FOMO: la trampa de la industria de la atención

Opinión
/ 13 febrero 2025

Un fenómeno psicológico caracterizado por la ansiedad de no participar en experiencias, eventos o tendencias que otros disfrutan. Surge con el uso excesivo de redes y la necesidad de estar constantemente en línea

La conquista de las audiencias en el siglo pasado por parte de la televisión y el cine impactaron en los públicos y en su forma de concebir la realidad. Gerbner y Gross (1967) y Bandura (1977) estudiaron los efectos nocivos que produce el consumo de medios, como la distorsión de la realidad, el consumo en masa, la imitación de estilos de vida ajenos a nuestras realidades, mayor sensibilidad y emocionalidad, inclusive conductas violentas o agresivas, así como la sensación de cercanía con los personajes que figuran a cuadro.

En este milenio, el Internet y las redes sociodigitales modificaron el modelo de negocios: la industria de la atención. La “industria de la atención” es un concepto clave que refiere al conjunto de empresas y plataformas cuyo modelo de negocio depende de captar y retener la atención de los usuarios.

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Herbert Simon (1971) fue el primero en relacionar la atención con la economía. Argumentó en su ensayo “Designing Organizations for an Information-Rich World” que en un mundo con exceso de información, el recurso escaso es la atención humana. Para Simon, la diversidad de productos mediáticos obligó a las empresas a desarrollar estrategias para atraer y retener al público, esencial para el diseño de plataformas digitales y la eficacia de los algoritmos para el engagement (compromiso) del usuario.

Georg Franck (1999), en su texto “The Economy of Attention”, pensó la atención como una moneda en lo digital y lo conectó con el capital simbólico de Bourdieu, destacando que la competencia por la visibilidad se convirtió en una cualidad de la sociedad donde influencers y marcas recurren a estrategias algorítmicas y contenido viral para captar audiencia.

Aunque fue Tim Wu (2016), en “The Attention Merchants”, quien trazó la evolución de la industria de la atención desde la prensa escrita hasta las redes sociales, señalando que estas plataformas perfeccionaron su monetización mediante publicidad segmentada y diseño adictivo, lo que transformó el consumo de información e impulsó un periodismo más sensacionalista, promoviendo los contenidos virales que priorizan el impacto emocional sobre la información de calidad.

Esta subjetividad de consumo se verbalizó en palabras como FOMO (Fear of Missing Out), o miedo a perderse algo. Un fenómeno psicológico caracterizado por la ansiedad de no participar en experiencias, eventos o tendencias que otros disfrutan. Surge con el uso excesivo de redes y la necesidad de estar constantemente en línea. El término lo creó el estratega de marketing Dan Herman en 2000, pero se instaló en la cultura en 2004 cuando el inversionista Patrick McGinnis lo usó en un artículo de Harvard. El FOMO se ha relacionado con efectos negativos como estrés, ansiedad y una menor satisfacción con la propia vida.

El exdiseñador de Google, Tristan Harris, ha denunciado cómo las plataformas digitales están diseñadas para generar dependencia, afectando la capacidad de concentración y la salud mental de los usuarios. Actualmente, las redes utilizan tipo de técnicas psicológicas para retener la atención:

1) Refuerzo intermitente, inspirado en las máquinas tragamonedas, este mecanismo genera recompensas impredecibles para incentivar el uso constante, como el scroll infinito donde nunca sabes qué contenido aparecerá después

2) Notificaciones y urgencia artificial, diseñadas para generar ansiedad por perderse algo (FOMO).

3) Métricas de validación social.

4) Efecto Zeigarnik, tareas inconclusas que incentivan el regreso constante

5) Personalización algorítmica y sesgo de confirmación, reforzando creencias y emociones

6) Videos cortos y reproducción automática para mantener la atención sin esfuerzo cognitivo.

7) Sonidos de notificación, música de fondo y efectos que aumentan la inmersión en la plataforma.

8) Interacción social y presión grupal para evitar la exclusión social.

9) Contenido viral y tendencias que invitan a participar y compartir.

10) Grupos y comunidades digitales como sentido de pertenencia.

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Otros efectos de esta industria es la manipulación algorítmica de la información para polarizar la política y propagar la desinformación, afectando la calidad del debate público y la democracia; incrementando los problemas en la salud mental. Por ende, el impacto de la industria de la atención no es sólo económico, sino también social y psicológico.

Es crucial concientizar sobre estas dinámicas perversas que explotan nuestra atención para el beneficio económico de plataformas digitales, regular el límite en el abuso de los modelos de atención y fomentar la alfabetización digital para priorizar el bienestar de los usuarios. Convivir con las redes sociodigitales e Internet es una necesidad actual, pero darles nuestra atención no lo es.

@dialogosdigitalesUAdeC

nahayeli.gomez@gmail.com

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