Fajardo: Del miedo a la esperanza (recargado)

Opinión
/ 6 febrero 2023
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Gracias al Consejo Cívico de Instituciones de Coahuila y al ITESM Campus Saltillo, el pasado jueves 2 de febrero, Sergio Fajardo estuvo en nuestra ciudad.

Resumo el brillante historial de este político colombiano, quien ha fincado su carrera desde una palestra ciudadana, al margen de partidos políticos de cualquier signo ideológico. Así lo muestra el hilo conductor de su carrera política, desde el momento que Fajardo funda Compromiso Ciudadano (1999) hasta la Coalición Centro Esperanza (2022).

En sus 23 años de biografía política, Sergio ha sido alcalde de Medellín (2004-2008), candidato vicepresidencial con Antanas Mockus (2010), Gobernador de Antioquia (2012-2016), y dos veces candidato a la presidencia de la República de Colombia (2018 y 2022).

En sus dos experiencias como gobernante de Medellín y Antioquia, Fajardo recibió numerosos reconocimientos nacionales e internacionales; entre otros, “Personaje del Año” por El Colombiano durante cuatro años consecutivos (2005-2008); “Personalidad del Año en América Latina (2007)” por el Financial Times Business de Inglaterra y el reconocimiento como uno de los ocho líderes destacados de la región en los Premios América a la Excelencia en el Servicio Público, de la Organización de Estados Americanos y la ONU (2007). También obtuvo el reconocimiento al mejor Gobernador de Colombia por la Fundación Colombia Líder.

En ambos casos, las aportaciones de Sergio en los ámbitos de transparencia, rendición de cuentas, seguridad pública, emprendedurismo, educación, urbanismo social y participación ciudadana; desde una perspectiva de gobierno ciudadanizado, son ejemplares en América Latina.

Entre sus logros están: Disminuir los índices de violencia y la tasa de homicidios en Medellín, bastión del narcotraficante Pablo Escobar, para pasar de 98 a 31.5 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Implementar el desarrollo urbanístico de Medellín de manera sostenible e innovadora para obtener el galardón considerado como el “Premio Nobel de las ciudades”. Sanear las finanzas de Medellín y Antioquia con una sólida participación ciudadana.

Y, finalmente, llevar el modelo de “Medellín la más educada” a Antioquia para fortalecer la educación y la reconciliación cultural y alcanzar así, el reconocimiento nacional como el mejor gobierno del país, en su momento.

¿Cuáles son las enseñanzas de Fajardo para aterrizarse en un país como el nuestro?

1. Un gobierno ciudadanizado y con una visión integral de su ejercicio, puede transitar del miedo a la esperanza; para ir más allá de la violencia criminal impuesta por el crimen organizado como de la violencia institucional producida por los regímenes populistas.

2. Para ello, es crucial dignificar la política -como una actividad consustancial a todos- a partir de la inteligencia, la confianza y la dignidad del ciudadano, sin distingo de edad, género, clase social, escolaridad, preferencia sexual o religiosa.

3. Implica también, como lo ha hecho el mismo Sergio, construir una narrativa política que trascienda la polarización (neoliberalismo versus populismo) y empodere la ciudadanía a partir de una sólida esperanza que permita construir otro país más allá de esa dicotomía.

4. Replicar la experiencia de Fajardo -en Medellín o Antioquia- en México, exige no mirarla de manera selectiva. Es crucial verla como una totalidad -de distintos programas- que parte de una ciudadanización integral del ejercicio de gobierno.

Por ello, éste se transparenta con una participación social y veedurías. Se impulsa la cultura ciudadana con un programa de formación de liderazgos cívico ciudadanos. Se lanza una acción de educación superior y transversal con estrategias para cerrar puertas a jóvenes y adultos al narcotráfico y abrirles otras. Y se crean espacios públicos para fortalecer la igualdad social, la convivencia y la cohesión social comunitaria. Todas estas acciones están ligadas entre sí.

A 23 años de haber iniciado su tránsito de la academia y las matemáticas a la política ciudadana, Sergio no ha dejado de ser un profesor, con el cual, aprendemos cada día, que la esperanza para una América Latina convulsa e incierta, respira ancha y profunda, a pesar de todo y contra todo.

Nota: El autor es Director General del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.

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