“Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo, y con sus hechos lo traicionan”.
Benito Juárez.
Después de algunos sexenios en el olvido, Benito Juárez está de regreso en el imaginario presidencial y colectivo.
Tal vez porque desde el inicio de su mandato, el Presidente decidió hacerlo su estandarte, su fuente de inspiración, su ícono de lo que considera un buen gobernante. Tal vez porque hasta la fecha hacemos que los niños memoricen una o dos de sus frases más celebradas. Tal vez porque todavía no termina de salirse de los billetes de veinte y ya lo tenemos en los de quinientos.
Hoy por la tarde, el secretario John Kerry, el hombre elegido por Biden para negociar la transición climática en el mundo, viaja a la ciudad de Guelatao, en Oaxaca, cuna del político zapoteco. La idea del presidente era presumir a la región como ejemplo de protección comunitaria del medio ambiente, y conmemorar junto al enviado de los Estados Unidos, el natalicio de Juárez.
Toda figura histórica de cierta talla tendrá siempre más de una lectura sobre su vida. Para algunos, Benito Juárez es el fundador del México moderno, un gran estadista y precursor de nuestra República. Bajo esta lectura, el oaxaqueño le dio a México su verdadera acta de nacimiento, la reforma liberal. Al restaurar la Constitución de 1857, Juárez dejó sentados los valores y las decisiones políticas fundamentales que sustentan a nuestra patria. La igualdad, la libertad, la legalidad y la democracia son sus legados-promesas incumplidas, esas que seguimos esperando.
Para otros, la vida y obra de Juárez es controversial, turbia e incluso hay quienes lo describen como un mandatario ambicioso de poder que se regía por prácticas de corte autoritario. “Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia”, dicen por ahí.
Al también excandidato presidencial Kerry seguramente se le hizo familiar la historia de nuestro querido Benito. Además de que seguramente ha pasado muchas veces frente a la estatua de Juárez, que en 1969 develó el Gobierno de México en Washington, D.C., existen otros referentes históricos que lo conectan con Estados Unidos: su amistad −a distancia− con Abraham Lincoln; el exilio de su esposa, Margarita Maza, en Nueva York; y la historia, casi universal, del indígena que llegó a ser presidente.
De hecho, la vida de Juárez tuvo impacto en otros países también. En 1865 recibió un reconocimiento del Gobierno de Colombia por “su constancia en defender la libertad y la independencia de México”, otorgándole el título que lo acompañaría para la posteridad: Benemérito de la Américas.
Y quizá por ello, el secretario Kerry pudo haber aprovechado la “clase de historia” a la que fue convocado para plantear algunas preguntas hipotéticas. Por ejemplo:
—¿Qué opinión tendría Benito Juárez sobre algunas de las tendencias antidemocráticas que están volviendo a surgir en nuestro país?
—¿Qué pensaría el ídolo de nuestro actual presidente de los embates del Gobierno actual en contra de los órganos electorales?
—¿Qué pensaría Juárez sobre la militarización del país, el espionaje a ciudadanos y periodistas, el desacato generalizado ante la ley?
Un pilar fundamental del “sueño republicano” de Juárez era su visión del buen gobierno. En sus propias palabras, “el primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley, la felicidad común debe ser su norte, e iguales los hombres ante su presencia, como lo son ante la ley”. ¡Vaya receta que dejó para futuros ocupantes de la silla presidencial!
Por cierto, la palabra benemérito, de origen romano, se traduce literalmente como “lo bien ganado” y se refiere a un galardón, a un logro. La palabra mérito viene del latín meritum, que quiere decir ganarse, merecer o hacerse digno de algo. La vida de Benito Juárez es el epítome del mérito: alguien que, desde orígenes humildes, con base en el esfuerzo y la dedicación, se ganó el reconocimiento del mundo entero.
Para mí, en lo personal, la figura de Juárez brilla por su incansable lucha contra los privilegios mal habidos. Y por ello, dediqué un capítulo entero a recordar la historia de Juárez en mi libro “Mérito: construyendo el país de nosotros”. Ya hablaremos más sobre el tema en esta columna, que con mucho entusiasmo hoy comenzamos a escribir.
Por ahora propongo que, si la idea es resaltar la figura de Benito Juárez García, para debates nacionales o visitas internacionales, debemos comenzar por honrar su dedicación y compromiso con la democracia.