Elogio de la amistad: el chef Juan Ramón Cárdenas
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Socarrón y provocador, le marqué al chef de sabor huracanado, Juan Ramón Cárdenas. Le pregunté si me recibía la llamada luego de haber sido distinguido como hijo único, excepcional y brillante de esta ciudad a la cual amo y detesto a partes iguales, mi bello Saltillo. Del otro lado del auricular el chef rio a carcajada abierta. Sí, era el mismo, el mismo chef y empresario de siempre, no obstante su largo rosario de éxitos.
Saltillo le quedó chico. Coahuila le quedó corto. México, el país todo, le fue pequeño. Hoy el chef Cárdenas y su buena semilla en sus hijos todos, lo tienen ya con un “Don Artemio” en Texas. Trae al país de los gringos en su mano. De nuevo los colonizó. El joven y brillante chef, mi admirado Rodrigo Cárdenas allí manda. No menos brillantes son la bella Beatriz, Sofía, Mary Gaby y, claro, el gallardo Andrés Marcelo. Sin duda, una familia de éxito bajo otra piedra angular, doña Beatriz de Cárdenas.
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Encontramos lo faltante en el amigo, y don Juan Ramón es mi amigo. Sobra decirlo, es más joven y más brillante a su servidor, ha leído más y tiene más blasones a este escritor. Sin prisa y sin pausa, como se hace la luz dentro del ojo, Juan Ramón viene creando platillos en el imaginario colectivo, los cuales ya están anclados en el paladar no sólo regional, sino nacional e internacional. ¿Voy a cometer una infidencia? No lo sé. Cuando Juan Ramón bebe y quiere disfrutar, lo hace. Cuando no, pues no. Es como aquella vieja y buena muletilla de mis hermanos de Chiapas: “Quien tenga cochino que lo amarre. Quien no, pues no”. No pocas tertulias hemos tenido sin beber ni un mililitro de alcohol.
Hoy los éxitos y homenajes se amontonan en el escritorio del chef Juan Ramón Cárdenas. El trabajo cansa (escribió el poeta Cesare Pavese), pero no a él. Y es que Juan Ramón Cárdenas, como todos sus hermanos (Braulio, Lilia, Miriam, Elsa Patricia y Eduardo Sergio Cárdenas. Gente de bien a los cuales considero mis amigos. Todos ellos), tienen una semilla común, son hijos de don Braulio Cárdenas Cantú (Ciénaga de Flores, NL. 1932- Saltillo, Coahuila, 2016) y de doña Lilia Amparo de Cárdenas, quienes en el amor y amistad compartida, le arrancaron frutos y jugo a este desierto, el cual los hermanos sureños ni lo aman ni lo respetan ni lo entienden. Jamás.
Lo he contado antes, el padre de sir chef Cárdenas, don Braulio, llegó de Nuevo León buscando su espacio, trabajo y fortuna en el pueblo. En Saltillo encontró al amor de su vida, a doña Lilia; fundó una familia feliz y no encontró una fortuna bajo una roca o detrás del dintel de la primera casa que habitó, no; don Braulio convirtió al desierto en ríos, le dio agua a los peces, a las reses y cabras aquí donde precisamente no hay ni madres: ni agua ni mar ni peces, ni cabras a la vista.
Vio luz, cielo brillante, nubes y lluvia donde todo mundo ve un sol jurado y preñado de espanto: luego, una noche cerrada donde la adversidad del desierto nos cobra la cuota diaria de sudor, linfa, esfuerzo y refriega de las manos al trabajar. Al parecer no había fortuna para él. ¿Fortuna? Él la labró. Nunca se amilanó ante la dureza de las piedras, lo difícil del camino por andar o las adversidades que diario se nos presentan a los norteños todos. Ni le importó, creo yo.
ESQUINA-BAJAN
¿Un empresario como lo fue don Braulio, doña Beatriz o don Juan Ramón hoy, a la primera se rajan? No. Absolutamente no. Meto mi cuchara, aunque es intrascendente. O mi tenedor, pues. Cuando escribo un texto, por ejemplo éste, no es cuestión de “inspiración”, ni de convocar a las siempre veleidosas musas. Escribir un texto (malo como éste) es cuestión de riñones; horas, días enteros buscando las palabras justas y el medido peso de cada acento. Esto lo hizo don Braulio Cárdenas Cantú, y hoy lo hace Juan Ramón en su área. Y al hacerlo ha modificado el eje de eso llamado “cocina norteña”.
¿Cuántas veces intentó Juan Ramón lo que hoy tiene en la mano? Imagino, decenas de veces. No un Premio (ni lo busca ni lo entretiene, pero es feliz al recibirlo). Lo que al sir chef le apasiona es eso: la creación culinaria. Calidad en el servicio. La perfección.
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El chef Cárdenas, como su padre don Braulio o como su madre doña Lilia, ha picado piedra hasta que logró ver un brote verde en raíz seca, hasta que vio un hilo de agua escurrir en el desierto, hasta que llegó la nube cargada de lluvia y vio que caía en su parcela, la cual por años había arado. Caramba, dice la Biblia: “El agricultor que espera el clima perfecto nunca siembra; si contempla cada nube, nunca cosecha...” (Eclesiastés 11:4).
Así fue don Braulio, así es hoy Juan Ramón: no esperó el clima perfecto, él ha provocado este clima ideal para cosechar y luego, ya con el éxito obtenido, retribuirlo a la sociedad de la cual es de sus hijos favoritos. Su filantropía, su desprendimiento y su ayuda son del tamaño del desprendimiento de su padre, don Braulio. Sir chef Cárdenas ha sido ya destapado como un candidato seguro a la alcaldía de Saltillo por parte del empresario Alfredo López. ¿Quién va a recoger el guante: Morena, PRI, PAN, MC, el inexistente PRD...?
LETRAS MINÚSCULAS
Hay algo circulando, no suena mal: Miriam Cárdenas para la gubernatura. Juan Ramón a la alcaldía. Voy con ellos. Pago sin ver: ganan.