Cada vez que el Presidente enfrenta una crisis trata de resolverla con una promesa fantasiosa. Una obra, empresa o proyecto salvador. Le da lo mismo si suena mágico, ridículo o imposible de llevar a cabo. Lo de menos es que las voces especializadas le adviertan que es inviable. O que va a salir más caro de lo que cree. O que no va a resolver el problema. O que demorará mucho más de lo que él calcula. No importa. El chiste es que parezca que él tiene la solución, que sea una solución fácil de explicar y fácil de entender. Lo que importa es la narrativa. El objetivo es sacudirse las críticas y hacer parecer que quien lo siga criticando es porque quiere afectarlo, porque está sometido a intereses que no quiere ver trastocados.
¿Hay crisis en Pemex? Una mega refinería. ¿Tenemos que cancelar un aeropuerto? Hagamos otro. ¿Me peleo con las aerolíneas porque no quieren usar mi aeropuerto? Que resucite Mexicana de Aviación y la controle el Ejército. ¿No hay internet en los pueblos? Va Internet para todos. ¿Está caro el gas? Inventemos una empresa del gobierno que se llame Gas Bienestar. Pero la refinería ya costó el triple y no refina. El nuevo aeropuerto está gravemente subutilizado. La nueva aerolínea ya redujo de 20 a 9 sus destinos y aún no despega su primer vuelo. Internet para todos debió quedar en el 2020 y ahorita ya contactaron a Elon Musk a ver si les resuelve el problema. Y Gas Bienestar funcionó sólo unos cuantos días en un par de colonias de la Ciudad de México.
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En un gobierno fundado en la saliva presidencial, lo que importa es que suene bonito y suene grande, aunque no sirva para mucho. Esta administración comenzó cancelando un aeropuerto y diciendo que ahí se construiría el Parque Ecológico Lago de Texcoco. A cinco años, lleva un avance del 65 por ciento, según datos oficiales.
El nuevo fruto del árbol de la grandilocuencia es la farmacia más grande del mundo. Una farmacia con todos los medicamentos existentes que promete ser la salvación para el desabasto de medicinas, el problema más inhumano de todos los que ha creado esta administración.
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Porque con la inseguridad y la corrupción, López Obrador se puede defender diciendo que heredó mucho del pasado. Y es cierto. Pero el desabasto de medicinas no fue una herencia maldita. Él solito lo creó y él no lo ha podido resolver. Él decidió dejar de comprar medicinas a las farmacéuticas porque dijo que eran corruptas, él tuvo que volver a comprar a las mismas farmacéuticas y ni así resolvió el desabasto, él encargó a la ONU que comprara las medicinas por el mundo y tampoco funcionó, él se lo encomendó al Insabi, y luego desapareció el Insabi y ahora le toca al IMSS-Bienestar.
En esta metralla de ocurrencias, la nueva puntada del Presidente es construir en Huehuetoca, Estado de México, una megafarmacia que tenga todas las medicinas del mundo. El chiste se cuenta solo. El Presidente es un meme de sí mismo. Tanta ocurrencia ha salido carísima. Los disparates presidenciales sangran el presupuesto. Prometer sí empobrece.