La inestabilidad que nos depara: la economía mexicana ante la incertidumbre

Opinión
/ 25 octubre 2024

Si algo está caracterizando a este mes de octubre y a los que vienen, es la inestabilidad económica que, además, se reflejará en la disminución significativa del crecimiento económico. Los altibajos pronunciados del tipo de cambio, los movimientos en las tasas de interés, los conflictos internos a nivel político, por mencionar unos cuantos, son ejemplos de cómo se encuentra la economía. Del mercado financiero se puede decir que la bolsa de valores nacional no genera una rentabilidad importante, el mercado de derivados se encuentra abandonado porque nadie se atreve a invertir en el cuando hay demasiada incertidumbre. De otros instrumentos no hay mucho que decir porque los inversionistas siguen esperando que las condiciones nacionales cambien para llevar a cabo sus proyectos, sean de cartera o de formación de empresas.

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No hablaré de las causas de la incertidumbre ya que ese tema lo cubrí apenas la semana pasada. Ahora quiero concentrarme en las consecuencias prácticas para definir el destino del dinero y de los recursos económicos del sector público y privado en lo que queda de este año y lo que será el siguiente. Intentar decir algo más allá de este espectro de tiempo sería mera elucubración y no una proyección como la que pretendo hacer.

Para iniciar es necesario hablar del tipo de cambio bajo las condiciones actuales. Es claro que estaremos viendo un sube y baja pero cada vez más cerca de los 20 pesos por billete verde. Ya llevamos una semana rozando el límite citado y la elección norteamericana apenas está llegando a su recta final. Conforme se acerque el 5 de noviembre, iremos viendo cómo se deprecia. Hay amplias probabilidades de llegar a 20.5 pesos por dólar, pero no de manera permanente. Estaremos ya manejando pisos (tipo de cambio mínimo) sobre 19.60 y techos de 20.20 (precio máximo). Esta variación será difícil de manejar para las empresas porque comprando cuando hay un valor máximo reducirá la competitividad en costos de las empresas con enfoque internacional. Desde luego que vender en nivel de techo para las exportadoras será ideal. Habrá que ser pacientes porque esta situación estará presente cuando menos un año y explico por qué. Además de las elecciones norteamericanas, México está enfrentando una ola propia de inestabilidad creada en el entorno político, no solo por la reforma judicial, sino también por la criminalidad que prevalece, los asuntos económicos internos que no acaban de cuadrar para el siguiente año, y un entorno empresarial que no sabe qué esperar. Estos hechos incrementan el nivel de riesgo país y en consecuencia impactan en el costo del dinero a nivel comercial y aunque el Banco de México baje su tasa de referencia, los precios tendrán presiones alcistas. Para finalizar esta parte, baste decir que ya hay analistas económicos que ponen el tipo de cambio para fines de 2025 en 21.8 pesos por dólar, aunque mi proyección es que lleguemos a 21.30 como máximo. Ni Harris ni Trump son oportunidades para México, más bien son amenazas para el entorno económico. Todo lo anterior no cambiará, cuando menos hasta finales del siguiente año.

En el tema de la tasa de interés, este ambiente caótico no está generando los resultados esperados. A pesar de una baja en la tasa de interés de referencia, el costo del dinero a nivel comercial sigue por las nubes. Los bancos “de la calle” no han bajado sus tasas y para los deudores la situación sigue complicada pues al tener que pagar por los préstamos y sus intereses, se sacrifica forzosamente el consumo, y por eso este va a la baja. Las personas están prefiriendo no pedir prestado y pagar deudas pues no hay certidumbre sobre si la situación económica en general va a mejorar. Para las empresas la inestabilidad se está traduciendo en pérdida de mercados por la restricción de la inversión que no les permite expandir operaciones; mayores costos de producción por el mayor costo de los préstamos, y al caerse el consumo, se cae la demanda y bajan las ventas, lo que está contrayendo su ingreso total. El panorama empresarial luce complicado por la competencia internacional, porque mientras en nuestro país las cosas no están bien, las empresas chinas especialmente con sus bajos costos y tasas reales en 2%, se están apoderando del mercado nacional. También están localizándose aquí en nuestro país, lo que reduce el mercado laboral y la posibilidad de atraer talento humano de alto nivel pues ellas lo están contratando pagando mejores sueldos. Las empresas mexicanas están perdiendo recursos humanos, mercado y capacidad productiva. Además, el gasto de gobierno se ha manejado tan mal, que los excesos monetarios federales se convirtieron en inflación y la escasez actual en una falta de circulante para sostener el crecimiento económico.

Por último, hay que hablar de la inflación para poder comprender de manera completa el panorama descompuesto que vive la economía nacional. Ayer los datos señalaron que está creció a una tasa anual de 4.68 por ciento, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Un aumento marginal con respecto al dato anterior pero muy relevante no por su intensidad sino por la señal que manda a los mercados. En efecto, cuando los subgobernadores del Banco de México (Banxico) ya “echaban las campanas a vuelo” argumentando que la inflación estaba controlada, surge el dato que contradice todo. La inflación, como he insistido en este espacio desde hace 3 meses, parece controlada, nada más. El Banxico se ha concentrado únicamente en la inflación al consumidor y ha bajado la tasa de interés argumentando que tanto el índice nacional de precios al consumidor como la inflación subyacente han estado bajando consistentemente. Sin embargo, el problema surge con los precios al productor, donde estos no han parado de subir en los últimos 7 meses. Para las empresas, los conflictos internacionales se han convertido en aumentos de costos, cambio de proveedores y en consecuencia reducciones de calidad, pago de seguridad, interrupciones en la cadena de suministro, por mencionar algunos problemas. Todo lo anterior se convierte en mayores costos de producción y desde luego de venta y quien paga las consecuencias como siempre, es el consumidor final.

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Por todo lo anterior, es muy poco probable realizar proyecciones más allá de un corto plazo, seis meses o, y no en todos los rubros económicos. En este momento las expectativas para México son de un crecimiento económico a la baja 1.2 por ciento como máximo, una inflación que no bajará del 4.5 por ciento, a pesar de que varios economistas importantes habían dicho que no pasaríamos del 4 por ciento. Esto ya quedó en el olvido porque viene diciembre, que es tradicionalmente el mes de mayor inflación anual.

La perspectiva sobre la inversión productiva sigue siendo a la baja por lo mencionado en este espacio más el hecho de que otros países sí están haciendo las cosas bien para que la inversión se sienta segura y genere utilidades. Se requiere una reforma fiscal para tener los recursos que la federación necesita para cubrir los programas sociales, pero es muy costoso electoralmente por lo que no se vislumbra ninguna estrategia al respecto en los siguientes meses. Se requiere más que un cambio de rumbo, definirlo. Hoy no sabemos para dónde vamos, en lo que respecta a la economía, y eso sí está claro porque la información así lo confirma.

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