- 23 septiembre 2024
Hablemos de Dios 149: La religión y la guerra
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No todo es violencia, inmolaciones y atentados terroristas con los hermanos musulmanes y hoy, los más repudiados en la guerra con Israel. Pues sí, ellos creen a pie juntillas todo lo que dice su libro sagrado, el Corán. El problema con ellos, es que este libro es a la vez divino y es su legislación de vida cotidiana, legal, religiosa, social y política. Se lo toman al pie de la letra los más extremistas y es imposible que piensen otra cosa.
Dice el Corán a la letra: “Creed en Dios y en su apóstol, combatid en el sendero de Dios, haced el sacrificio de vuestros bienes y de vuestras personas; esto os será más ventajoso... Dios os perdonará vuestras ofensas, os introducirá en los jardines regados por corrientes de agua...” (Corán. Sura LXI. 1-12).
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A los belicosos suicidas que se atan hartos explosivos a su cintura y han explotado en cualquier parte del mundo, al hacerlo, se les promete según el Corán, placeres y hedonismo sin fin en la otra vida. Aunque en otra parte del Corán se prohíbe tajantemente arrebatar la existencia de un ser humano porque Alá-Dios lo condena. Pero caray, no hay mucha diferencia con los hermanos cristianos y judíos.
El escritor Salman Rushdie lo sigue padeciendo desde 1989 hasta el día de hoy, en ese momento se le dictó una “fatwa” por el entonces ayatola Ruhollah Jomeini, líder religioso de Irán, el escritor fue condenado a muerte por la edición de su libro “Los versos satánicos”. Hace poco le arrancaron un ojo en un evento público en Nueva York.
El indo-inglés vivió lustros a salto de mata en todo el mundo, protegido por los servicios secretos ingleses. En su momento, vino a México y verle y escucharle fue un calvario porque su agenda se cambiaba a cada minuto. Cuando arreciaba el cerco de extremistas que le querían liquidar, éste escribió: “Nunca me consideré un escritor preocupado por la religión, hasta que una religión empezó a perseguirme”.
Pero luego agregó algo que ahora se comprende más a cabalidad. No sólo es un problema el integrismo islámico (representado por Al Qaeda y otros al día de hoy), sino también al fanatismo cristiano encarnado (en su momento) en la figura de Tony Blair, y en el gobierno norteamericano de George W. Bush y ya luego, por Donald Trump. Otro tipo de fanatismo ha aparecido, igual de peligroso: el fanatismo y estulticia de las redes sociales y la adicción al Twitter por todo mundo.
Pero bueno, Rushdie no se cayó ni se calló. No obstante el atentado en su contra. Sigue entregando algunas de las mejores obras de su narrativa, aunque sigue con bajo perfil y apenas superando el puñal clavado en su ojo. La vida es así por lo demás, ingrata y trágica para los creadores. Pienso en Salman Rushdie amenazado de muerte hasta el día de hoy. Fedor Dostoievski llegó a estar frente a un pelotón de fusilamiento...
ESQUINA-BAJAN
Ovidio murió en el exilio. La gran Anna Ajmátova creó lo mejor de su poesía en condiciones duras y asfixiantes. Entre el exilio y el eterno regreso a su patria rusa, perdió a su hijo en el Gulag de los atroces crímenes de Stalin. El admirado Jean Genet, el escritor favorito de Juan Goytisolo, deletreó gran parte de su obra en la cárcel. Ni qué decir de mi admirado Oscar Wilde con su bello y perturbador texto “Balada de la cárcel de Reading”. La lista es larga. Y en honor de Dios, de la moral y de proteger a la patria (el lugar de nuestros padres), se cometen muchas atrocidades, hasta la muerte. Y conste que ésta es penada una y otra vez.
Pero en este especial caso no vamos hablar de ello (cosa que ya hicimos en todos los anteriores párrafos, en fin. Se me soltó la pluma. Perdón), sino que vamos abordar aunque sea brevemente en este texto y en el siguiente, una digamos, línea, rama o dimensión sabia, rica y mística del Islam, lo que se conoce como el sufismo. A la par, abordaremos a un poeta tan extraño como errante fue, Abz-Ul-Agrib, quien dejó un precioso libro, “El diván”, con textos escritos en piel de cabra, papel algodón (al parecer de Damasco) y pergamino. Algunas fojas del documento fueron escritas de manera opistógrafo (en ambas caras) y su trazado de letras (ductus) es todo un arte, aunque al parecer, los amanuenses o copistas de ese entonces, los profesionales, hacían palidecer el trabajo a mano del poeta.
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En esta bella cualidad, gracia e inspiración del Islam entraremos de lleno la siguiente columna, pero lea usted lo siguiente de Rabia al-Adawiyya, una escritora sufí del siglo VII d. C. Caray, vea lo que bulle y hierve en el alma o espíritu de este ser humano: “¡Oh Dios mío!, si te adoro por miedo al infierno/ quémame en él./ Si te adoro por la esperanza del paraíso, exclúyeme de él./ Pero si te adoro sólo por ti mismo,/ no apartes de mí tu eterna belleza”. Sin duda, altura mística como las alcanzadas por ese santo del catolicísimo que estuvo entre nosotros como humano, el divino poeta, el venerable asceta San Juan de la Cruz.
LETRAS MINÚSCULAS
Y estas cimas de pasión y ardor, deben de unirnos como lo que somos: humanos. La belleza de Dios en su palabra es inspiradora y no instigadora de violencia. En fin.
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