Vida saludable: ¿Cómo impacta el exceso del celular en el cerebro adulto?
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Las investigaciones han constatado que el excesivo uso de pantallas en adultos puede mermar funciones como la memoria, el aprendizaje y la salud mental
Por algunos años nos ha preocupado el uso y abuso del celular en nuestros hijos, sin embargo, poco hemos reflexionado su impacto en el cerebro de los adultos. Aunque parezca una conducta inofensiva, numerosas investigaciones han evidenciado que el tiempo prolongado de exposición ante pantallas puede impactar negativamente en nuestra salud, incluso en los adultos.
Se ha hablado extensamente de los efectos perjudiciales del uso excesivo de pantallas en la infancia, pero en los últimos años diversos estudios han demostrado que incluso en los adultos los efectos pueden ser perjudiciales si se pasa más de dos horas diarias de uso recreativo de dispositivos electrónicos. Entre los efectos documentados se encuentran la fatiga ocular, los dolores cervicales, el aislamiento social e incluso problemas de salud mental. Sin embargo, el efecto principal que se produce en el cerebro puede ser significativo.
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El daño que provoca el tiempo excesivo de uso frente a la pantalla es progresivo y, en muchas ocasiones, pasa desapercibido. Según nos explica Maris Loeffler, terapeuta de familia y matrimonio e integrante de Stanford Lifestyle Medicine, este impacto negativo se “acumula” durante toda la vida. Un uso de un día podría no suponer un cambio notable, pero la situación cambia cuando se convierte en un hábito diario, ya que eso podría llegar a provocar alteraciones en el cerebro.
Como los ojos están funcionalmente conectados al cerebro, es importante cuidar la salud ocular y mantener la salud del cerebro. La recomendación de Loeffler sería la de mirar, en lugar de ver el móvil a primera hora de la mañana, el horizonte o un objeto que se encuentre en la distancia, con el objetivo de disminuir el impacto en la vista y mejorar la salud cognitiva. Para evitar la fatiga ocular a lo largo de la jornada, desde la Academia Americana de Oftalmología se aconseja utilizar la regla 20-20-20: cada 20 minutos, mirar algo que se encuentre a 20 pies o 6 metros por lo menos durante 20 segundos. Dicha práctica contribuye a la disminución del esfuerzo ocular y a la prevención de problemas de la vista a largo plazo.
Las investigaciones han constatado que el excesivo uso de pantallas en adultos puede mermar funciones como la memoria, el aprendizaje y la salud mental, así como favorecer la neurodegeneración precoz. En las personas adultas, entre 18 y 25 años, se relaciona el consumo excesivo de pantallas con la atrofia de la corteza cerebral, cuya función es la toma de decisiones y la resolución de problemas.
Un estudio en particular evidenció que los adultos que ven televisión cinco o más horas al día tienen una mayor probabilidad de desarrollar enfermedades cerebrales como la demencia, accidentes cerebrovasculares y Párkinson. Otro problema frecuente es el impacto negativo al sueño. La luz azul de las pantallas podría retrasar la secreción de melatonina, la hormona responsable del ciclo del sueño, afectando el ritmo circadiano, dificultando el sueño reparador, que no sólo merma el desempeño diario, sino que establece un vínculo con la disminución de capacidades cognitivas.
Las investigaciones han mostrado que los adultos con adicción al smartphone poseen menor cantidad de materia gris o conexiones dendríticas de las neuronas. La materia gris es de crucial importancia para funciones como la memoria, el movimiento y las emociones. El volumen de la materia gris se reduce naturalmente con la edad, pero los hábitos no saludables como el sobreuso de pantallas pueden favorecer que este proceso se produzca de forma más acelerada.
Se sugiere reemplazar este hábito por prácticas que alimenten la salud mental y cognitiva, como el ejercicio, el sueño reparador, la interacción social o el manejo del estrés. Uno de los consejos de los expertos de Stanford Lifestyle Medicine es que hay que intentar evitar el uso de pantallas en forma excesiva e implementar hábitos saludables cerebrales, como ejercicio físico frecuente, lectura recreativa en papel y dormir en promedio 8 horas cada día.