata y productiva, para Canadá la disponibilidad de productos alimenticios la mayor parte del año y para México, una variedad de productos a precios competitivos a nivel mundial. A lo anterior le puede agregar cualquier razón, pero será marginal a lo ya mencionado.

En primer lugar y a pesar de todas las críticas y ataques de ambos candidatos norteamericanos, se necesita al otro lado del río Bravo un mecanismo productivo que ayude a disminuir los costos de producción. Si todos los automóviles fueran producidos en su totalidad allá, serían cuando menos 30 por ciento más caros dicen los expertos de universidades norteamericanas. Al producir en México una buena cantidad de modelos y partes automotrices, a precios en pesos, los costos de producción bajan considerablemente. El salario mínimo en Estados Unidos es de 9.75 dólares la hora (casi 200 pesos por hora, por 8 horas, el costo por día es de mil 600 pesos diarios); en Canadá el promedio es de 17 dólares canadienses por hora (244 pesos por hora, por 8 horas, el costo por día es de mil 960 pesos). En México el salario mínimo es de 248 pesos por día. Saque las conclusiones correspondientes y si en promedio un artículo tiene un 30 por ciento de mano de obra, hacerlo en México reduce ese costo en un 65 por ciento cuando menos. Desde luego que es negocio para los vecinos del norte venir a producir desde este lado del río, y no solo a ellos sino también a los inversionistas chinos que han visto incrementar los salarios reales de su país en más de un 300 por ciento en los últimos 5 años. Así, el salario mínimo en China es de 592 pesos mexicanos, más del doble de nuestro país. Por este motivo, seguiremos teniendo oportunidades para recibir inversión productiva de muchos países del mundo a pesar de la reforma judicial, que si a esas nos vamos, no es peor que la China y hay que ver la cantidad de inversión que ha llegado a ese país.

La segunda razón en importancia radica en la integración comercial entre México y Estados Unidos, tanto a nivel de producción como de venta de bienes y servicios. Para nadie es novedad que desde antes del TLC ambos países ya realizaban intercambios comerciales que resultaban benéficos para ambos. El compartir una frontera tan larga favorece el cruce fronterizo cotidiano. Hay que recordar que el paso entre Tijuana y San Diego registra el mayor número de cruces transfronterizos diarios en el mundo.

Además, las empresas mexicanas han sido capaces de entrar en los requerimientos de las empresas “gringas” y hasta hay programas especializados en la entrada y salida de mercancías para producir productos que no serán vendidos en México. La industria maquiladora de exportación es una pieza clave en este sentido y representa el 89.6 por ciento de las exportaciones totales en el primer trimestre de 2024 de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Prácticamente las exportaciones mexicanas no son otra cosa que componentes necesarios para las empresas norteamericanas.

En tercer lugar, la vecindad geográfica crea condiciones que obligan a una relación que debe ser equilibrada para evitar problemas. Los asuntos de drogas y crimen organizado, que pasan entre México y Estados Unidos, tienen que ser planteados bilateralmente para encontrar soluciones y los tratados han sido siempre un punto de partida. En ellos se habla de cooperación para resolver asuntos que impacten en el bienestar de la población sin importar fronteras. Los tratados son eso, mecanismos para generar bienestar para la población a partir del intercambio económico. Se tiene que entender que ambos países forman un solo ecosistema económico donde las empresas, las personas y los gobiernos generan mayores beneficios económicos como grupo que de manera individual.

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En conclusión, la posibilidad de que el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá desaparezca es muy remota. Seguramente habrá cambios porque todo acuerdo evoluciona con el tiempo y tienen que incorporarse los nuevos factores que emergen. Por ejemplo, del TLC al T-MEC se tuvo que agregar todo un capitulado sobre comercio electrónico internacional porque en los noventa, el internet apenas iniciaba y nadie pensaba que llegaría a ser lo que es hoy. México debe ser visto como un socio comercial y no como un problema, tal y como lo muestran los candidatos presidenciales del vecino del norte. Los cambios que estamos experimentando son parte de una evolución política, buena o mala, pero es simplemente un cambio que las autoridades ven como un requisito hacia algo mejor.

El T-MEC empezará a revisarse en febrero del 2025 y la decisión final sobre su renovación será en julio de 2026. México tiene con qué defender el argumento de que los tres países son mejores juntos que cada uno por separado. No hay más opción.

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