El urbanismo y el sistema ciudad

Opinión
/ 6 marzo 2024

Se puede definir un sistema como un conjunto de elementos funcionales, relacionados entre sí, cuya eficacia deriva en lograr un fin determinado. Los hay de todos tipos: naturales, cognitivos, tecnológicos, entre muchos más. Se pueden clasificar a partir de distintos criterios, por ejemplo, entre sistemas simples y sistemas complejos.

Los sistemas simples son aquellos que, considerando el reducido número de elementos que los integran o el reducido número de funciones que estos realizan, son fácilmente observables y comprensibles.

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Por ejemplo, un apagador de luz consta de no más de cinco piezas ensambladas y, dependiendo del tipo de apagador, dos o tres funciones mecánicas. El funcionamiento adecuado del sistema logrará el fin de interrumpir −o permitir− el paso de energía entre una fuente eléctrica y un foco, apagándole −o encendiéndole− en consecuencia.

Los sistemas complejos son aquellos que cuentan con un número considerable de elementos interrelacionados, como de funciones que estos realizan. Asimismo, aunque buscan cumplir con un fin determinado, abarcan también el cumplimiento de un número adicional de fines accesorios.

Un ejemplo de sistemas complejos podría ser el clima, consistente en un sinnúmero de elementos que interactúan de múltiples maneras, realizando innumerables funciones, que derivan en su conjunto en permitir la posibilidad de la vida como la conocemos en nuestro planeta.

Existen una infinidad de sistemas, tanto simples como complejos, que podemos ver en funcionamiento todos los días y que generalmente dejamos pasar inadvertidos, camuflados en su propia cotidianeidad. Existe un ejemplo de sistemas complejos que nos será de utilidad para esta reflexión, mismo con el que tenemos una estrecha relación y dependencia vital y social: la Ciudad.

El sistema ciudad constituye uno de los logros más importantes de la humanidad en el contexto de las civilizaciones. Comienza con una reconfiguración del entorno natural (que rara vez es “amigable” con el entorno remanente) a efecto de convertirle en propicio para las distintas dinámicas que el colectivo y los individuos que le integran consideran necesarias e imprescindibles.

Para ello se trazan espacios y avenidas, se realizan edificaciones interconectadas con líneas de comunicación y de conducción de satisfactores. Se dota a las vías públicas de condiciones físicas para hacerles transitables. Se provee de equipamiento y mobiliario suficiente para las necesidades del colectivo.

Asimismo se otorga la posibilidad de constituir la propiedad privada, otorgándole una relativa libertad para desarrollarle como cada persona propietaria lo determine, ajustándose, sin embargo, a las reglas comunes que se han determinado a partir de la noción de interés público.

Se irán estructurando, al ritmo que el crecimiento del asentamiento lo demande, subsistemas integrantes del sistema ciudad, vitales para su funcionamiento, como el subsistema de transporte, el subsistema de agua y alcantarillado, el subsistema de comercio y mercados, el subsistema de vivienda, el subsistema de seguridad pública, entre muchos, muchos otros.

Con el paso de los años y el consecuente aumento de población, el sistema ciudad −con todo y sus subsistemas− se hará más complejo, precisará de más satisfactores, detonará un creciente número de dinámicas y requerirá también de un creciente número de soluciones a las problemáticas internas.

En toda esta dinámica se encuentra presente el urbanismo. Encargado de planear, diseñar y gestionar las ciudades, el urbanismo abarca los distintos momentos en la evolución la vida de las ciudades, teniendo la difícil tarea de comprender el sistema ciudad para poder aportar las soluciones que este demanda.

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Es por ello que el urbanismo es una disciplina multidisciplinaria, es decir, requiere de la vinculación de las distintas expresiones del conocimiento humano para lograr entender el complejo que aborda. Deberá incorporar la riqueza del derecho, de la economía, de la sociología, de la ecología, de la arquitectura, entre otras, para lograr un entorno más habitable y funcional.

Así como el sistema ciudad es cambiante y se encuentra en constante evolución, el urbanismo debe ir avanzando y reinventándose a partir de los retos que presenta el hábitat urbano. Lograr un urbanismo eficiente y eficaz, que tenga como centro en la comprensión del entorno a la persona humana, es trascendental para garantizar a las generaciones presentes y por venir un futuro posible.

jruiz@imaginemoscs.org

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