Fenómenos mundiales, signos de los tiempos: Taylor Swift y Janis Joplin

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“Seguramente has escuchado más canciones de las que imaginas de Taylor Swift”, escuché decir a alguien cuando se hablaba sobre el fenómeno de la artista a lo largo del mundo. “¿En serio?”, retó el interlocutor. Y se enumeró en la charla un numeroso repertorio de piezas musicales interpretadas por Swift en películas infantiles.
Taylor Swift –quien ahora desborda de público cuanto escenario pisa y de gira mundial, “The Eras Tour”– inició desde muy temprana edad a componer canciones. Cursando los primeros años escolares, la pequeña escribía pensamientos en líneas que con el tiempo se convertirían en piezas musicales que hoy corean entusiasmadas las multitudes.
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“Soy el padre desesperado de una fan de Taylor Swift”, se leía en un letrero sostenido por un hombre que intentaba comprar en reventa un boleto. Muchos como él, lo intentaron, no lo lograron, pero tampoco se amilanaron: llevaban consigo los brazaletes de la amistad que los distingue como fans de Taylor y se las intercambiaban entre ellos.
En esa multitud, una niña, entrevistada por la televisión nacional, externó que aunque no había conseguido boleto para el concierto, ese primero de los cuatro conciertos dados en nuestro país hace unos días, estaba muy contenta por haber podido elaborarse “47 pulseras”, aunque, dijo, “yo me había propuesto como meta lograr 50, pero de cualquier manera casi llegué a mi meta”.
Ya en TikTok se había visto a Arturo Zaldívar, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, escuchar en su oficina a la cantante que a los 14 años se mudó a “la capital mundial de las composiciones musicales”, Nashville, Tennessee, y ahora se le vio de nuevo, ahora no enfundado en vestimenta de oficina, sino con una sudadera con el característico número 13 que distingue a Taylor, así como su propio apellido y el de Swift.
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Una mujer en la década de los treinta que fascina a niños, adolescentes, jóvenes y adultos por igual. Que en sus canciones “captura la esencia de las cosas con autenticidad”, según los fans, y que ha logrado en sus letras transmitir escenarios donde las relaciones entre las personas son el objetivo principal de muchas de sus melodías.
Melodías melodiosas. Para muchos, escucharla es placidez, pero también encuentran en ella diversión y tranquilidad. Una calma que muchos añoran y desean instalar en sus propias vidas. Otras letras trasmiten sentimientos de identidad y de pertenencia; y otras más la apertura en los temas de género.
Llenar cuatro veces el Foro del Sol en México implicó contar con 260 mil espectadores. Pero millones son sus seguidores, sus “swifties”, en el mundo, causando un revuelo y fenómeno espectacular.
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Recuerdo aquí el caso de Janis Joplin por lo multitudinarios que fueron también sus conciertos: en Woodstock, el legendario Woodstock, se congregaron, según cifras conservadoras, 400 mil personas. Hay quien habla de 500 mil. Fue una mujer que, así como ese concierto ícono de una época, atrajo la atención y las multitudes.
Hoy, ante nosotros tenemos una figura de alcances fuera de serie que ha tocado los espíritus de millones. Cabe preguntarnos a qué época pertenecen ambos personajes, en qué épocas se inscriben y qué dicen sus voces, que dijo Joplin y que dice Taylor, qué representan para la juventud cada una, en su momento histórico. Interesante.
DOS MUY ENTRAÑABLES AFECTOS
In memoriam de la señora Graciela Garza Arocha y del artista Joel López Arriaga. Su luz permanecerá en nuestros corazones. Nuestro recuerdo afectuoso para ellos y nuestro agradecimiento, siempre.